Un circo el cabildo de Torreón
Manuel Padilla Muñoz.
En Torreón, las sesiones de cabildo se han convertido en un circo debido al bajo perfil, capacidad intelectual y política de sus miembros. Recordemos que en un circo hay payasos, animales y trapecistas.
En su incapacidad, el colmo ha llegado a que los propios ediles se acusen mutuamente de rebajar el nivel del debate a que han llegado en este primer año de su función como supuestos representantes populares y sus reuniones las han convertido en “maratónicas, donde prevalece la mofa y alusiones personales, lo que no permite el análisis de los numerosos temas que son de interés y beneficio para la ciudadanía”, según lo relata el más importante diario de la Comarca Lagunera.
No es una percepción personal de quien esto escribe. Algunos diálogos de la penúltima sesión de cabildo, donde se abordó el tema de la concesión por 42 años del estacionamiento subterráneo de la Gran Plaza, nos brinda una excelente muestra: “Yo le quiero aclarar al regidor Walss -dijo la síndico priista, Lucrecia Martínez- porque me da la gana; sus aseveraciones con respecto a las imputaciones que hace relacionadas con mis familiares que ganaron la licitación de la concesión. Porque él siempre habla y habla, y le estoy aclarando porque me da la gana, igual que le aclaro al indeseable regidor Marcelo (Torres)... Les quiero decir que ya me están cayendo gordos y yo no tengo por qué estarlos soportando”.
El polémico regidor panista Rodolfo Walss se negó a responder: “Porque no me da la gana” dijo a la síndica del Ayuntamiento que prefiere que la llamen “La Quecha”. Luego terció el regidor priista José Reyes Blanco: “Yo sólo le quiero decir regidor- refiriéndose a Walss- que ya estamos hartos de sus rollos” y le recordó la concesión que se dio del Parián de la Cosecha, por 50 años, sin enviarla al Congreso, en tiempos de la administración municipal panista de Jorge Zermeño.
Todo ello salpicado con las porras de los asistentes, priistas y panistas, que son los “patiños” de los payasos.
Por falta de espacio suprimimos las participaciones de la regidora María Castro, “dirigente” de colonias populares que también son para provocar hilaridad.
De antología literaria el nivel de discusión de nuestros ediles. Hasta el alcalde Eduardo Olmos Castro los conminó a mejorar el nivel de discusión y análisis. Pero es un clamor en el desierto porque su cultura intelectual y política no va más allá del de la Pequeña Lulú.
La decepción de los torreonenses sobre la ineficiencia de nuestros ediles es casi generalizada. Algunas opiniones de los llamados “líderes de opinión” nos brindan claro ejemplo:
“El balance de los regidores no es positivo, de acuerdo con el Ipac y la Coparmex, sino que, por el contrario, en lo que va de la Administración los funcionarios han estado, en general, más ocupados en tratar sus asuntos personales que en resolver los problemas del municipio.”
Moisés Picazo, consejero de la asociación, Información y Participación Ciudadana (Ipac): “Los regidores no están cumpliendo con la función de representar a la gente, sino a grupos facciosos que están ahí por el puesto y el sueldo, pero sin una intención de resolver los problemas ciudadanos. Su función deja mucho que desear, se tiene que cambiar el modo en que se integran las planillas para que sean, efectivamente, representantes de la ciudadanía, la gente actualmente no encuentra respaldo en estas personas”.
Víctor Alducin, de la comisión de honor y justicia de la Coparmex: “El cargo de regidor es visto como un premio y no como una responsabilidad… Si hubiera transparencia y voluntad para rendir cuentas, sería distinto, pero este tipo de debates de primaria se van a seguir dando, no hay un trabajo de altura porque desde la primera autoridad, desde el Alcalde, no hay transparencia”.
Los ediles panistas se quejan de que los priistas les aplican el “mayoriteo” para autorizar únicamente lo que proponen los del ahora partido gobernante. Su memoria es tan enana que olvidan que ellos mismos, los panistas, hicieron exactamente lo mismo en las dos anteriores administraciones municipales. PRI y PAN son igual de malos para gobernar; por algo son hijos del mismo padre.
Justo es reconocer que el más capacitado es el regidor panista Rodolfo Walss Aurioles, considerado “la piedrita en el zapato” para los priistas y que muchos de sus argumentos son ciertos y serían muy saludables para la vida política y social de nuestro municipio, pero lo descalifica su carencia total de sinceridad si ésta se considera como la perfecta correlación entre lo que se dice y lo que se hace. Rodolfo Wallss no hizo en la pasada administración de “tontoloco” José Ángel Pérez lo que ahora está haciendo, cuando fue el virtual vicepresidente de Torreón y controlaba a su jefe. Eso lo descalifica. La verdad es que ahora está aprovechando los reflectores de los medios de comunicación porque busca ser diputado local o federal; recordemos que ya trató de hacer un “madruguete” para lograrlo pero le falló.
En realidad, son muy pocas las excepciones -dos o tres, cuando mucho- de ediles que están preparados debido a que, tradicionalmente, los cargos de regidores y síndicos han sido cuotas de poder a los partidos políticos, a los grupos y a los sindicatos y no representan a nadie. Es el viejo esquema del priismo autoritario.
¿Cómo detenerlo? Modificando la forma de elegir a los llamados representantes populares en el cabildo; que no sea la elección para alcalde por planilla porque los ediles son simples damas de compañía. La elección de esos representantes debe ser por sectores de la población; que sean los ciudadanos los que elijan a sus ediles. Ello permitirá mejorar y recobrar la confianza de los ciudadanos en su cabildo: de esta forma podrán tener una verdadera representación popular y se daría el tiro de gracia al nefasto “mayoriteo”.
¿Y los trapecistas? El propio alcalde es el mejor ejemplo pues se ha columpiado de un puesto a otro y ahora se rumora que podría dejar la alcaldía para integrarse al nuevo gabinete estatal en la segundo quincena de diciembre. En lo personal no lo creo. La profesora y regidora Blanca Maltos, que del partido Nueva Alianza saltó al PRI y ahora todo indica que va a “chapulinear” y será candidata a una diputación local.
Ha llegado a tal grado el cinismo de algunos ediles que, en la anterior administración, un edil se “tiraba” a su escultural secretaria en el escritorio de su privado. No me lo contaron, lo presencie. Por eso y los amoríos de José Manuel Villegas, entonces llamado “el regidor del empleo” ya que todas las damas que buscaban trabajo tenían que pasar por su oficina, a la sala de regidores se le llamaba “la sala del amor”.
Los ediles torreonenses ganan 30 mil pesos mensuales, lo que no corresponde a resultados de su trabajo que es sumamente raquítico. Ellos deben ser legisladores, hacer reglamentos, vigilar que se cumplan así como supervisar a los funcionarios municipales. Los ediles nunca han elaborado un reglamento porque no tienen capacidad. Los de la pasada administración estaban igual o peor. El único reglamento que elaboraron fue el de vialidad y no fue más que una mala copia al carbón de los de otras ciudades. Si les pagaran por resultados, se morían de hambre. Pobrecitos.
Aparte, los ediles reciben 16 mil pesos mensuales para “ayuda social” y de ello a nadie rinden cuentas; la voz popular asegura que los que más ayudan reparten la mitad y la mayoría se queda con todo. Los panistas, dicen, son los más “agarrados”.
En algo tienen que ser expertos y los mejores; en hacer negocios personales a la sombra del poder, a eso nadie les gana. Por eso muchos buscan ser ediles: nada de trabajo, pésima capacidad pero jugoso sueldo y negocios personales.
Los ediles, en cuanto toman posesión, sufren una profunda metamorfosis; cambian su estatus económico, sus autos se transforman en modelos del año; cambian su vestuario y hasta su forma de hablar, de caminar y tratan despóticamente a la gente a la que una vez le rogaron su voto y ahora los ignoran.
Características del actual cabildo: Bajo, muy bajo perfil de sus integrantes y, por ende, de su desempeño político. Uso faccioso del poder y de los dineros públicos. Su credibilidad está por los suelos. Los ciudadanos ya no creen en ellos porque se ocultan muchas cosas, cuando no se actúa en beneficio de la ciudad.
A fuerza de ser sinceros, no consideramos justa una afrenta tan grave al pueblo de Torreón por parte de estos especímenes de la fauna política.
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