Los pleitos de Jericó
Hace algunas semanas, a principios de julio, mientras Rubén Moreira Valdez hacía campaña para asegurar el voto de los coahuilenses, Jericó Abramo Masso “asesorado” no sabemos por quién, hizo publicó el pleito que soterradamente se viene dando entre los constructores de vivienda y los latifundistas urbanos saltillenses. Obviamente el sedicente alcalde de Saltillo, sin cuidar las formas derivadas de su cargo público, tomó partido al lado de su sector: los constructores de casas.
Envalentonado con su autoridad y su “popularidad” mediática pagada con el erario saltillense, Jericó Abramo denunció que diez personas son los propietarios del 80 por ciento de los predios baldíos que hay en Saltillo, pero el “valeroso” junior omitió los nombres de los latifundistas que se enriquecen con la especulación de terrenos e impiden el desarrollo de Saltillo.
Aún con esa omisión dijo que evitaría la especulación, amenazando a los acaparadores de tierra urbana con aumentar el impuesto predial a los terrenos ociosos mayores de una hectárea, según él como lo hicieron en Querétaro para que los utilizaran o a vendieran.
Lo cierto es que tanto los constructores de casas como los latifundistas urbanos se han enriquecido a costa de los ciudadanos, unos especulando con los precios de los terrenos y los otros, construyendo pequeños, mal hechos y encarecidos “palomares”, a los que ellos llaman casas, pero que no son más que minúsculas construcciones de hacinamiento familiar.
Ambos, constructores y latifundistas, son protegidos por las instituciones que proveen de crédito a los trabajadores asalariados: Infonavit, fovissste, y todo lo que se les parezca. Pero Jericó nada dijo sobre esta práctica de enriquecimiento fácil, la que su misma familia ha realizado y que muchas redituables ganancias les ha proporcionado. Se olvidó que él es parte del generoso negocio que se hace en perjuicio de los ciudadanos sin voz.
Pero ese no fue el único pleito en que Jericó se ha involucrado de una manera ventajosa y arbitraria. Al inicio de su “gestión” con el uso de la fuerza pública, esa que sirve para reprimir a los débiles y que le brinda protección a los delincuentes, desalojó a los comerciantes informales de la Alameda Zaragoza que vendían sus productos para ganarse la vida.
Luego, utilizando a los medios, se enfrascó en otra escaramuza con el líder de los transportistas urbanos, Jesús Figueroa, a quien acusó de haberlo amenazado si seguía insistiendo en la modernización del transporte que pretende hacer Jericó, y de la que no se sabe en qué consiste, pero al parecer se trata sólo de rediseñar las rutas urbanas.
También en este caso, Jericó volvió a amenazar con el petate del muerto, y aseguró que si los transportistas insistían en oponersele les retiraría las concesiones, al fin y al cabo éstas eran propiedad del ayuntamiento y él tenía la autoridad para hacerlo.
Entrevistado por los reporteros, Jesús Figueroa, tildó de mentiroso al rigoso e indiscreto Jericó, y para no entrar en el pleito, aseguró que los transportistas estaban dispuestos a colaborar con el municipio para reordenar el transporte urbano. Nada más se dijo, y la amenaza quedó en un simple asunto mediático, tal y como se resolverá el pleito con los 10 latifundistas saltillenses que “especulan con los terrenos e impiden el desarrollo saltillense”. |