La calle cobra vida
y el arte agoniza
José Luis Carrillo Hernández.
Muy interesante lo que está sucediendo los fines de semana en la calle de Victoria, donde cada domingo centenares de peatones se apoderan de la calle y salen a pasear, a caminar en ambos sentidos y sin sentido, se topan, se detienen, se rosan y hasta se empujan para poder ver los grupos, comparsas y artistas que ahí hacen su día, con tantos obstáculos que representa la misma gente, difícilmente se puede disfrutar de la poca y pobre oferta cultural que ahí se ofrece a los saltillenses. Un par de horas de luz natural, después el deficiente alumbrado público que en poco o nada ayuda a los artistas, a los vendedores y al público, todo entre penumbras y un gran ruido generado por los equipos de sonido que son colocados unos enfrente o enseguida de otros.
Si la idea de los organizadores es sólo juntar gente para que caminen por la calle de Victoria ya lo lograron, respaldándose en una costosísima campaña de medios, pero más allá de ver la calle convertida en alfombra humana, los paseantes acuden ávidos de novedades para ver, comer y disfrutar, los saltillenses necesitan espacios de esparcimiento gratuito y familiar.
Desafortunadamente la organización de este evento no parece tener pies ni cabeza, pues no se le ve lado ni formato alguno, carece de orden y elementos mínimos de logística y producción. La alameda y la plaza Nueva Tlaxcala espacios extraordinarios son desaprovechados, aquí debieran estar los grupos, en un escenario para el disfrute de la gente y no generando un caos peatonal donde se les pide que actúen en medio de la calle, para que puedan pasar el sombrero a los peatones, evitándole a los organizadores el pago por las actuaciones.
Ver a las estatuas vivientes y a los indigentes competir por las monedas de los peatones nos permite asomarnos a esa realidad donde los artistas y creadores simplemente son usados por las instituciones para cosechar aplausos, y no para crearles condiciones de mejoría. Que triste posición del municipio al pedirles que salgan a la calle a divertir a miles de saltillenses y a cambio les permiten pasar el sombrero o tenerlo en los pies. Muchos grupos no cobran y actúan para promocionarse o por amor al arte, pero ¿por qué no proporcionarles espacios y remuneraciones dignas y adecuadas?
¿Dónde están los artesanos de la región?, porque parecen no tener vida, salvo el alfarero con su torno y su grupo que son los mismos que vemos en el Museo del Desierto, la Casa del Artesano, la Feria de Saltillo y en todo evento oficial. Junto a la pobre artesanía, gran cantidad de chácharas y bisutería china compite deslealmente con los artesanos urbanos y sus trabajos en filigrana de alambre, los cuales están felices por tener un día sin ser perseguidos por los inspectores de piso que les impiden trabajar entre semana.
Lo que sucede en la Victoria es lo contrario a la Ruta Recreativa, pues la demanda de fritangas, churros, elotes, nachos, refrescos y comidas rápidas ha crecido grandemente, siendo este sector el más beneficiado económicamente, ya que grandes colas se forman para consumir sus productos, y aseguran que están vendiendo mucho más en un día que todo el resto de la semana. Esto ha generado que cada domingo se sumen más tendajos de comida chatarra y se vean menos espacios para el arte, pues ese no se come, tal vez por ello algunos pintores dejaron de asistir, pues se dieron cuenta que sólo están sirviendo de decoración y haciéndole la tarea a los organizadores, sin garantías, sin seguridad y sin apoyo alguno.
Es un contrasentido que por la mañana se convoque a los saltillenses a ejercitarse en la Ruta Recreativa, y en la tarde -en la misma calle- se les invite a recargarse de carbohidratos, azúcares y grasas saturadas que se expenden en abundancia como golosinas y comida chatarra, que son los agentes causantes de las enfermedades que padecen los mexicanos.
Ahí está la propuesta municipal de cultura y esparcimiento dominguero, por la mañana adelgace sanamente y por la tarde recupérese golosamente. |