La crisis mundial:
endeudamiento y neoliberalismo
Alejandro Robledo Flores
“El modelo económico neoliberal no funciona porque se enfoca en liberalizar mercados, privatizar sectores y sobre
todo,
minimizar el rol del gobierno en la economía... Lo que está claro es que ese modelo no funcionó... falló, fracasó”.
Joseph E. Stiglitz.
Según escribió José Steinsleger: “Algunos pensaron que en tres palabras Pitágoras había inventado el neoliberalismo: ‘todo es número’”. Así lo creyeron los partidarios de ese modelo económico y condenaron a la pobreza a cientos de millones en el mundo.
La crisis económica por la que atraviesa Europa afecta a todo el mundo y es un eco -dicen los expertos- de la crisis del 2008 provocada por el sistema financiero, que encarriló al mundo a una crisis de grandes dimensiones que aún padecemos. La crisis parece no tener fin, actualmente Grecia es el eslabón que está arrastrando a Europa y al mundo. Hace poco Irlanda y Portugal atravesaron por la misma situación, misma que ya empieza a padecer España e Italia; países que se mantienen gracias a los cuantiosos apoyos financieros de las potencias y organismos económicos.
La suspensión de pagos de países europeos (en particular Grecia) a sus acreedores bancarios fue ocasionada por el sobreendeudamiento, el gasto excesivo por encima de lo que generan, la especulación voraz de las entidades financieras, una pésima administración de los recursos, enormes desvíos a la corrupción de la clase política, nula activación de su economía y el gasto condicionado para la compra de armas, provocó el enorme quebranto de las finanzas públicas de esos países.
Los organismos financieros, preocupados principalmente por garantizar el pago a los bancos privados, rescatan a los países para que puedan pagar, e imponen medidas de austeridad que afectan a la población: despido de trabajadores del gobierno, recorte en el gasto de los servicios públicos y programas sociales, aumento de impuestos; además reduce las prestaciones sociales y las pensiones, baja los salarios y “flexibiliza” el mercado laboral en perjuicio de los trabajadores. También libera los mercados dejando en la indefensión a los productores y a las empresas nacionales; aunado a esto: privatiza los sectores estratégicos de los países endeudados y sus recursos naturales.
La crisis por endeudamiento provoca el estancamiento del crecimiento económico, no se genera empleo y se hace más precario el nivel de vida para las mayorías. La población siempre paga los quebrantos de su clase política y la ganancia de los bancos privados, pero los más afectados siempre son los pobres, los jóvenes y los desempleados.
Los rescates financieros implementados por los organismos internacionales y los países económicamente más fuertes, son para garantizar el pago de las deudas, por ello después de las medidas de “austeridad” vienen las restructuraciones de las deudas, con las cuales se hipoteca a los países a través de leoninos acuerdos con los bancos que les imponen sus condiciones de pago, encareciendo los créditos, elevando las tasas de interés y haciendo más difícil su pago.
Las renegociaciones por las que han atravesado los países en crisis, llevan consigo la profundización del modelo económico neoliberal, pues se hipoteca el futuro a un alto costo, lo que genera más pobreza y marginación, y se concentra cada vez más la riqueza en un pequeño sector de la sociedad: las cúpulas económicas.
El aumento de la desigualdad es el costo que paga un país por las deudas contraídas por sus gobiernos. Esa desigualdad aumenta la brecha entre las clases y genera tensión social. Lo paradójico del caso es que los gobiernos -por sus excesos- quedan reducidos a nada, por estar supeditados a sus acreedores. La pérdida de su independencia y su capacidad política afecta a la democracia, pues la sociedad pasa a segundo plano, por abajo del mercado.
El neoliberalismo ha acabado con ideologías políticas que, acomodaticias, han permitido el avance de ese sistema económico, como lo señala en un artículo periodístico el académico y político Adolfo Orive: “El neoliberalismo ha exhibido su fracaso con las crisis que ha provocado y ha hecho trizas a la socialdemocracia, que como ideología y política sólo se ha ido adaptando a coyunturas dictadas por los poderes económicos en contra de las ideas de igualdad que le dieron origen”.
Las deudas, los rescates financieros y la liberalización forzada del mercado ha rebasado a los sistemas políticos, y en el horizonte se vislumbra el auge de la derecha, que en Europa y Estados Unidos han arreciado con sus planteamientos xenofóbicos y conservadores; y en otros países, en particular de América Latina, con la bandera de “crear más empleos” vuelcan su discurso maniqueo para conseguir “flexibilidad” en los temas laborales, la privatización de sectores productivos estatales y la apropiación de los recursos naturales.
Ante este difícil panorama ha nacido en el mundo un gran movimiento integrado por distintos sectores, individuos y movimientos sociales: Los Indignados; cuyas principales exigencias son: obligar a los responsables de los quebrantos (gobiernos y bancos) a responder por éstos, mayor regulación de los sistemas financieros por parte de los Estados, y poner por encima de los intereses económicos la soberanía de las naciones.
Es un largo camino el que la sociedad indignada deberá transitar para conseguirlo, pero ya hace algunos años lo escribió Eduardo Galeano: “El mundo se divide entre indignos e indignados, y ya sabe cada quien de que lado debe estar…”
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