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Edición No. 266 , MAYO 2011
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Blindar a Coahuila electoralmente

Luis Fernando Hernández González.

La función primordial de los partidos políticos en nuestro país, al constituirse como entidades públicas de la comunidad, se define al ser portadores de la voces que integran la configuración ideológica sectorial de república y por ende las diversas formas de actuar del universo social de los mexicanos; tienen como prioridad fundamental el compromiso que la misma sociedad les otorga con su financiamiento, el de ser las entidades públicas quienes busquen impulsar, fortalecer y propiciar el bien común, alentando con su proceder la cohesión social que dé sentido a la solidaridad de propósitos dentro del pueblo mexicano.

La obligatoriedad que les impone la norma jurídica estriba en ser coadyuvantes en la construcción de espacios superiores que brinden compromiso y bienestar al total de ciudadanos, su conjunción e identificación con estos propósitos se da a través de su divulgación manifiesta de los problemas que aquejan a la sociedad, sus planteamientos de solución y sus compromisos programáticos en los que exponen a la sociedad su invitación para el alcance de metas y objetivos de interés público, motivando a la misma sociedad a la conquista de mejores espacios de utilidad civil y comunitaria.

Fundamentan sus quehaceres en actividades organizativas, de capacitación y adiestramiento comunitario y de compromiso congruente con sus documentos básicos que les rigen, para de esta manera actuar interactivamente con los diversos segmentos en los que se alinea nuestra sociedad, así se ordenan y acuerdan propósitos, estableciendo puntos de vista y criterios políticos que estimulen a la juventud, las mujeres, los adultos, los niños y las personas de avanzada edad; la salud, el trabajo, la educación, la cultura, el medio ambiente y muchas más, su ejercicio les implica a las organizaciones políticas un deber y un hacer, que son los de materializar las respuestas que demanda la dinámica de la propia sociedad.

Las corrientes actuales de opinión política que estimulan y alientan la democracia, nos hablan de un conjunto de apreciaciones que inciten y ordenen la participación ciudadana, equilibrio real entre los distintos poderes tanto gubernamentales como fácticos de la propia sociedad, sean éstos económicos, comunicativos y sociales que buscan mediante su ejercicio objetivos de inmunidad y prácticas que confrontan y distorsionan los entendimientos superiores a los que pretende llegar gobierno-partidos y sociedad.

De ahí el por qué las entidades organizativas de la sociedad como son los partidos políticos, tienen una carga superior en la conducción social, al ser ellos quienes esencial y fundamentalmente no deben de caer en el uso de actitudes lesivas que distorsionen con acciones impropias a las instituciones que ha creado la misma sociedad, pues al hacer esto desprecian el trabajo que la misma vía institucional ha creado bajo el método constructivo de civilidad democrática.

De todo esto se deriva que la función original de servir día a día, bajo el ejercicio de solución alternativa a los problemas de la sociedad, los panistas y sus dirigentes se apartan de sus encargos, lo vemos en nuestra cotidianidad cuando surgen alianzas fachosas y grotescas, entre amarillos pro socialistas-liberales y azules doctrinarios-conservadores, al cifrar sus propósitos de lucha de poder, por el poder mismo, alejándose de compromisos y postulados que son el sentido de su propio origen.

Una práctica añeja del partido en el gobierno federal PAN, de esos que en su eslogan publicitario hablan de una patria ordenada y generosa, está el ejercicio de lo que comúnmente llamamos publicidad negra, en la cual los partidarios de Acción Nacional exhiben su doble moral convirtiéndose en infidentes de sus propias doctrinas sentenciosas.

Sus actuaciones provocativas y arrebatadas los alejan de comportamientos confiables al usar el insulto y la diatriba contra sus adversarios como una herramienta natural de ataque, al pasar por alto los llamados al orden y en la competencia de calidad responsable en las instancias con sus iguales, al pretender descalificar al árbitro electoral y los mandatos de resolución en los que se aplica la autoridad superior en materia electoral, elementos todos ellos que vienen a constituir comportamientos de flagrancia en la participación dentro de este proceso que vivimos los coahuilenses.

Al pasar por alto los valores que dan sentido a la propia competencia como son justicia, equidad y certeza, principios de objetividad en los que se funda la actuación del propio Instituto Electoral para la Participación Ciudadana en Coahuila (IEPEC), a quien de poco sirven sus llamados a la participación con el uso del sufragio popular entre los cuidadanos para el próximo 3 de julio, cuando por otra parte la misma ciudadanía ve como el PAN emplea tácticas de lodo y basura contra sus adversarios, no logrando con ello elevar en nada el porcentaje de aprecio electoral con estas perversas intrigas, al quedar demostrado en las últimas encuestas una caída en el aprecio de esta opción política.

Su táctica final será el desaliento de la participación y de la competencia valiéndose de falsedades, hipocresías y argucias para descalificar la contienda en nuestro estado, al judicializarlo y provocar el caos en el proceso electoral.

De ahí el por qué la autoridad electoral debe de tomar medidas precautorias de blindaje, con universidades, cámaras empresariales, organismos de la sociedad civil, clubes deportivos, sociedades masónicas, asociaciones de profesionistas, observadores externos de calidad, que den cuenta de cómo se están desarrollando las cosas dentro del propio organismo electoral; a la vez el despliegue de un amplio dispositivo de soporte informativo estatal y nacional que dé muestra clara de su función como autoridad electoral en el arbitraje procesal de esta elección estatal.

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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