Ex “braceros”
José María Mena Rentería.
Más de 50 años han transcurrido. Durante los 40 y 60 del siglo XX a campos agrícolas y centros fabriles del vecino país del norte fueron a trabajar jornaleros mexicanos.
Se les llamó “braceros”. Los que aún viven, reducidos a la condición de mendigos, deambulan desde entonces, de una dependencia a otra para que el gobierno federal les haga entrega del dinero que ahorraron mientras laboraron allende el río Bravo.
Transcurrido más de medio siglo, tal entrega no se ha materializado porque muy pocos de esos ex “braceros” han recibido apenas una parte de su ahorro. Por otro lado, la manipulación de su situación, ha sido campo fértil para falsos líderes y “redentores” que han lucrado con su causa.
En su momento, la contratación de “braceros” lo acordaron México y Estados Unidos. Por cada trabajador enviado, el gobierno mexicano recibió una cuota. Mientras laboraron, un 10 por ciento de su ingreso les fue retenido como ahorro.
Íntegro, el cúmulo de recursos resultante -al finalizar la vigencia de sus contratos de trabajo- el gobierno estadounidense entregó al de México para que a su vez los entregase a los “braceros”.
Ahí comenzó el vía crucis de aquellos trabajadores que constancia de esforzados dejaron en tierras del tío Sam. Treinta y ocho mil pesos, según se determinó oficialmente, ha sido el monto del dinero entregado por el gobierno, después de décadas, a muy pocos de aquellos ex “braceros” que en el presente, en el ocaso de sus vidas, cargados de años y de enfermedades, buscan sin mucho éxito, les sea entregado lo que al paso de los años les fue escamoteado.
En el ínterin sexenio tras sexenio, los que en el mundo oficial han pululado, se erigieron en campeones de la omisión si de la no entrega de sus ahorros a los ex “braceros” se trata.
Un caso que bien pudiera quedar consignado en espacios como “Aunque usted no lo crea…” por conformar despojo en perjuicio de los que menos tienen.
Tal capítulo conforma una injusticia que opaca a un México donde a una desigualdad social fomentada cabe añadir una falta de probidad tan innegable como la existencia de los océanos en el planeta, según permite establecerlo el añejo penar de los ex “braceros”. |