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JULIO 2011
Edición No. 269
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Negligencia religiosa

David Guillén Patiño.
“Los milagros solamente los hace Dios”, tal fue la inquietante afirmación que no hace mucho hizo a la titular del programa “Frente a Frente” de TV Azteca, Lolita de la Vega, el subdirector de radio y televisión del Arzobispado de México, José de Jesús Aguilar.

Ante la cara de asombro de la conductora quien, al igual que millones de mexicanos cree, o creía, que la “madre de Dios” hace milagros, el sacerdote remarcó sin reservas que “ningún santo, ninguna santa, ni la Virgen, hace milagros”.

“Oiga, pero eso es muy distinto -habría de espetar la periodista- de la historia que a mí me ha contado mi mamá, o por lo menos las monjitas, y como yo lo escuché desde chiquita... A mí me decían... que los santos y las santas eran los que hacían los milagros. Entonces ahorita me está usted hablando de una situación radicalmente distinta”.

En su afán de ser más claro, el religioso redondeó el asunto: “Ninguna imagen hecha de pasta, de barro, de madera, puede hacer ningún milagro... Ni la Virgen María, ni ningún santo, pueden hacer milagros, mucho menos objetos, ni rituales”.

Sobresale la confesión del clérigo: “Dentro de muchos grupos de católicos, lamentablemente por ignorancia, por falta de información, piensan que una imagen es la que les hace el milagro”.

Aquí caben al menos dos cuestiones obligadas: ¿Quién es culpable de esta ignorancia? Por otra parte, ¿conviene a los intereses de la jerarquía católica mantener desinformados a sus fieles, considerando que en cada fiesta patronal acostumbran ofrendar dinero y bienes al por mayor?

En esa emisión televisiva, José de Jesús Aguilar, con quien hace poco tuve un interesante diálogo, se vio precisado a admitir: “Tenemos que decir que en todo esto hay una religiosidad popular... son más bien cosas que surgen desde el pueblo, al que la Iglesia tendría que tratar de educar”.

Respecto de esto último, me pregunto si la clase sacerdotal no venía desarrollando precisamente esta labor desde la Conquista. ¿Qué no eran los propios clérigos quienes, además de “adoctrinar” y alfabetizar, enseñaban (siglo tras siglo) artes y oficios a la plebe? ¿De dónde pues surge la preocupación de nuestro aludido en cuanto a que hay que “tratar de educar” al pueblo?

¿Será acaso que los ensotanados están soslayando su misión de adoctrinar a la feligresía? Me temo que sí, sobre todo cuando vemos que cada vez más sacerdotes se aficionan a la grilla política, a la pederastia, a la sodomía, etcétera, olvidando su obligación primaria de procurar la edificación espiritual del pueblo católico y, por ende, de salvaguardarlo del fanatismo y de la idolatría, pues ambas cosas suelen ser resultado, precisamente, de no investigar directamente en la Biblia.

A propósito, he aquí uno de los 10 Mandamientos, tal como está escrito en el libro del Éxodo: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso...” ¿Así o más claro?

columna_palabrasmayores@hotmail.com
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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