Las alianzas de la derecha
Alejandro Robledo Flores.
En diciembre pasado, los mexicanos fuimos víctimas de una artera agresión de los diputados federales: el aumento de impuestos y la creación de otros más. Este hecho fue posible gracias a la “alianza parlamentaria”, que no fue más que un acuerdo cupular entre las elites del PAN y del PRI, que desde hace años son integradas por los mismos grupos beneficiarios del poder y de los negocios al amparo de éste.
Los argumentos que se dieron para justificar la agresión fueron mentirosos: “Es por la estabilidad del país”, gritaron a coro los panistas, “Tenemos que ser responsables y votar por el aumento”, arguyeron los priistas, y así acordaron el golpe a la ciudadanía que supuestamente representan.
Hubo honrosas excepciones de diputados priistas que votaron en contra de estos aumentos de impuestos, tal es el caso de Rubén Moreira y su bancada, y de algunos diputados de Veracruz y Oaxaca. Pero fueron muy pocos para detener a los mafiosos.
Parece ser que los mexicanos ya nos acostumbramos a las agresiones de “nuestros representantes populares”, por eso al paso del tiempo se han ido olvidando los agravios, debido a que los medios de comunicación se ocuparon de noticias “más” importantes, como las bodas gay o las alianzas del PRD y el PAN. Las cúpulas partidistas dejaron la polémica sobre los aumentos de impuestos, para iniciar el circo de la descalificación.
Un par de meses después de consumada la agresión, se dio a conocer que la negociación para subir los impuestos fue acordada, firmada y festejada por el Presidente del PAN, César Nava, y por la dirigente del PRI, Beatriz Paredes. El testigo de honor de esta unión matrimonial, fue el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y el principal beneficiario fue Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México y precandidato priista a la Presidencia de la República.
Luego supimos que Beatriz Paredes se comprometió, con apoyo de Peña Nieto, a que los diputados del PRI votarían a favor de los aumentos de impuestos que proponía el PAN y el Presidente Calderón, a cambio de evitar los cuestionamientos a Peña Nieto y a su gobierno, y que en el 2011 no hubiera alianza del PAN-PRD en el Estado de México e impedir las mismas en otros estados como Oaxaca.
También el PRD de Jesús Ortega, que cuando no es cómplice del PAN está entregado al PRI, fue palero de estas negociaciones, pues no las denunció ni hizo algo para impedirlas, porque fue uno de los beneficiarios en la repartición del botín de este oscuro acuerdo y sacó dividendos electorales.
Es sorprendente cómo la clase política mexicana se ha amafiado para mantener el poder, sin importarles los problemas del país y la deplorable situación de millones de mexicanos. Pero también sorprende que los ciudadanos toleremos estas agresiones. En cualquier otro país, estos hechos habrían provocado un gran escándalo político, y los involucrados hubieran tenido que rendir cuentas o renunciar.
Me pregunto: ¿Es válido que Peña Nieto negocie aumentos de impuestos a cambio de impunidad y protección para su persona? ¿Es correcto que César Nava y Beatriz Paredes afecten a los ciudadanos a cambio de ventajas electorales?
En espera de las respuestas, me quedo con una frase que una anciana dijo en una protesta en el Distrito Federal, y que resume bien lo que muchos mexicanos pensamos de estos oscuros pactos que las cúpulas partidistas hacen a nuestras costillas: “¿Impuestos por votos? Chinguen a su madre”…
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