El terrorismo “light” del México “Intenso”
Adolfo Olmedo Muñoz.
Durante mucho tiempo se argumentó, y aún hoy muchos de los tras vanguardistas culturales, léase, de las pasadas generaciones, apelan en sus conversaciones a un criterio que se puso de moda luego de los cincuentas, donde se nos calificaba como un país del absurdo, dibujado premonísticamente por el mismísimo Franz Kafka, pero la insensatez, la aberración y extravagancia de nuestro querido país, superó con creces, al correr del tiempo, los presupuestos kafkianos, como podemos confirmar con cualquier nota de los nefandos medios de comunicación, impresos y electrónicos, con , “noticias” de cualquier día.
Por ejemplo, ¿qué le parece esa nonata? (desconocida hasta entonces… muy original) sentencia de “México anhela vivir en paz” pronunciada nada menos que por el máximo jurisperito de la nación, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, licenciado (seguramente doctor en derecho), Guillermo Ortiz Mayagoitia.
La ocasión lo ameritaba, había que darle prosapia a la inauguración del segundo periodo de sesiones de nuestro máximo tribunal. Durante la jornada, dio a conocer algunos de los temas que habrá de sancionar la corte, con lo cual, dijo, tendrán, tanto las salas como el pleno, “la oportunidad de contribuir a la solución ordenada y civilizada de los conflictos que se nos plantean, con la firme convicción de que nuestra labor contribuye señaladamente a la convivencia armónica de los mexicanos”.
La jornada de derroche de sabiduría jurídica se inicia con la revisión del juicio que promovió el Procurador General de la República (sin duda otro probo hombre de letras de la ley, la justicia y la equidad), Arturo Chávez, “en contra de la reforma al código civil que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo” o sea a los jotos y lesbianas, a quienes les dan incluso la opción de poder adoptar menores, como “pareja”, en lo que se le ha dado en llamar “matrimonio”, con lo cual, para empezar, habrá que pedir a la Real Academia de la Lengua, que cambie el diccionario por lo menos.
Independientemente del tema del cada vez más descarado y cínico avance de los “puñales”, la corte parte del proyecto de sentencia que pergeñó el ministro del propio aparato judicial, Sergio Valls Hernández, con la propuesta de que se declare constitucionalmente válidas ese tipo de uniones como “matrimonio” y además, ¡que puedan adoptar!.
Esto, “esto”, constituye un minúsculo ejemplo del relajamiento social en que se hunde la sociedad contemporánea, preocupada más por el hedonismo, el egoísmo y un materialista oportunismo existencial que ha propiciado salvajemente el incremento de la lucha del hombre contra el hombre.
Pero este asunto es como decimos antes, un simple ejemplo, la sociedad mexicana vive intensamente, quizá de manera expresionista, si pudiéramos compararla con formas plásticas.
El cinismo, la inmoralidad, la vergonzante discriminación, la ignorancia, la infidelidad (a todo, no tan sólo a la promesa de relación imperecedera con las parejas), son “virtudes en una sociedad en la que el que tiene más dinero y con él el poder, es “mejor ciudadano” que los demás, sin importar que sea un homicida, un corrupto, un violador, un déspota, un “junior”, un mediocre afortunado de la plusvalía del desarrollismo, o, simplemente un político, todos son excremento en una sociedad cuya ignorancia supina le impide ver que ha sido incapaz de tomar las acertadas decisiones en la política.
El sistema se construye desde arriba. Lo que menos le importa al sistema son los “de abajo”, pero porque los “de abajo”, el pueblo, ha dejado hacer y deshacer a quienes se apoderaron del sistema.
El sistema es una superestructura que se construye pieza a pieza; el “sistema” lo somos todos, siempre y cuando, se actúe como un todo, lo que tampoco ha sido posible hasta ahora, por la perversa facción bandolera de testaferros oportunistas o lacayos de los poderosos que los hay en todas las esferas de los sectores llamados: público, privado o social.
Todo se remite a la ética, a la moral, al honor, a la hombría de bien o simplemente a una civilización humanista, no salvaje, por más pintoresca que se nos quiera hacer ver.
Y como en el tema del inicio de este comentario, todo se puede resumir en un ejemplo, sobre un asunto tratado por un gris, anodino apátrida, un tal Jorge Ramos, un comunicador, prototípico fariseo de aquellos que creen que no se puede hacer periodismo sin escándalo o sin excrecencias, y que en cambio ocultan que el periodismo, y la comunicación en general: se compra y se vende al mejor postor.
Este personaje, obviamente patrocinado por alguien, que desde luego no muestra la cara, aunque subliminalmente enseñe las nalgas, realizó (…bueno…) una entrevista con Enrique Peña Nieto que fue luego difundida por Internet, al estilo de esos que usa Acción Nacional para sus campañas… políticas.
Pero que a últimas fechas ha estado siendo usada también por otra caterva de pillos de diferentes “denominaciones”, pandillas por demás asquerosas de pillos tanto de derecha como de “izquierda”, enquistadas ahora en grupos que se disfrazan de demócratas modernos integrantes de “asociaciones” ideológicas.
Pamplinas. Sobre todo el partido que dirige el chaparro desde Los Pinos, ya no saben como continuar la sucia campaña de desprestigio, contra aquel que más miedo les infunde.
No, no es en realidad Andrés Manuel López Obrador, a ese ya lo flanquearon con el carnal de Tin Tan, además de infiltrarlo de petiteros exmiembros del sector educativo, aunque no nos atreveríamos a decir que Elba Esther Gordillo sea capaz de eso, ¡y más! Dirían los enterados.
La… suciedad con la que llevan a cabo la campaña de desprestigio es tan transparente que no circuló por mucho tiempo, pues bien pronto se percataron que no causó el efecto que esperaban. Por el contrario, fue tan obvio el ataque, que se tornó en contraproducente, o como dicen los mediáticos: “disfuncional”. El pueblo diría: “les salió el tiro por la culata”.
Entúpidos planteamientos disfrazados de preguntas como: ¿De qué murió su ex esposa y cuánto duró enferma?; o amañadas interrogantes sobre el origen de su condición económica: ¿Cuánto ha ganado en toda su carrera de servidor público?; ¿Cuándo y cómo conoció a su actual esposa?
El ingenuo comunicador hace tan burdamente su trabajo de sacar las castañas con la mano del gato, que pretende amarrar navajas, pero con preguntas idiotas… “López Obrador dice que…”, subestimando la inteligencia del más fuerte aspirante a la candidatura presidencial por parte del PRI.
Pero si todo esto se ve barroco, por no decir que las extravagancias nos han desbordado. La “lucha”, “contra la delincuencia organizada” se ha consolidado como una forma más del terrorismo institucionalizado en nuestro país.
Y no exagero al decir terrorismo institucionalizado, pues es únicamente el estado el que habla y da muestras de su debilidad ante las fuerzas antijurídicas. De las cuales no tan sólo podemos o debemos hablar del narcotráfico.
La corrupción es omnisciente, asfixia a la economía, la política, la cultura, el deporte, y a la sociedad misma que no está dispuesta a cambiar sus hábitos de corrupción, pues sabe que el Estado no cuenta con un aparato de justicia que le garantice que, el obrar bien le sea premiado y no como sucede ahora, que sólo los mañosos son los que ganan en nuestra sociedad.
El terrorismo ha permeado nuestra cultura, ya podemos hablar de un terrorismo a la mexicana; ladino, farisaico, hipócrita o simplemente “Light”; ni de chile, ni de dulce ni de manteca, sino todo lo contrario… Con un valemadrismo tan intenso y tan fuerte como la capacidad mórbida de otros terrorismos de adeveras.
La causa, desde luego la hallamos en el carácter tan intenso del mexicano, que sabe que cuando la cosa va en serio, no lo para… ni madre. Pero cuando nuestra raza de bronce otea que todo es “chunga”, pues simplemente todo, le vale … ídem.
Total, como dijo aquella: “Qué tanto es tantito”… pues casi lo mismo que: “ahorita” acabamos con la delincuencia organizada.
P.D. Para Guillermo Ortiz Mayagoitia: También los gringos quieren la paz… La paz de los sepulcros para los mexicanos, y usted no se ve que esté “enterado”.
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