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"Estos depósitos culturales eran el archivo de cada tribu, ahí grabaron sus mapas territoriales, y los planos locales” |
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Mapa del pais de los Borrados
300 yacimientos colindantes |
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Los 300 yacimientos
Javier Elizondo Karam.
No sé de dónde salió, ni quién sacó la teoría de que los antiguos habitantes del desierto donde estamos inmersos vivieron en más de 300 lugares. Es decir que aquí en el sureste de Coahuila hubo más de 300 tribus de los Borrados, compuesta cada una de varios clanes familiares, que a su vez se formaban de una cierta cantidad de humanos por cada clan. Bandas de abuelos, padres, hijos y nietos. Mucha gente. Posiblemente el desconocido autor de esa teoría, impresionado, se basó en la gran cuantidad de lugares repletos de arqueología que nos rodean. Pero dudo que alguien haya encontrads 300 de ellos.
Sabemos que cada tribu tenía un lugar especial para escribir sus memorias con símbolos muy característicos entre ellos: Los llamamos yacimientos de petroglifos. Son parte de nuestra misteriosa arqueología local.
Los Borrados fueron los únicos que tuvieron esta clase de escritura de las cinco naciones indígenas que habitaron en Coahuila, desde varios miles de años atrás hasta 1575. Siete mil años tal vez, o más. Nosotros tenemos apenas 429 años de ser saltillenses.
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Estos depósitos de grabados en piedra son cada uno una biblioteca, donde Ieyéndolos, todos los que pasaban caminando por las veredas adyacentes en el trajín diario, podían enterarse de las cosas que sucedían en ese su entorno, noticias que llevaban luego hasta sus, a veces, lejanos lugares de origen; ahí en las piedras se contaba de batallas entre tribus hermanas y su terrible desenlace, según nos dice un grabado de La Florida, anexo a Narigua; o escribían acerca de hechos sobrenaturales que les pasaban, como la aparición de un fantasma a uno de los vecinos de ahí mismo, una media noche con luna Ilena, cuando regresaba de hacer de las aguas; otro cuenta de la traición de alguien que clava una lanza en la espalda de un tipo, atravesándolo, y que tambaleante llega hasta la aldea para denunciar al culpable antes de morir.
También representaron ahí a sus dioses; a los arroyos y a las lagunas que había siempre frente a estos lugares llenos de escritura, sagrados para ellos; dicen del rayo que le cayó en la cabeza, enviado por Cachiripa, a alguien en algún lugar del Cerro del Pueblo: una chica de la tribu que por ahí vivía, y que la desintegró de la cintura para arriba; lo que queda de la dama está representada de pié, parece que ni siquiera supo qué le estaba pasando mientras explotaba su cuerpo hasta la cintura; los grabados también nos cuentan de la gran pelea a muerte que sostuvo un venado Cola Blanca en Las Imágenes contra tres grandes oponentes, unos gringos que habían llegado del norte huyendo del frío con sus novias, venaditas que al final se quedaron a vivir con el campeón sin importarles las habLadurías del vecindario, o cuando vino el gran cometa en forma de serpiente, que pasó muy enojado entre Venus y Ia Tierra, etc.
Estos depósitos culturales eran pues el archivo de cada tribu, ahí grabaron también sus mapas territoriales, y los planos locales, y los bellos mapas estelares con profusión de astros identificables, porque también fueron astrónomos, la localización de 69 observatorios lo demuestra, ahí están todavía y algunos siguen funcionando correctamente después de miles de años de creados, y también siguen siendo exactos los calendarios de piedra, donde se indican solsticios y equinoccios y el avance del planeta en la órbita terrestre diariamente, lo que nos revela que fueron agricultores, porque para eso sirven originalmente los calendarios, para sembrar, regar y cosechar en tiempos correctos, agricultura incipiente, doméstica, no digo que tuvieran grandes sembradíos, como mal entendió alguien, pero cultivaban chile, frijol, calabaza, tomates, cebollas y espigas y vegetates, tal vez también maíz, según lo representaron en otro grabado, aunque tenían el mezquite natural de sus montes para hacer harina para sus gordas sin tener que cuidar las laboriosas plantas del maíz, y con ayuda de esos calendarios atendían también los árboles y las plantas que les daban frutos en ciertas fechas: nopales, pinos, nogales, palmas, magueyes, cactus, mezquites, etc. además de que, mediante la observación directa del cielo día y noche, y de los vientos y de las nubes, desde ahí adentro de esos miradores ellos pronosticaban el clima y se preparaban para recibirlo.
En fin, que hace años se me ocurrió intentar la elaboración de un mapa del territorio que habitaron estos inteligentes señores, un mapa sin pretensiones y a partir de la nada, sólo para uso personal y nomás como ejercicio mental y físico, una pérdida de tiempo, así que me dí a la tarea de crearlo utilizando dichos yacimientos como parajes de referencia, sabedor de que fuera del contorno de su territorio nacional ya no hay petroglifos. Pero luego, con el descubrimiento de los geoglifos ya no fue necesario andar buscando lugares para orientarme, bastó con ver el suelo que caminaba, porque los antiguos cubrieron todo su territorio completamente con diseños hechos con piedras, los 25,000 kilómetros cuadrados que resultaron, más o menos, de los 150,000 que abarca todo el Estado de Coahuila, ahí están todavía en el suelo del desierto, cualquiera puede verlos, y fuera de ese alfombrado con dichos dibujos ya es territorio de otros.
Hasta las piedras, los cerros, la vegetación, el paisaje y el suelo mismo son diferentes en cada nación chichimeca. Otros colores. Tal vez también las corrientes de aire cambian en cada lugar. Cuestión de geología que aquellos antiguos utilizaban como indisolubles fronteras, cuyos países terminaban en las cañadas de grandes montañas, a la orilla de los ríos, en la base de mesetas inalcanzables, desiertos imposibles dc cruzar, etc. Así que con eso de los geoglifos estaba más fácil, ya sólo tenía que mirar el suelo que pisaba, así que trazé el perímetro con ese conocimiento y resultó más rápido mi capricho. Unos cinco años de caminatas y campamentos para probar una teoría.
El corolario es el mapa que anexo. Por si a alguien le interesa. Tuvo vigencia hasta el año 1575. Y adentro del circuito ubiqué los 93 yacimientos que yo conozco, y los otros 207 puntos se los puse nomás al tanteo, porque no sé donde están, y lo que me interesaba era Ia frontera general, para puntear adentro y ver la densidad de 300 yacimientos instalados en un mapa y el tamaño territorial de cada tribu.
La línea perimetral parte del Cerro del Pueblo de Saltillo, por la serranía hacia el poniente 50 kilómetros, hasta donde vivían los Pachos en General Cepeda, la ruta es por el Cañón del Derramadero, ese valle fué la frontera con los Guachichiles, así dice en El Mapa de los Dos Soles, de Narigua, de ahí hay que caminar otros 170 kilómetros al norponiente, hasta El Sol, un rancho ubicado en la carretera a Torreón adelante de Paila unos 40 kilómetros, donde está el último yacimiento de petroglifos por ese lado. Terminan ahí cerca también los geoglifos en un cerro de granito gris y pelón. Luego todo se vuelve arena. Ahí vivieron en los riscos de las riberas de la Laguna de Mayrán oriental, formada con los caudales del Río Nazas libre, y se abastecían de pescado y moluscos y de la caza de aves y ciervos, en este sitio fueron vecinos de los Irritilas al poniente. La frontera voltea enseguida hacia el nororiente siguiendo el contorno de la hoy desértica laguna durante unos 60 kilómetros y de ahí se dirige más hacia el norte, bordeando montañas y cerros por otros 220 kilómetros hasta Candela, extremo oriental del Estado, donde están los postreros yacimientos grabados en grandes rocas solitarias en la base de una muy alta meseta con un solo acceso a las alturas, que se ve peligrosamente serpenteante en la inmensidad de esa enorme pared de muchos kilómetros; y también en un arroyo cercano al pueblo queda huella de un calendario-observatorio que tenían allá.
Era Ia tierra de los Catujanos, también orgullosos componentes de la nación de los Borrados. En un trayecto entre El Sol y Candela colindaron un buen trecho con los temibles Tobosos, últimos rebeldes al yugo español, y ahora ahí lo hacen con los Cuagüiltecos, que rodean amistosamente ese extremo de su pequeño país. El paisaje es diferente en el otro lado del arroyo. Nomás enfrente. De Candela la línea se dirige de regreso al sur por unos 150 kilómetros de seca serranía semidesértica, cubierta totalmente de espinas y de dibujos, que terminan en amplias cañadas neutrales y arroyos secos que las dividen. Hay varios yacimientos de grabados cerca de Mina, N.L. ya famosos por su contenido de carácter astronómico.
Hay otros depósitos diseminados en el camino de esta inmensa orografía, inmensa para el que la camina. Y luego, para cerrar la Iínea del polígono, la frontera continúa durante otros 100 kilómetros más hacia el sur, hasta los grabados de los Cocomulias en los altozanos de Ramos Arizpe, ya frente al valle de Saltillo y último tramo para llegar al Cerro del Pueblo otra vez.
La figura que se simboliza adentro de ese perímetro de 700 kilómetros es idéntica a la de un grano de frijol, visto desde muy alto, y no se parece de ninguna manera a la forma angulosa de picos y líneas rectas que yo necesité para representarla en un plano hecho a pie y a ojo. Antes del Google. La superficie que abarca este contorno es de unos 25,000 kilómetros cuadrados. Es una cifra aproximada también.
Ya colocados los 300 puntos de la fábula con que comenzó esta nota, nos damos cuenta de que era imposible ser nómada ahí, hasta tuvieron sobrepoblación. Así compruebo y demuestro, otra vez, que mintieron los cronistas de hace 400 años que así los describieron. La nación india estaba repartida equitativamente con 80 kilómetros cuadrados para cada tribu y todos estaban viviendo en perfecto orden. Ni para donde caminar, como lo hacen los nómadas del diccionario, sin estar enseguida en el patio de los vecinos. ¿Cuáles nómadas?
caminantel2mx@yahoo.com
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