Mis sexenios (38)
José Guadalupe Robledo Guerrero.
La otra mitad del “gobierno” mendocista
La segunda etapa del “gobierno” mendocista comenzó cuando se decidió en el centro político del país, que el diputado federal Rogelio Montemayor Seguy se convirtiera en el Coordinador Estatal del Programa Nacional de Solidaridad en Coahuila, y esto se decidió un mes antes de que Mendoza Berrueto cumpliera sus primeros tres años en la gubernatura.
Fue en octubre de 1991 cuando se filtró la noticia. Esto hizo suponer a algunos que Salinas de Gortari esperaría a que Mendoza Berrueto cumpliera los tres primeros años de gobierno para relevarlo con Montemayor, con el propósito de que su renuncia no generara nuevas elecciones.
Para otros, Rogelio Montemayor vendría a Coahuila como vicegobernador, cuya función primordial sería el manejo de los recursos fe- derales que se destinarían a nuestro estado para la realización de obra pública, pues en México se desconfiaba de la honradez de Eliseo y su gabinete.
Algunos más insistieron que Montemayor Seguy venía a Coahuila para iniciar su precampaña política en pos de la senaduría que habría de quedar vacante al año siguiente. Con este encargo, Montemayor se daría a conocer y llenaría el requisito de arraigo que la XIV Asamblea del PRI aprobó para sus candidatos a puestos de elección popular.
Por esos días, Cristina, hija del Rector Remigio Valdez Gámez y Presidenta del Voluntariado de la UAC, estrenaba nueva residencia, que según se dijo era resultado del saqueo sistemático de la Universidad pública. De igual manera, Mendoza Berrueto echaba la casa por la ventana en la boda de su hija Karla, mostrandole a propios y extraños que en los últimos años se había convertido en un magnate.
Y como corolario, Armín Valdez, Subprocurador y “Fiscal especial”, recibió por adelantado su regalo de navidad. Su patrón Eliseo le obsequió un fiat notarial en Piedras Negras, siguiendo la costumbre de pagar los servicios con notarías. Armín Valdez fue el encargado de aprehender al Director del Programa Tierra y Esperanza, Juan Francisco Guerrero Jiménez, quien se le “escapó” dejándole un maletín con 15 millones de pesos.
Para entonces el pleito entre el neopanista Rosendo Villarreal y el neopriista Jaime Martínez Veloz hacía crisis con acusaciones mutuas de deshonestidad, las cuales nunca fueron aclaradas. Fue una guerra sucia mediática, en la que el resto de la clase política coahuilense actuaron como simples observadores.
También en octubre, Eliseo Mendoza Berrueto rindió su Tercer Informe de “Gobierno”. Nada de dicho evento se salió de lo común: hubo invitados especiales cuyos viáticos fueron a cargo del erario coahuilense, las cifras del Informe fue lo de siempre, una danza de millones de pesos que nadie veía por algún lado, pero se salvó el evento con la presencia de guapas edecanes, jovencitas de voluptuosos cuerpos y provocativos vestidos, hicieron la delicia de los asistentes, gracias al director de Seguridad Pública, Óscar Pérez Benavides, quien demostró que tenía más habilidad para contratar modelos que para terminar con la inseguridad que privaba en todo el estado.
Entre los asistentes al informe de EMB estuvieron los dos vicegobernadores de Coahuila: Rogelio Montemayor Seguy y Hugo Andrés Araujo de la Torre, así como 17 gobernadores que se declararon “admirados” por los logros gubernamentales de su anfitrión. Con eso pagaron el viaje.
El único que se salió del guión del evento, fue el diputado panista Humberto Flores Cuéllar, quien sacó de sus ropas una pequeña manta en donde aludía a la corrupción mendocista. La respuesta de las lideresas priistas no se hizo esperar, gritandole ¡payaso! al insolente legislador que acusaba de ladrón a su mecenas en turno.
Como se suponía, Rosendo Villarreal Dávila ganó las elecciones de Presidente Municipal de Saltillo con una votación de 18,850 sufragios. La victoria de Rosendo sobre Abraham Cepeda Izaguirre fue por una diferencia de 750 votos. La concertacesión con Eliseo había sido todo un éxito, nadie se inconformó, los disciplinados priistas estuvieron de acuerdo con su derrota.
Tampoco al Presidente Salinas le fue bien con las elecciones coahuilenses. En su segundo Informe de Gobierno, el mandatario nacional recibía reclamos e interrupciones en el Palacio de Bellas Artes. En coro se oyeron los gritos de la oposición del PAN y PRD que denunciaban un fraude electoral en Coahuila. Allí el Presidente Salinas pagó los platos rotos del gobernador coahuilense. Según los resultados electorales, votaron en Coahuila 229,250 ciudadanos: 140,000 por el PRI, 48,000 por el PAN, 23,000 por el PRD, 13,000 por el PFCRN, 4,000 por el PARM y 1,250 por el PPS.
En la UAAAN causaba sorpresa la victoria electoral de Eleuterio López, quien impulsado por Montemayor le había ganado las elecciones a los grupos fuertes de la Narro, concretamente al grupo de Reginaldo de Luna y al que comandaba José Luis Gutiérrez. Con el tiempo, Eleuterio sería una pésima elección, mostraría que RMS se había equivocado.
Luego de su Tercer Informe de “gobierno”, cuando el “Primer Primo” Arturo Berrueto ya había sido totalmente anulado en las decisiones gubernamentales, Eliseo formó el triunvirato con que se pasaría sus restantes tres años desmandrando a Coahuila al nombrar como Procurador de “Justicia” a Raúl Felipe Garza Serna. Así, el nefasto triunvirato quedaría integrado por Mendoza Berrueto, “El Tesorito de Eliseo” Jesús García López y Garza Serna. Ellos serían los principales obstáculos que Rogelio Montemayor encontraría en su camino a la gubernatura.
Para que no quedara duda que Arturo Berrueto había perdido toda influencia en el sexenio mendocista, Eliseo desapareció la Secretaría de Administración antes de que cumpliera un año de haberla constituido, y cuyo titular era Luis Fernando Hernández González, gente cercana a Berrueto.
Otro de los cómplices mendocistas fue Federico Berrueto Pruneda, sobrino de Eliseo, aspirante eterno a una diputación y consumado comerciante. En ese entonces, Federico le andaba vendiendo al gobierno de su tío un sistema de informática y de acción electoral, que tenía como propósito apoderarse del PRI y de los organismos electorales.
Federico y sus socios ya había realizado ventas multimillonarias. Al Congreso de la Unión le habían vendido sofisticados y costosos sistemas computacionales cuando su tío Eliseo fue el Presidente de la Comisión Permanente de la Cámara de Diputados. Por tal motivo, Luis Aguilar, socio de Berrueto Pruneda, estaba preso en la ciudad de México acusado de evasión fiscal por más de 10 mil millones de pesos.
Pero el encarcelamiento de su socio no amedrentó al timorato de Federico, al contrario lo hizo más creativo hasta encontrar otro redituable negocio con menos riegos. Actualmente maneja una empresa de consultorías, encuestas, imagen, etc. denominada Gabinete de Comunicación Estratégica en donde está asociado con el zedillista Liébano Sáenz. Lo que demuestra que Federico es mejor comerciante que político.
Rosendo Villarreal Dávila tomó posesión como Alcalde de Saltillo. Desde entonces su situación económica cambió gracias a la corrupción, pero también cambió su conducta. Según los que lo conocieron: “Antes de la alcaldía era callado, apocado, inseguro y sumamente servil con sus patrones, los López del Bosque”. Lo último no se le quitó como alcalde, al contrario fue panegirista de sus patrones y parientes políticos desde la Presidencia Municipal de Saltillo, por tal razón se ganó a pulso el apodo que le pusimos en El Periódico... “Titino” porque a través de él hablaba Javier López del Bosque.
La campaña de “Titino” Villarreal tuvo como base publicitaria “Rescatar Saltillo”, pero lo que logró durante sus tres años de desgobierno municipal y corrupción fue salvar su situación económica. Hoy, luego de la Alcaldía saltillense y su incursión por la estructura administrativa de PEMEX, es considerado un hombre millonario, pero también un ladrón oficial.
Comenzando el año de 1991, entrevisté para El Periódico... a Raúl Garza Serna, fue él quien habló sobre los motivos que llevaron a la cárcel a Eleazar Galindo Vara. Según el nuevo Procurador, al ex alcalde saltillense se le detectaron desvíos por 7,600 millones de pesos, los que básicamente se habían originado: por la entrega a determinadas personas de materiales de construcción que fueron pagados por el erario municipal; por recibos de pagos de honorarios a personas que jamás laboraron en el ayuntamiento, y por haber abultado el precio de dos terrenos adquiridos a particulares para el Programa Tierra y Esperanza.
Según el Procurador había dos formas de que Eleazar Galindo Vara saliera de la cárcel: una, resarciendo el daño causado, y la segunda, garantizando el daño. Raúl Garza sabía del asunto, pues él lo había manejado desde la secretaría particular del ejecutivo. Allí comenzó haciendo los trabajos sucios del sexenio mendocista. A Garza Serna se le identificaba como un hombre duro, y en la Procurduría se reveló como abusivo e intolerante.
Por esos tiempos comenzaron a llegar a Coahuila los “salinistas” que desde décadas atrás vivían en el Distrito Federal. Evaristo Pérez Arreola, al inicio del sexenio mendocista había retornado al estado disfrazado de diputado local, y a partir de diciembre de 1990 se desempeñó como Alcalde de Acuña. Evaristo se ostentaba como “asesor” del Presidente Salinas de Gortari, por tal razón aspiraba a gobernar Coahuila .
Otro de los que retornaron a Coahuila fue Óscar Pimentel González, y también lo hizo por la puerta grande como diputado federal. Por esa razón fue mal visto por los políticos lugareños. Pimentel se había ligado a Fernando Gutiérrez Barrios cuando éste fue gobernador de Veracruz, y con él se había desempeñado como funcionario de aquel estado costeño, y luego cuando Gutiérrez Barrios fue Secretario de Gobernación, Óscar fue el tesorero de esa dependencia. De allí saltó a la diputación federal por Coahuila.
Pérez Arreola también era del “establo” de Gutiérrez Barrios, desde el movimiento estudiantil de 1968 se decía que Evaristo era protegido por él. A Pimentel González los López del Bosque no lo aceptaban, pues según ellos era un “comunista” que había participado en el movimiento por la autonomía universitaria de la UAC y en la huelga obrera de Cinsa-Cifunsa, cuando fue estudiante y líder del Ateneo Fuente.
Por ese entonces también, Arturo Berrueto González retorno a la administración mendocista como relevo de Marcos Espinoza Flores en la Dirección de Pensiones del Gobierno del estado, misma que ya había saqueado Espinoza Flores para recuperar lo que había invertido en la campaña política de EMB. Según Marcos Espinoza, el mismo Eliseo le había autorizado apoderarse de 17,000 millones de aquellos pesos, que era el activo circulante de la mencionada dirección de Pensiones.
En 1991 Rogelio Montemayor se convertiría en senador por Coahuila, su vertiginosa carrera política lo ponía a unos pasos de la gubernatura coahuilense. En 1988 se había convertido en diputado federal, tres años después en Senador de la República.
Como candidato a la senaduría, entrevisté a Montemayor. En esa plática sus respuestas develaron los asuntos pendientes del gobierno salinista que el próximo Congreso de la Unión atendería: “Las relaciones con el Vaticano es una decisión gubernamental”. “El comercio con Estados Unidos existe y debe regularse equitativamente”. Esto hablaba de que se restablecerían las relaciones diplomáticas con el Vaticano y que se firmaría el Tratado de Libre Comercio con nuestros vecinos del norte. También el ejido estaba en la mira de los neoliberales.
Meses después, el Presidente Salinas de Gortari enviaría al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma al artículo 27 constitucional, en donde los más importantes puntos eran: la terminación del reparto agrario y el otorgamiento de la propiedad de las parcelas a cada uno de los ejidatarios, “para darle un giro moderno a la tenencia ejidal de la tierra”, según justificaba la iniciativa de ley. Esto dio pie a que la tierra productiva volviera a las manos de sus antiguos dueños: los terrateniente, ante el fracaso de la productividad colectiva, debido a que los ejidatarios se habían atenido al gobierno.
Luego de su Tercer Informe, el Presidente Salinas también envio a los dóciles legisladores otra contrarreforma cuyos puntos básicos se referían: uno, permitirle a las iglesias poseer bienes; y dos, se le otorgaba el derecho de voto a los sacerdotes. Las contrarreformas salinistas avanzaban en el país, bajo la justificación de “reformas modernizadoras”.
Por el mes de septiembre, denunciamos en El Periódico... a tres corruptos funcionarios de la delegación regional de Diconsa-Conasupo relacionados con la extinta Línea de Masas: Margarita del Bosque, Rodrigo Cigarroa y Juan Rafael Peña, quienes eran los responsables visibles de un robo o fraude millonario. Fue la primera vez que recibí un reclamo de mis ex compañeros maoístas por haber publicado tal nota. Lo cierto es que para esas fechas ya se hablaba de la corrupción oficial ligada a Raúl Salinas, hermano del Presidente.
Para el Cuarto Informe de “Gobierno” de Mendoza Berrueto, las críticas sobre la corrupción gubernamental eran el pan de cada día. Voraces los mendocistas no cesaban en saquear al estado con la complacencia del resto de la clase política coahuilense. Para esa fecha el neopanista alcalde saltillense Rosendo Villarreal competía con Eliseo en los señalamientos de abusos y corrupción.
Por esas fechas, el Financial Time de Londres destapaba como precandidato a la Presidencia de la República al Regente de la capital del país, Manuel Camacho Solís. Ese destape se hizo antes de que Salinas de Gortari cumpliera su tercer año de gobierno presidencial. Esto sucedía mientras Eliseo dotaba de mallas antigranizo a los miles de manzanos que tenía en sus propiedades en Artega, Coahuila.
Para transitar sus restantes dos años de “gobierno”, o mejor dicho sus últimos años de vicegobernador, Mendoza Berrueto constituyó una “Oficina de Inteligencia” bajo las órdenes del Procurador Raúl Garza Serna, nombrando como director de esa dependencia a otro de sus sobrinos: Emilio Mendoza Kaplan. Dicha oficina tenía el objetivo de espiar y fichar a todos los personajes que no eran de la simpatía del gobierno mendocista.
Enero de 1992 se inició con un escandaloso caso, el robo a la “Quinta Margarita”, propiedad del ex director de Pensiones del Estado, Marcos Espinoza Flores. Para aclarar el ilícito, se detuvieron arbitraria e ilegalmente a dos trabajadores: José Luis Galindo Álvarez y José Armando Durán Valerio, el primero velador de la quinta, y el segundo amigo de éste y trailero. Durante cuatro días ambos sufrieron la experiencia de la tortura, y al secuestrarlos en cárceles clandestinas habilitadas en la “Quinta Margarita” y el hotel “La Torre”, con lujo de violencia les arrancaron declaraciones en su contra.
Cuando supe del caso, me trasladé al Cereso, cuyo director era otro pariente de Eliseo, Gustavo Berrueto a quien yo conocía y con quien guardaba una relación formal. Me permitió platicar con los detenidos y entrevistarlos en una de las oficinas del penal. Hasta allí los llevaron los custodios, que los ayudaron a trasladarse porque sus dolencias les impedían caminar. Recuerdo que uno de ellos tenía los testículos del tamaño de un huevo de gallina, como resultado de las “investigaciones” a que los sometieron durante varios días.
Según la denuncia se habían robado: televisores, la caja fuerte, una camioneta, joyas, documentos y otras cosas valiosas. La “justicia” no se hizo esperar, y con golpes, vejaciones, chicharras y agua mineral les sacaron la confesión. Denunciamos el caso, documentándolo con la entrevista realizada, pero las autoridades se mantuvieron sordas, paralíticas y mudas. Nada se hizo. Después relevarían de la dirección del Cereso a Gustavo Berrueto.
Los autores de la “investigación” fueron miembros de la Dirección de Seguridad Pública, cuyo director era Óscar Pérez Benavides. La tortura corrió a cargo de José Horacio Pérez Ocampo y Juan José Quintero. Este solo hecho mostraba cómo manejarían la “justicia” los mendocistas.
Mientras tanto a un año del “gobierno” municipal de Rosendo Villarreal Dávila, las críticas a su gestión eran cotidianas. Rosendo había comenzado su trieno aumentando ilegalmente las infracciones de tránsito y al “buen gobierno”, y en su Primer Informe, que se difundió por radio y televisión, presumía haber multiplicado por siete los ingresos de la caja cinco. Para allegarse más recursos, Rosendo había instalado radares para controlar la velocidad de los vehículos, a través de multar a quienes rebasaban la velocidad permitida por el ayuntamiento de 50 kilómetros por hora.
La policía rosendista era la más criticada por sus abusos y arbitrariedades al mando de su director Ricardo Coss Mireles, también acusado de corrupción. Por otra parte, el neopanista de Rosendo había habilitado como funcionarios municipales a comadres, compadres y ex colaboradores del Grupo Industrial Saltillo, relegando a los panistas tradicionales, los cuales no estaban de acuerdo con el alcalde.
Todo esto y el incumplimiento de sus promesas de campaña condujo a Rosendo a un choque frontal con la regidora panista Yolanda Campos López, quien fue expulsada del PAN a solicitud del Alcalde. Rosendo también despidió de la dirección de Comunicación Social del municipio a Conrado García Jamín, quien posteriormente denunciaría a través de un libro de su autoría al alcalde, acusándolo de adquirir equipo costoso y sofisticado para espiar a sus enemigos y a los funcionarios municipales.
Por otro lado, Rosendo Villarreal mantenía una guerra sin cuartel en contra el dirigente cardenista Francisco Navarro Montenegro y su homólogo del Partido de la Revolución Democrática. Los organismos empresariales le habían pedido a Rosendo el encarcelamiento de Navarro y en su primer año el neopanista alcalde había gastado seis mil millones de aquellos pesos en los medios de comunicación, con el fin de crearse una imagen, porque aspiraba llegar a la gubernatura. Para aumentar el desencanto de los saltillenses, Rosendo iniciaría su segundo año de desgobierno aumentando el sueldo al Alcalde, a los regidores, al tesorero y a los directores de área.
Pero eso no era todo, para entonces Rosendo ya había aumentado el precio de los servicios municipales (permisos, derecho de piso, parquimetros, etc.) y había incrementado el impuesto predial, además de imponer una cuota extraordinaria a los comerciantes por la recolección de la basura.
En esos aciagos días, uno de los compadres de Rosendo, el subdirector de Catastro Municipal, Carlos Samperio Mellado fue detenido por la policía judicial, respondiendo a la demanda de una dama por insultos, pero el compadre andaba amparado y lo soltaron para esperar a que se venciera el amparo. Rosendo quiso negociar con Eliseo, pero no lo recibió, y en respuesta el neopanista alcalde se llevó a miembros de su cabildo y a Samperio a hacer un plantón de protesta frente al domicilio particular del “gobernador”.
A finales de enero tomaba posesión como Secretario General de la CNC Hugo Andrés Araujo de la Torre, y nombraba como parte de su equipo a dos coahuilenses: Salvador Hernández Vélez como tesorero y a Noé Garza Flores como Secretario de Fomento Rural.
El seis de febrero, a la edad de 84 años, moría don Sergio Méndez Arceo, sacerdote católico comprometido con la Teología de la Liberación que se desempeñó como obispo de Cuernavaca, Morelos, durante 31 años. Un mes antes tuvo su última aparición pública, en un acto organizado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en reconocimiento a los esfuerzos que don Sergio hizo en favor del pueblo salvadoreño.
Años antes, en mi época estudiantil, a principios de los setenta, tuve el agrado de conocer y escuchar al obispo Méndez Arceo en una reunión -en la ciudad de México- de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) a la que me invitó un amigo. Don Sergio fue uno de los principales impulsores de la iglesia de los pobres, defensor de los derechos humanos y luchador en contra de los regímenes militaristas y en favor de la paz. Apoyó los logros de las revoluciones de Cuba, Nicaragua y Chile, y a los asilados y perseguidos políticos. Fue partidario del socialismo “Porque tiene los mismos fines que el cristianismo”.
Don Sergio Méndez Arceo fue crisol de frases que invitaban a la reflexión, como aquellas: “No sólo hay que sufrir en la iglesia y con la iglesia, también hay que sufrir la iglesia”. “La iglesia antes de ser un poder junto a otros poderes, debe servir a los más débiles para cumplir con su verdadera misión terrenal”.
Pero hubo otra frase de Méndez Arceo que dijo meses antes de su muerte, precisamente en una reunión de los jerarcas católicos con el Presidente Salinas para analizar la iniciativa de ley que reformaría el artículo 130 constitucional con la que reanudarían relaciones diplomáticas México y el Vaticano. Allí don Sergio le diría al Salinas: “Quisiera decirle que no sé quién le hizo más bien a la iglesia, si Dioclesiano o Constantino, si el que persiguió a la iglesia o el que le reconoció un status de aceptación en la sociedad”. Al morir don Sergio murió uno de los grandes mexicanos del siglo XX.
(Continuará).
La otra mitad del “gobierno” mendocista...
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