El universo en los pétalos de una flor
José Flores Ventura.
Mientras en el mundo se gesta el drama de la sobre vivencia entre los seres grandes y pequeños que por lo común nos llaman la atención y abarcan la mayoría de los documentales de la vida silvestre, otro drama se desarrolla a escala más pequeña en cada rincón de las rocas, en el suelo y aún en los pétalos de las flores.
En temporada de lluvia cuando las flores emergen por millones en una gran variedad de formas y colores también lo hacen los insectos, muchos de ellos especializados que hacen de ellas su habitación permanente, ya sea porque ahí encuentran su alimento en el polen o porque en ellas encuentran sus presas.
Hace millones de años cuando las flores hicieron su aparición, en Coahuila hace 75 millones de años, se abrió un nuevo ecosistema donde por medio de una simbiosis se beneficiaban tanto las plantas que eran polinizadas con la visita continua de los insectos como éstos del alimento que de ellas obtenían.
En un momento de la evolución los insectos cazadores de otros insectos procedieron a asecharlos desde las plantas para cazarlos aprovechando la visita a ellas para alimentarse, y así se fueron poco a poco adquiriendo adaptaciones que les permitieron engañar a sus presas, entre ellas la mimetización.
En las visitas hechas al campo del sureste del estado cuando éste se llena del colorido de la primavera hemos encontrado sin querer -al fotografiar las variadas flores de este universo- que alrededor o dentro de ellas se desarrollan, por ejemplo, algunas cactáceas del género Echinocereus que por los meses de mayo a abril se abren en grandes racimos por doquier, hemos constatado como dentro de ellas habitan pequeños escarabajos que se alimentan, crecen y se multiplican mientras éstas duran abiertas que es por un mes aproximadamente aunque en una cactácea dura tres días, luego se mudan de una planta a otra para ocupar nuevas flores.
En el espacio de una sola flor se han contabilizado hasta 30 escarabajos y cada planta puede tener hasta 50 a la vez. Algunas aves y lagartijas sabiendo esto también las visitan sacando provecho de la abundancia de escarabajos que capturan con facilidad hasta saciarse, y así se crea una pequeña cadena alimenticia por el breve tiempo que dura la temporada de florecimiento. A esta asociación de planta-escarabajo se le conoce como simbiosis y asegura la polinización de la flor sin requerir tanto de la ayuda del viento, las abejas y mariposas.
Una adaptación sorprendente sucede con algunas arañas del género Misumena que se han adaptado a ciertas flores de la planta del género, esta adaptación incluye la coloración casi igual a la de los estambres amarillos así como en las patas con la misma forma, además de acechar a sus presas posándose con las patas alineadas como los estambres, y cuando llega una mariposa a posarse la capturan con rapidez. En el suelo se hallan restos de mariposas y moscas que atestiguan la eficacia de esta singular forma de cazar, tanto que estas arañas ya no tejen la característica tela que distinguen a sus hermanas de otras especies.
Otra araña también ha olvidado tejer su tela, ésta presenta las mismas características de mimetización que la Misumena, sólo que habita en flores con forma de campana donde se oculta en el embudo en espera de una presa valiéndose de la rapidez para capturarla, pero más que nada a la distracción de éstas a la hora de alimentarse del polen pasando por alto la presencia de la cazadora.
Otras arañas no tan especializadas como estas dos aprovechan las flores para tejer alrededor o entre ellas sus telas, una de ellas en particular hace un embudo de tela por abajo de los pétalos para atrapar los insectos que trepan por la planta hasta las flores.
Además de estas arañas existen muchas especies de insectos especializados en el hábitat de las flores, muchos de ellos se juntan aquí tanto para socializar como para hacer descendencia prueba de la necesaria dependencia entre ambos grupos de seres para poder sobrevivir.
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