La crisis alimentaria que comenzó
Alejandro Robledo Flores.
“América Latina produce hoy día, en relación con su
población, menos alimentos que antes de la Segunda Guerra
Mundial... el sistema es muy racional desde el punto de vista de
sus dueños que han vendido el alma al Diablo a un precio que
hubiera avergonzado a Fausto… el sistema es tan irracional para
todos los demás que cuanto más se desarrolla más agudiza sus
desequilibrios y tensiones... La industrialización, coexiste con el
latifundio y la desigualdad... se extiende la pobreza y se concentra
la riqueza en esta región que cuenta con inmensas legiones de
brazos caídos que se multiplican sin descanso...”
Así describe Eduardo Galeano en “Las Venas Abiertas
de América Latina” la realidad del continente hace 37 años.
Vienen a la memoria estas palabras, porque el mundo comienza
a afrontar la segunda crisis alimentaria en menos de cinco años,
provocada por las políticas neoliberales, y quecausan un aumento
desmedido en los precios de los alimentos.
Los factores que provocaron la actual crisis son:
1.- El
cambio climático que repercute en las cosechas.
2.- La elevación
del consumo de las poblaciones de países con economías
emergentes, como India y China.
3.- El incremento al costo de la
energía, en particular el petróleo.
4.- El uso de granos para producir
biocombustibles.
5.- La incapacidad de los países en desarrollo para garantizar la producción de alimentos.
En México padecimos también la crisis alimentaria de 2008, pero el gobierno federal no aprendió
que se debe desarrollar la producción nacional para garantizar el abasto de alimentos y reducir la
dependencia del exterior. Diversos organismos internacionales (BM y FAO) señalaron que uno de los
países que será más afectados en la región es México. La dependencia a la importación de granos para
abastecer el mercado interno y la limitada capacidad de producción de alimentos hacen a nuestro país
“altamente vulnerable” frente a la crisis alimentaria. Ejemplos: actualmente importamos el 33% del
maíz que consumimos, el 55% del trigo, el 95% de soya, y el 35% de arroz.
A todo esto hay que sumarle la pérdida del poder adquisitivo de los mexicanos. Según el Centro
de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, el salario mínimo en lo que va del sexenio de Felipe Calderón
ha perdido 47.1% de su poder adquisitivo. Del 1 de diciembre de 2006 al 1 de octubre del 2010 la
Canasta Alimenticia Recomendable pasó de costar $80.83 a $169.75. Con la eliminación de aranceles
a los productos agrícolas extranjeros que entran a México, Calderón le hizo un favor a las transnacionales,
según él para incentivar la competencia, pero con un campo sin competitividad. Ese plan del gobierno
federal también precisaba que “se mantendrían los precios de la gasolina, diesel y gas”, cosa que no se
cumplió pues el aumento de energéticos ha sido constante. Otro punto del plan era el combate a la
pobreza extrema (alimentaria), pero el último estudio de CEPAL señala un aumento de la pobreza. De
71 millones de personas en extrema pobreza en América Latina, 27 millones habitan en México.
Pese a que Calderón propuso fortalecer la producción de alimentos y la productividad del campo
mexicano mediante el apoyo a los campesinos, hoy el campo mexicano está más abandonado que
nunca: 13 millones de campesinos viven en el umbral de la pobreza, y la producción agrícola está en
manos de algunas empresas y sus intermediarios que aprovechan la carestía como negocio.
Actualmente no hay un planteamiento federal para rescatar el campo. Urgen a nuestro país
políticas públicas para vincular la educación a la productividad y desarrollo agrícola; generar inversión
en el campo; apoyar la reorganización competitiva de los campesinos; otorgar subsidios y créditos al
desarrollo agrícola; combatir a los intermediarios; garantizar a los campesinos el acceso a insumos; y
aliviar la situación de pobreza de la población rural mediante redes de seguridad social.
Pero lo más importante es la capacitación, educación y politización de los campesinos, lo cual es
elemental para que el ejido y los productores agrarios vuelvan a ser el eje de la economía agrícola que
garanticen la soberanía y seguridad alimentaria, lo cual constituye un derecho fundamental de los pueblos,
y es la base para una vida digna sin pobreza y sin hambre…
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