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Febrero 13, 2010
Febrero 2010, No. 251
 
2012: la profecía, el PRI y
la rebelión
 
Mario Alonso Prado Cabrera.
En la celebración del centenario de la revo- lución y bicentenario de la independencia, han sur- gido múltiples agoreros y profetas del deja vú que insisten en el viejo cuento de la maldición secular de un México enfrentado cada cien años a un remecimiento social y político de manera violenta.

Por otro lado, han salido a la palestra políticos, analistas y hasta la Presidencia de la República para recalcar que nada indica que este 2010 vaya a pasar algo más que la continuación de la crisis económica y el ahondamiento de la desigualdad social, pero nada que lleve a un esta- llido que ponga en peligro la institucionalidad del país.

Les doy la razón, en efecto, a diferencia de 1810 no somos una colonia con la metropoli invadida por un poder extranjero y volvernos autónomos mientras pasa la crisis(según el proyecto original de Hidalgo), tampoco nos encontramos como en 1910 bajo una dictadura enmohecida cerrada a cualquier posibilidad de apertura política (recuérdese que a diferencia de los Flores Magón, Madero no lanzó su plan para superar la desigualdad social, sino para quitar a Porfirio Díaz y con ello abrir cauces democráticos bajo el principio de la no reelección).

Y sin embargo nuestra situación es en muchos sentidos más delicada que en ambas fechas, en vísperas tanto de la independencia como la revolución la nación estaba en completa calma fuera de pequeños grupos de inconformidad muy focalizados, nada que ver con el actual clima de verdaderas batallas campales.

En el plano económico y social entonces como hoy las desigualdades eran brutales, pero tanto la novohispana como la porfirista disfrutaban incluso de superávits, al punto en la primera de comprar barcos a España y en el segundo para obras suntuosas como el Ángel, la Universidad Nacional, el palacio legislativo y Bellas Artes, además de construir plazas, palacios municipales y extender las vías ferroviarias a toda la nación, una gran diferencia con nuestra actual situación de agudo desempleo, inflación, poca inversión y cero desarrollo.

Se dice que la capacidad de paciencia de los mexicanos aún es muy grande, y no existe un liderazgo claro que aglutine a las masas bajo un discurso subversivo y de revolución contra el sistema por lo menos en estos momentos, por lo cual es casi seguro que en este año no pase nada, pero en los próximos si.

A quienes insisten en la fecha fatídica olvidan que la independencia inició en 1810 con el levantamiento armado, pero un siglo después el 20 de noviembre, fuera de los Serdán en Puebla o los Leyva en Sinaloa (fácilmente dominados), no pasó nada, incluso Madero estuvo a punto de abortar sus planes y exiliarse; la verdadera lucha con Villa, Orozco y Zapata estalló hasta 1911 tras tomar posesión Díaz nuevamente de la Presidencia.

Coyunturalmente los dos movimientos respondieron a situaciones específicas que los impulsaron: uno, la invasión napoleónica a España. El otro, la reelección porfirista. Un siglo después no se observan situaciones similares por lo menos en 2010 y en 2011; pero si en 2012.

Ese año de elecciones presidenciales los agoreros pronostican el triunfo de Enrique Peña Nieto, actual gobernador del estado de México y por tanto el retorno del PRI a Los Pinos tras doce años de gastada “alternancia”.

Con un PAN acabado y una izquierda dividida, los nomios están a favor de que el PRI ocupe nuevamente la Presidencia; esto implica una coyuntura incluso más explosiva que en el 2006.

Todavía se recuerdan los comentarios de entonces de que el voto al PAN y al PRD fueron por el temor a que el PRI se volviera a instalar en la Presidencia por otros 70 años, este temor está a punto de materializarse en 2012. El PRI no ha superado sus viejos vicios: caciquismo, corrupción, corporativismo, compra del voto, espíritu represor, y el neoliberalismo matizado con acciones populistas y demagógicas.

Con Peña Nieto volverá el grupo Atlacomul- co y personajes como el gobernador pederasta de Puebla, Mario Marín; el represor de periodistas y activistas de Oaxaca, Ulises Ruiz; el líder del senado acusado de narcotráfico, Manlio Fabio Beltrones; el cacique de Durango, Ismael Hernández; la líder del PRI, Beatriz Paredes encumbrada gracias a estas gentes, ambiciosa y sin escrúpulos, además de todos los líderes sindicales corruptos, entre ellos Carlos Romero Deschamps, y la inefable Elba Esther Gordillo.

Lo más probable es que una vez en el poder, el PRI volverá a gobernar con total impunidad, y al estilo de Peña Nieto gastando millonadas en imagen ganándose el favor de Televisa y TV Azteca y reprimiendo movimientos sociales como sucedió en Atenco.
Cuando llegue Peña Nieto a Los Pinos de la mano del que ha movido los hilos tras bambalinas en esta última década: Carlos Salinas de Gortari, éste retomará el poder para ya no dejarlo quizás por varias décadas, previo desmantelamiento de los pocos contrapesos creados durante estos años como el IFE al que no han dejado de golpear.

La cuestión es, si el pueblo de México estará dispuesto a soportar nuevamente a un partido que no aprendió de sus errores históricos y apuesta por la amnesia ciudadana para que se olviden o de plano no se recuerden, apuesta peligrosa y que verdaderamente pondría en riesgo la estabilidad del país; pero ya hemos visto en estos últimos años que al PRI eso no parece preocuparle, tan obsesionado está por recuperar la silla presidencial; el resultado no se necesita ser profeta para adivinarlo; ocurrió en 1810, luego en 1911 y con toda probabilidad en 2012.

El tiempo y la inconsciencia de nuestros políticos ambiciosos y de miras estrechas abona nuestra próxima revolución.
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino