La cultura del comer y la salud
José Luis Carrillo Hernández.
Es muy importante tomar conciencia de hacia donde se dirige nuestra población con las formas de alimentación que nos han convertido en uno de los estados con más altos índices de gordura y obesidad, en muchísimos casos con desnutrición o ausencias de ingredientes que la bioquímica del cuerpo requiere para que nuestro cuerpo funcione en optimas condiciones, eso si, una gran cantidad de carbohidratos, grasas de origen animal y vegetal saturadas, azúcares, almidones, y la inmensa cantidad de ingredientes de origen sintético e inorgánico que ingerimos y que la naturaleza de nuestro cuerpo no admite y termina por atrofiar una parte o todo nuestro organismo con su consecuente colapso.
Pero esto no termina ahí, la ingesta excesiva de arroz, pan, tortillas, refrescos, embutidos, botanas y alimentos refritos, así como los taquitos y las hamburguesas entre otros seudo-alimentos que el estilo americano nos ha contagiado por esta desgraciada vecindad que padecemos, nos a llevado a padecer o tener un pariente con enfermedades graves o crónico degenerativas, la mayor de las veces de altísimos costos médicos y de pronósticos reservados, hablamos de la diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer entre otras derivadas de los venenos que el libre mercado y la publicidad nos han hecho creer que son alimentos, sustituyendo la alimentación tradicional de la cocina que las abuelas habían sabido conservar y que hoy está prácticamente ausente de nuestras mesas, convirtiéndose en platillos exóticos y raros, cuando eran de uso común y no engordaban ni producían diabetes ni cáncer, enfermedades que junto a las demás derivadas de nuestros hábitos de consumo han generado un problema alarmante de salud pública de un altísimo costo económico y social.
En este sentido resulta interesante la propuesta de salud pública de Rubén Moreira, la de una cobertura de los servicios médicos a toda la población y promover una mejor alimentación, que aún no dice cómo. Esto muestra las preocupaciones y sensibilidad social del candidato del PRI, al menos así lo hace notar en su publicidad, lo que es bueno, pero considerando las estadísticas, incidencias y tazas de mortandad de la población por estas causas, seguramente tendrán que ir en aumento los recursos que se inyecten a este sector, mientras no revirtamos las condiciones que originaron el problema hay que curar y atender a la gente con calidad, pero sería mejor que la gente no se enfermara.
¿Pero cómo no se enferma la gente? Muy sencillo como dicen los abuelos: lo que no mata fortalece, y el alimento hoy en día es veneno o es nutriente, y en este menú nomás hay de dos sopas, ¿sabrá la gente escoger? Claro que no, o todos los gorditos ya habrían bajado de peso con la reforma simuladora a la Ley de Salud Pública de Calderón, que no impide que los alimentos chatarra sigan consumiéndose en los recintos escolares. Fidel Castro una vez dijo que los niños mexicanos conocían más a Mickey mouse que a Benito Juárez, la verdad es que nuestros hijos conocen más al osito bimbo, al gansito marínela y al payaso de McDonald que a alguno de los héroes nacionales, menos saben de nutrientes y toxinas de los alimentos.
Revertir esta situación sería como una tarea alfabetizadora a toda la población, una nueva cultura de consumo y nutrición, retomando la cocina mexicana o endémica y retirando los aditivos tóxicos que hoy la invaden, sin duda que necesitamos reinventar nuestra cocina, de eso depende nuestra salud. Educar en el comer para no morir de diabetes o cáncer y su consecuente y largo sufrimiento, la tarea es tratar las adiciones del paladar que están enfermando y matando a la mayor parte de la población, las harinas, los azúcares, las grasas, la sal y los químicos son las drogas que más matan al pueblo, ahí están las estadísticas y los hospitales que no se dan abasto ni tienen la calidad médica para tratar con efectividad estos problemas derivados de la alimentación contemporánea de libre mercado, que producen en su gran mayoría las trasnacionales voraces de escasa ética o empresas de familias de apellidos de dudosa mexicanidad.
Apostarle a la Salud y a la Educación son dos elementos que combinados y apoyados por otras disciplinas puedan generar y aplicar programas que aterricen en verdaderos cambios de conducta y de consumo. Seguramente el Estado deberá ofrecer patrones nuevos de referencia alimenticia entre la población con el propósito de ser aprendidos y usados en su propio beneficio, esto implica una serie de acciones que van desde una adecuada promoción de todos los productos naturales, de temporada, y que son realmente nutritivos y no generan problemas de obesidad, así como las combinaciones adecuadas de los mismos para su preparado y consumo entre otras cosas, que van más allá de un simple enunciado con propósitos electorales.
Por lo mismo insisto: la salud comienza por la mesa, y la prevención está en la ingesta adecuada de nutrientes y no en el diagnóstico temprano de las enfermedades. Pero para garantizar el acceso a la salud no bastan las atenciones que el Estado pueda brindar a los ciudadanos si éstos no modifican sus formas de consumo, en este sentido necesariamente tendría que adecuarse la ley y desde el legislativo impulsar iniciativas y reformas que impidan la presencia de los alimentos chatarras en los recintos escolares, así como aquellas que obliguen a los productores de alimentos procesados a señalar en sus etiquetas los daños que genera el consumo excesivo de su producto.
No sé si el legislativo local pueda en estos casos actuar, pero lo que si es claro es que entre los candidatos a diputados locales ninguno representa al sector salud, y mucho menos tienen conocimiento en esta materia por lo que no se puede esperar mucho, sin embargo la salud es uno de los ejes de campaña que más pondera la publicidad, y el candidato ´priista habla de centros de diagnóstico de estas enfermedades por todo el Estado, ¿no sería mejor que la solución preventiva se diera en la mesa o en la cocina de la gente?, sin dejar de pasar por los venenos del supermercado que seducen y dirigen desde la televisión las adicciones que más matan, las del paladar.
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