En la salida, a Humberto lo
conducen por un campo minado
Jorge Arturo Estrada García.
Así como es difícil llegar a gobernador, es aún más difícil salir sin sobresaltos. Además, en el México actual, se requiere trascender como un activo valioso para su partido a nivel nacional. En material de grandes ligas. Y de esta forma, darle viabilidad a su carrera política. En Coahuila no se percibe trabajo inteligente para construir y cuidar la salida exitosa y lucida de Humberto Moreira.
No le prepararon la salida. Ni se la preparan. Y el tiempo corre. Humberto se va pronto. En unos meses. Y sus principales funcionarios están inmersos en subirse al tren de Rubén. Y ocupados en llenarse de activos en el banco o en Monterrey, San Antonio, Texas y en los fraccionamientos residenciales.
Se desviven por Rubén y descuidan a Humberto. Para ellos Rubén es el futuro. Y Humberto ya es el pasado. Es su futuro, el personal. Quieren otros seis años aunque fueron pésimos como colaboradores, como funcionarios y como amigos. Son unos traidores y desleales.
En estos momentos, Humberto está encajonado. Le robaron su audacia. Al no posicionarlo a nivel nacional lo despojaron de su máxima carta de negociación para trascender y para facilitar su propia sucesión. Le cortaron las alas y ahora está subordinado a las conveniencias de las nomenclaturas. Tanto de las que apoyan como de las que se oponen a Peña Nieto. Lo convierten en un peón en lugar de una torre o un alfil, en el ajedrez político priísta nacional.
La audacia fue una de las grandes características del gobernador. Así llegó al cargo. Respaldado al límite por colaboradores incondicionales. Los que trabajaron con él cuando nadie les daba posibilidades, los que lo llevaron al Palacio Rosa. Los que fueron marginados del gabinete. Alejados.
En contraste los miembros del Grupo Saltillo, encumbrados ahora, y demás incrusta- ciones son de sangre muy tibia, por decirlo de alguna forma. Les falta la convicción y dedicación a un proyecto, de la partida de profesores que encumbró a Humberto.
El gobernador es percibido en la escena nacional, como un personaje menor de la política. Como un personaje local. Aislado y sin liderazgo fuera de Coahuila. Su equipo no comprende los tiempos y las circunstancias. Y tampoco le dedican esfuerzo y talento. Dejan pasar las áreas de oportunidad.
Con un estilo peculiar. Humberto ha destacado por su intenso trabajo. Siempre busca hacer más. Su conocimiento profundo de los coahuilenses y de su territorio genera su atención casi inmediata a las problemáticas. Sus funcionarios difícilmente le siguen el paso. La planeación es deficiente. Frecuentemente las obras terminan costando de más y con defectos. Lo que lo mete en problemas financieros injustos.
Estas negligencias, serán la sustancia de los golpes que recibirá el gobernador al desatarse su sucesión.
Jorge Alanís es el responsable de la pérdida de competitividad de Coahuila en el mercado mundial. Nunca trabajó en el diseño y apertura de nuevos clústers que aporten viabilidad económica a la entidad. El déficit de empleos ronda los 100 mil. Los recuperados son con salarios más bajos. A nivel de 2007 en las manufacturas y del 2000 en los servicios.
Creció la informalidad. Los empleos de calidad se esfumaron. Ahora presumimos cifras que debieron alcanzarse en el 2007. Perdimos el impulso y maquillan las cifras. En China ya ganan 10 por ciento más que los obreros automotrices de Coahuila. Sólo ofertamos mano de obra barata, terrenos regalados con exenciones fiscales y vialidades e infraestructura gratis. La Detroit de México se deteriora rápidamente. Las armadoras quebradas, nos llenan de orgullo mientras tratan de salvarse pagando poco a los operarios locales. Apostamos todo a las industrias obsoletas y no abonamos ni un paso al futuro. Y Alanís todavía mantiene su tono triunfalista.
El gobierno estatal vive una complicada situación financiera. Incomprensible para una administración que ha ejercido un presupuesto de más de 130 mil millones de pesos en cinco años. Esto es 10 mil millones de dólares, para darnos una idea.
Se han destinado alrededor de 30 mil millones de pesos a la obra pública. El resto, 100 mil millones, para soportar las nóminas, gasto corriente, programas, etcétera. Es una cifra enorme.
Un puente les cuesta 40 millones en promedio, se harán entre 70 y 100 puentes de la gente... Serían sólo 4 mil millones de pesos de los 30 mil millones destinados a inversión pública. Entonces por qué sufren para pagar a contratistas y proveedores. ¡Las obras se detienen por falta de pago a los albañiles! ¿Qué pasó?
El gobierno estatal se ve forzado a contratar más deuda pública. Y a heredarla. Los desperfec- tos de “Alex” y “Bonnie”, y los pasivos con proveedores los orillan a ello. Serán créditos a 15 y 30 años de plazo. Falló la planeación. Se hicieron mal los presupuestos y las licitaciones. Además la administración financiera no estuvo a la altura de los proyectos del gobernador. Víctor Zamora, inexperto en estos temas, deberá sacar adelante lo que le heredan Javier Villarreal y Jorge Torres.
Hablamos de la mala planeación y el pésimo proceso de licitación y supervisión. Las obras salen carísimas, defectuosas, con retrasos. Todo esto mete ruido y quitan lucimiento al trabajo realizado por Humberto Moreira. Ismael Ramos ni se inmuta, cinco años se mantuvo cerca de su escritorio y lejos de los lugares en donde se construyeron miles de obras de todos tamaños. Sólo en caso de tragedia, se aparecía para cumplir, a medias, una encomienda directa del gobernador.
El fiscal Jesús Torres Charles agotó el rollo de las excusas y la repartición de culpas. De nada sirve que Moreira destine miles de millones a la Fiscalía, si allí no se trabaja con eficiencia. Los asesinatos de 64 jóvenes en Torreón en los últimos meses, resonaron a nivel nacional. Y dejaron al descubierto a su jefe. Humberto es fuertemente criticado por evadir a los medios nacionales ni dar la cara. Los malos resultados del fiscal atrajeron los reflectores sobre el gobernador. Y éste sufrió un gran desgaste en su imagen.
En Desarrollo Social, Jorge Torres no termina de acomodarse. Se percibe como pez fuera del agua. Él no está acostumbrado a seguirle el paso al gobernador, que está en su elemento. Lo suyo no es el contacto con la gente de los sectores más vulnerables y se nota.
Armando Luna debe cuidar lo que sucede en los Ceresos de Coahuila. Los federales examinan con lupa a varios de ellos. Luna ha resultado un personaje tibio, que no resuelve las cosas antes de que le estallen a Humberto.
En suma, es evidente que no le cuidan la salida al gobernador. No le abren camino. Lo llevan por campo minado.
Muchos funcionarios se perciben como traidores y holgazanes. Estrenando casas y ranchos. Sorprendiendo a vecinos, conocidos y desconocidos con asombrosas mansiones. Autos y viajes de lujo. Y trenes de vida de magnates. Engordan sus carteras con negocios al amparo de sus puestos sin pudor alguno. Sin respeto alguno a la población y a su jefe.
De esta forma, los reflectores nacionales nunca son para lucimiento de Humberto. Lo bueno, sólo se sabe en Coahuila. Aunque a veces de tanto repetir las cosas con poco talento y eficiencia, los mensajes se vuelven en contra. Y causan más daño que posicionamiento positivo.
Así, se ha ido generando una percepción parcial. La de un quejoso y conflictivo personaje. Que como gobernador evade sus responsabilidades, y que se esconde cuando aparecen los problemas. Listo para aparecer con reclamos y excusas y presto para no dar la cara en medio de los conflictos. Ineficiencia o colusión, externan los opinadores e intelectuales del país. Lo mandan al viejo PRI, en lugar de apuntarlo como un activo valioso del nuevo PRI.
Lo alejan de la oportunidad de participar con ventaja en el proceso de sucesión presidencial. Lo subordinaron a Peña Nieto, no lo posicionaron como alternativa más fresca, menos artificial, con mejores resultados y con un carisma más directo con la población. Y además un enorme talento para conectar con las más amplias capas sociales. Sin la voz engolada y la actitud de Luis Miguel que caracteriza a Peña Nieto.
Lo perfilan para ayudante de Peña Nieto. Y no como un fuerte aliado. En un proyecto ajeno lo pondrán a picar piedra como decenas de priistas que buscan lo mismo, y ya hacen fila. Hacerse útiles a los ojos del gobernador mexiquense.
Mientras, los colaboradores cercanos trabajan para el futuro, descuidando el presente. Desbocados, Eduardo Olmos y Jericó Abramo se promueven descaradamente. Maniobran para que Rubén no llegue y que alguno de ellos sea el candidato a suceder a Humberto.
Por otra parte, Jorge Torres e Ismael que sueñan en el interinato. No cumplen los requisitos del PRI. Y le cuentan los días a Humberto para que se vaya anticipadamente. Sus colaboradores también se reparten posiciones en el despacho, sueñan con ser secretarios particulares o privados, y planean negocitos para ordeñar el presupuesto.
Con la salida descuidada. Con la proyección nacional descuidada. Los 500 mil votos del PRI en Coahuila, integran la mano a la que le apuestan en la sucesión. Los expertos del moreirismo, señalan que Peña Nieto no se arriesgaría a perderlos, en su carrera a Los Pinos. Y que no se opondría a la candidatura de Rubén.
Pero esos votos se van a requerir hasta en 2012. No en 2010 o 2011. Y cualquiera que sea gobernador priísta en ese momento, sea Jericó, Olmos, Pimentel, Arizpe o Guerrero ofrecerán lo mismo. Con la diferencia que le deberían el cargo a Peña Nieto o a los grupos de poder nacionales, y no al gobernador.
Rubén es el mejor candidato con el que cuenta el tricolor en Coahuila. Es el natural y el mejor calificado. Sin embargo, su eventual salida del PRI, operaría en contra de Humberto. Sería una contienda muy disputada. La división de votos priistas le daría oxígeno al PAN y PRD, y más en alianza. Y si pierde Rubén, la derrota sería también la de Humberto. Un opositor a ellos sería el gobernador de Coahuila. Un riesgo enorme y casi el fin de su carrera.
El campo está minado, la guerra y la sucesión están desatadas. Los escenarios cambian rápidamente. No hay margen para seguir cometiendo errores. Hay que blindarse. No se debería permitir que pase lo mismo que sucedió con Oscar Flores Tapia. Quien tuvo una salida estrepitosa.
Y que tengan que pasar 30 años para que Humberto Moreira sea reconocido, como un gobernador que trabajó intensamente y que transformó el rostro de las ciudades de Coahuila. |