“El humanismo neoliberal es un humanismo de morgue,
de autopsia, de vivisección, de despellajamiento”.
Raquel Tibol.
Adolfo Olmedo Muñoz.
Alguna vez escuché por primera ocasión, una frase que me provocó nausea, pero que con el tiempo y las subsiguientes menciones, por parte de aquellos expertos politólogos naturales que surgieron en el periodismo de la segunda mitad del siglo XX, la fui comprendiendo más, sin que esté de acuerdo con el contenido, por más veraz, contundente, frío y natural que pueda parecer. La frase tiene mucho que ver con las actitudes de los políticos, que cada vez se apartan más del sentimiento social y crean su propia burbuja, desdeñando incluso, las frases que como ésta, los dibuja por entero. “La política es el arte de tragar mierda sin hacer gestos”, de lo que se concluye luego de un silogismo simple, que es más político el que más mierda come, o bien que es mejor político el que menos gestos hace.
Pero la situación no está como para frases y eufemismos. La verdad es que nos están violando materialmente; y que cada quién se ponga el saco por donde le quepa. En lo personal, detesto la sucia verborrea que han generado las recientes administraciones panistas, tratando de explicar y justificar la injustificable y la difícilmente explicable estupidez de los administradores públicos con que contamos.
Y en esta ocasión, debemos englobar a los priístas y perredistas. De las otras marionetas ni hablo pues, muy a la mexicana se les ha dado una ficticia vida, para inflar la “democracia a la mexicana”.
No es posible creer que de entre toda esa caterva de pillos, del partido que se quiera, haya uno que use, moral y éticamente la cabeza; la de pensar, para pensar en el manido y mal llevado: “bien público”. No es posible que ignoren tan deleznablemente a los ciudadanos, a quienes con su actitud han ido envileciendo cada día más, obligándoles a vivir como ratas, huyendo de escondite en escondite, tratándose de proteger de sus “benefactores políticos” que “juraron” hacer el bien y procurar el… ese… llamado bien común.
No hay una sola noticia halagüeña; no hay un indicio de optimismo en el horizonte, por más discursos que el enano presidente pronuncie, de que se recupera la economía y de que el bienestar está llegando ya a las familias mexicanas.
Hipócritas o estúpidos los políticos y administradores públicos (la inmensa mayoría), porque, en un diálogo más corto con ellos, podrían argumentar que “sus” familias si se han visto beneficiadas y que un sector de la población, “sí” ha sido favorecido. Pero, quitándose la máscara de la hipocresía tendrían que reconocer que es un muy, pero muy pequeño sector de la sociedad el beneficiado y que son estos nuevos ricos de la política actual.
Mientras por un lado envilecen cada día más a la política, creando leyes promiscuas, denigrantes, involutivas, felonas, usureras y avasalladoras, y por otro se cuidan de no “favorecer” la “imagen” de sus contrincantes políticos, promulgando leyes y ordenamientos que favorezcan a los mexicanos, pero sobre todo, que vieran por un futuro promisorio; en cambio, ponen a debate por vía de los oportunistas y corruptos medios de comunicación, basura insustancial y pueriles distracciones.
¿Ustedes creen que por “ingenuidad” supina, el que cobra como Presidente de México, deseó a los mexicanos un “muy buen año”?, o se trata, como creo yo, de una burla embozada en la cínica picaresca ladina del humor negro que distingue al chaparrito ungido.
No hay más, la clase política le ha perdido el respeto a la ciudadanía en todos los ámbitos: Nos han subido los impuestos; al que trabaja le quitan cada vez más dinero devengado con su esfuerzo, lo que orilla a buscar otras formas de tener dinero, sin tener que mantener al parásito burocrático.
Han subido todos lo insumos y en general todos los gastos para sobrevivir en este país depauperado; lo que empuja a la población a emplear, hasta las malas artes, antes que morir de hambre, lo que puede verse también como una incitación “institucional” a la comisión de delitos.
Le han quitado, directa o indirectamente, el trabajo formal a casi la quinta parte de la población económicamente activa. Se degrada la educación, casi desaparece la investigación científica y tecnológica, y cada vez dependemos más de la voluntad o el antojo del exterior.
En cambio nos ofrecen una “reforma política” que de sus propuestas más cobijadas está, ¡la reelección directa de diputados, asambleístas y presidentes municipales! ¡Brillantes!, creen que nos hacen… tontos, argumentando pen…samientos absurdos como el hecho de que los haraganes, parásitos esos, dizque legisladores; necesitan una “escuelita” para que, si en un trienio no pueden con el paquete, en el otro “ya podrán ser mejores” y a eso le llaman “hacer o promover, la profesionalización de la política”.
La “segunda vuelta” en las elecciones presidenciales, es otra de las genialidades que ofrecen como materia de discusión política. Como si no se viera la intención de tratar de convalidar la mediocridad de resultados de elecciones que han obtenido los panistas, a pesar de oscuras componendas antipatrióticas, del interior y exterior del país, vía cibernauta o de recursos financieros de muy ignota procedencia; y hasta por qué no decirlo, con cierta complicidad de un priísmo, que a fines del siglo pasado se vio secuestrado por infiltrados, arrinconado y sentenciado, por lo que cobardemente prefirió “abandonar la plaza”, so pretexto de unos postulados “propuestos” desde el exterior: la “alternancia” en el poder.
Por último, quiero reírme del sofismático eufemismo por el que el chaparrito ungido lanza sus campanitas (que pudiéramos sinonimizar calificándolas de “campañitas”) al vuelo por éste que se apresuró en calificar “año de la patria”, pues según esto, para él “el 2010 será un buen año para México, porque además es el año de la Patria, en que celebramos nuestro cumpleaños número 200 como mexicanos, 200 años de ser libre, de ser independientes”, y luego agregó desenfadado: “deseo que en cada hogar haya mucha armonía, mucha paz y felicidad en este año que comienza”.
Si se tratara de socialitos; de un cumplido dentro de la buena conducta cívica, (también aquí podríamos sustituir, por “cínica”), pues es bienvenido, pero no cabe en la política hacer escarnio ante la depauperación del pueblo, se escucha grotesco.
Ojala y en el curso de este 2010 tengamos a nivel nacional momentos de lucidez, espacios para un racional debate de ideas y la firme voluntad de hacer cambios en bien de la población mexicana. Francamente lo deseo, pero ante el cinismo y la sinrazón de los pronunciamientos que ya desde los primeros minutos de este año, y luego de las primeras puñaladas que en lo económico hemos resentido los ciudadanos comunes, no nos queda más que, en principio, mentarles la madre a los políticos y funcionarios públicos, y ver cómo nos las arreglamos para hacer menos difícil nuestra situación.
De las celebraciones, habremos de pedir que se incluyan, más que “un minuto de silencio” por cada uno de los infaustos acontecimientos, horas de denuncia esclarecedora de traiciones y abusos de autoritarismos (aun inacabados) como el que nos generó la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio en 1847, tan solo 26 años después de que nos independizamos de Europa, pero nos esclavizamos en la propia América.
O qué decir de una posible celebración de 100 años de una revolución cuya divisa fundamental fue “sufragio efectivo, no reelección”, lo que creo que no implica, ni una “segunda vuelta” ni la “elección sucesiva” como le quieren decir ahora a la reelección.
Todo es una mascarada, y si en el arte han surgido ya mentes enfermas que se han cubierto la cara con su propio excremento para llamar la atención, como el tal Nebrada, los políticos que tanto es tantito que se la coman más seguido, tratando de ser “mejores políticos”, de cualquier manera, habemos quienes sabemos que no es todo más que una charada.
La cruel realidad es que en este supuesto año de celebraciones, no nos dejan nada que celebrar; México está enfermo, y ni legisladores, ni estirados jueces venales ni todo el aparato ejecutivo, hacen nada por sanarlo. ¿Será esa la prescripción que nos recetó el externo “doctor fondomonetarista”?
Si es así, una receta más del neoliberalismo globalizador, pues díganlo: No se hagan “pentontos”, ni quieran hacernos ídem. Solo que recuerden: “no hay mal que dure cien años, ni pendejo que los aguante”.