Presidente mitómano
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Otro engaño de Calderón al descubierto. Desde Helsinki, Finlandia, Gilberto Durán nos pide aclarar que Felipe Calderón no estudió en la Universidad californiana de Stanford sino en Harvard, de junio de 1999 a mayo del 2000, y que no presentó tesis porque el programa que estudió no lo requiere y a eso se reduce la supuesta maestría de la que tanto presume. Este asunto me inquieta más aún que su alcoholismo porque la mitomanía no tiene cura y pone al descubierto que el país ha estado en manos, durante casi cinco años, de quien no para en mientes y el que amén de sus múltiples defectos, nos metió a una guerra diseñada por Estados Unidos para garantizar los intereses de ellos, y no para combatir el crimen organizado. Y si -para nuestra desgracia- militarizarnos y dejarnos en un estado de excepción, constante e intermitente -según sus gustos- para imponer candidatos a modo de sus intereses e imponiendo funcionarios públicos -como Santiago Levy, Alejandro y Martín Werner, Moisés Shuartz, Mario Gabriel Budebo, Agustín Carstens, Jaime Zabludovsky, entre otros- que obedecen a lineamientos del Fondo Monetario Internacional, y favorecer siempre, sin excepción, en cualquier trato comercial o diplomático a EE UU y a un país paria, Israel.
La guerra de Calderón cuesta al país más de 50 mil vidas, 30 o 40% de ellas de gente inocente y más de 68 mil millones de pesos, por otro lado, con este gobierno no sólo se perdió soberanía nacional sino seguridad, tanto de las personas como nacional, de instituciones y empresas. Se perdieron las formas en lo diplomático, porque ahora cualquier funcionario de poca monta, estadounidense o de otra nacionalidad, nos tilda de nación fallida cuando es el gobierno el fallido e institutos políticos como el Congreso de la Unión -Diputados y Senadores- sólo y al parecer son observadores y cazadores de oportunidades partidistas. Han dejado hacer y decir a Calderón, aberraciones y sandeces para capitalizar esos desatinos en sus partidos, sabedores que entre más tonterías diga y haga el Presidente, mayor la posibilidad y más grande la probabilidad de retomar al país desde Los Pinos y Palacio Nacional. Así las cosas en México, una desgracia nacional tener a un mitómano en la presidencia y una clase política de vergüenza.
Y en otro asunto, peor aún para los de Torreón, además de lo anterior, no sé quién nombró cronista vitalicio a Sergio Antonio Corona Páez, un racista consuetudinario que ve racismo de Estado en Torreón y asegura que vio, desventurada y flagrantemente en El Festival de Los Grupos Étnicos en Torreón 1988/2002 el festival del racismo, porque descubrió el por qué se discrimina a los negros, a los chinos y a los indios, sólo le faltó decir “Que porque se sienten igual a él”.
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