Medios de comunicación
y movimientos sociales
Manuel Padilla Muñoz.
Desde hace 200 años, desde el inicio a la Guerra de Independencia, pasando por la Revolución Mexicana y llegando a la actualidad, ha sido abismal la relación entre los medios de comunicación masiva y los movimientos sociales en nuestro país, debido a que los dueños de esos medios aprendieron que deja más ganancias servir al poder, estar al lado de los ricos y poderosos, que del pueblo y sus demandas sociales, que eran de libertad.
Los ejemplos son clásicos y determinantes. Durante la Guerra de Independencia, los exiguos medios de comunicación de la época, trataban a los ahora nuestra pléyade de héroes (Hidalgo, Morelos, Vicente Guerrero, Javier Mina y demás) como delincuentes, hombres de la peor calaña al tiempo que hasta la Iglesia Católica aportó su grano de arena al ex comulgar a varios de ellos, tratando de aprovechar la acendrada fe religiosa de nuestro pueblo.
Igual fue durante la Revolución Mexicana. Para los medios de comunicación y sus aliados, los ricos y poderosos, Villa, Zapata y Carranza, entre otros, no eran más que forajidos, roba vacas, ladrones y violadores cuando solamente enarbolaban el movimiento social de derrotar a la dictadura y la búsqueda de mejores medios de vida para millones de mexicanos.
Hoy, y a pesar de los medios de comunicación, esos hombres son los padres de la Patria y sus nombres pasaron a la historia como benefactores sociales mientras que los tiranos, los que martirizaban al pueblo, al estercolero de la historia, donde deben estar todos los que sumen en la miseria y la ignominia a nuestros hermanos.
La historia reciente es similar. Desde la represión, asesinatos y desapariciones forzadas de cientos de líderes sociales del movimiento del 68 hasta los arteros crímenes de Acteal, Aguas Blancas, Atenco y del movimiento cobardemente reprimido de la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), cuyos responsables, entre ellos el asesino Ulises Ruiz, siguen impunes, merced a una campaña jurídica y política que costó muchos millones de pesos para comprar medios de comunicación, especialmente televisivos.
Ese distanciamiento de los medios de comunicación masiva, que en la actualidad ha multiplicado su número, se ha acrecentado por la misma causa ancestral. Podrá argumentarse en su defensa que, en su momento, cubrieron informativamente esos acontecimientos de nuestra historia reciente, Si, de hecho lo es, pero abandonaron el fondo de los movimientos sociales y se volvieron acríticos, que es lo que más conviene a quienes detentan el poder.
En la mayoría de los casos, los medios invisibilizan o estigmatizan a los movimientos populares y solamente cuando ocurre su crecimiento o triunfo, reconocen entonces su razón de ser y sus aportaciones sociales. El periodismo, además de informativo, debe ser crítico; si no, no es periodismo.
Los actores de estos movimientos sociales, han comprobado que muchos medios de comunicación están al servicio del poder, de autoridades y políticos corruptos y sus aliados poderosos con sus intereses privados, y al no considerarlos como coadyuvantes de sus causas, surge la desconfianza y prefieren crear sus propios medios alternativos de comunicación. Es así como nacen los periódicos y revistas especializadas, planfletos, el graffiti, las radios comunitarias, pancartas y volantes, como una forma para dar a conocer las causas y justificación de sus movimientos de protesta y demanda, aunque haya que reconocer que su alcance es limitado.
Como periodista, podría considerar un tanto injusto culpar de este distanciamiento abismal provocado por una cobertura parcial y a veces facciosa, solamente a los medios de comunicación porque, debemos reconocerlo, existe negligencia de la sociedad al rechazarlos y provocar su propio aislamiento, tratando de aprovechar solamente sus medios muy limitados en materia de propagación de ideas para amplios círculos sociales.
La solución, que se ve lejana, sería que tanto los medios de comunicación y los movimientos sociales que se generen puedan abatir este distanciamiento abismal con la finalidad de ampliar el espectro de ideas, analizarlas y propagarlas con la finalidad de servir mejor a nuestra sociedad mexicana. Solamente así, los mexicanos, en toda su gama de clases sociales, tendremos la oportunidad de mayores y más variados elementos para comprender la realidad social que vivimos, que es incontrovertible.
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