Coahuila, lastimado y dividido
Jorge Arturo Estrada García.
Es imposible decir que fue un gobierno exitoso. El Gobierno de la Gente, desarrolló el mayor programa de obras públicas en la historia de Coahuila. Gastó más de 200 mil millones de pesos en seis años. Y sin embargo, termina entre el escándalo, el desprestigio y los procesos judiciales. Fue encabezado por uno de los políticos más populares y carismáticos. Y no obstante, se esfuerza hasta el final, en tratar de que los ciudadanos le crean que gobernó bien. Y lo peor, ya sólo muy pocos le creen.
La administración estatal de Humberto Moreira termina desmantelada, insolvente, incapaz de brindar seguridad mínima a los ciudadanos, endeudada al máximo y conflictuada con múltiples sectores sociales. El desempleo es enorme y la educación es de muy baja calidad. Mucho cemento y pocos avances. Mucho gasto y nula transformación sólida. Coahuila se ha estancado. Coahuila está lastimado y dividido.
No somos el estado más competitivo del país, nos estancamos en el quinto lugar que ya ocupábamos en el 2005. No abrimos nuevos clústers y condenamos a una generación a ser obreros de mano de obra barata. Solamente se crearon poco más de 80 mil empleos y la necesidad era de 150 mil en seis años. El déficit es de 70 mil. Nuevo León generó más de 60 mil en sólo 2011.
Las vialidades y puentes no son infraestructura para el desarrollo económico, son sólo soluciones viales. Las carreteras, los periféricos, los libramientos, los parques tecnológicos, los centros de investigación, las terminales intermodales, todas esas obras que no se construyeron nos sacaron de la competencia para la atracción de inversiones.
Javier Villarreal, el poderoso operador financiero del moreirismo, implementó dos programas de austeridad. El Gobierno de la Gente difundió profusamente durante años, que el 30 por ciento del presupuesto se destinaba a la inversión pública, y que Coahuila era el único estado que hacía esto. 180 mil millones reportó la administración estatal a las calificadoras como su presupuesto de los 6 años de gobierno. Entonces, el 30 por ciento serían 54 mil millones. A esa cantidad habría que agregar los 34 mil millones de deuda pública, para que se sostuviera la versión de que la deuda se gastó en eso. Entonces tendríamos un total de 84 mil millones de pesos, aplicados a obras y programas sociales. Pero las cuentas muestran que sólo poco más de 20 mil millones costaron los programas y las obras, eso deja en el aire 60 mil millones de pesos. Demasiadas mentiras.
La tónica del gobierno de la gente fue maquillar cifras y resultados; ocultar la forma en que se gastaba el dinero público y se contrataba deuda; y esconder las balaceras, las ejecuciones, los secuestros, las extorsiones y el excesivo aumento de los delitos del fuero común.
Las cifras que Jorge Torres presentó en el VI informe, nuevamente fueron maquilladas. Quedaron desfasadas. Se insiste en el engaño. Por vez primera, llevaron porras de priístas al teatro de ciudad. Había que apuntalar las cifras con porras desafinadas. Lo más relevante del informe fueron los problemas que hereda.
En tanto, el gobernador con licencia Humberto Moreira enfrenta los peores momentos en su carrera política. Vapuleado a nivel nacional, Humberto ha sido expuesto como mentiroso. Su principal colaborador, Javier Villarreal, está libre bajo fianza por falsificador y tiene un pie en la cárcel por delitos federales. El escándalo ya envolvió al dirigente nacional del PRI. Y las acusaciones de la SHCP van camino a involucrarlo junto a Torres López. El fuero se les acaba en menos de un mes.
Humberto Moreira se ha convertido en un pasivo para el PRI, coinciden los enterados. La dirigencia del partido no puede ser un lastre para el candidato Enrique Peña Nieto, afirman.
Hace meses escribimos, en este mismo espacio, que Humberto Moreira era el adecuado para dirigir al PRI si se analizaban el momento y las circunstancias. Pero, también escribimos que había que blindarlo y cuidarlo. Ya era evidente el desorden financiero, la deuda oculta, la insolvencia, los derroches y el enriquecimiento de muchos de sus colaboradores, no sólo de Javier Villarreal.
Nadie se ocupó de construirle su salida. Una salida digna y sin sobresaltos. Una salida blindada y sin cabos sueltos. Una salida exitosa. Mal administrado, mal asesorado y posteriormente abandonado a su suerte. Moreira dilapidó su capital político en 10 meses. Fue traicionado. La “nueva” clase política que construyó en Coahuila, terminó por dañarlo gravemente por su incapacidad, deslealtad y corruptelas.
Moreira está listo para irse del PRI nacional, sabe que tiene un pie afuera. Aunque fue electo para 2015. Ya manifestó que febrero sería un buen momento para dejar el puesto. Sabe que las cosas ya cambiaron.
Su ascenso fue meteórico y su caída podría ser impresionante. Lástima.
Las circunstancias mandan. Rubén Moreira tiene que asimilar que la estructura partidista que él construyó y los enormes recursos que se usaron obtuvieron los votos con los que ganó en julio pasado. Que en aquel momento, Coahuila era otro, y que eso fue hace 5 meses. Y que el descrédito para actual gobierno estatal y para su partido ha sido enorme.
Las medidas para sanear Gobierno de la Gente, antes de la llegada del nuevo gobernador al Palacio Rosa, terminaron por servir de catalizador para el desplome de la administración de Humberto.
Coahuila está muy dividida. Muy polarizada y lastimada. Hay demasiado encono en el ambiente. Y todo esto, abona a la cancelación de las oportunidades de generar esperanzas y expectativas positivas hacia el nuevo gobierno.
Hasta el momento, los mensajes que ha mandado con sus palabras y acciones, lo visualizan como un combatiente más. Como un general atrincherado en el PRI combatiendo a quienes piensan diferente. Eso retrasará su despegue, e inhibirá la adhesión de los millones de coahuilenses sin partido hacia su proyecto de gobierno.
Es tiempo de dar un golpe de timón. La calidad de su gabinete no es homogénea, hay algunos buenos perfiles, pero hay muchos que van de regulares a muy malos. Son cartas muy jugadas.
Muchos de los proyectos del nuevo gobernador parecen acertados y muy relevantes. Pero, los funcionarios incapaces podrían impedir que sean exitosos. Coahuila demanda certeza, unidad y liderazgo.
Es tiempo de establecer como prioridad recuperar el desarrollo económico de Coahuila. De insertarlo en la economía y competitividad que demanda el siglo 21. De recuperar la seguridad y la tranquilidad arrebatada en las calles y colonias del estado. Ya no caben más engaños, mentiras, fracasos y cifras maquilladas. Tampoco tienen cabida los costosos ejércitos electorales. Se podrían perder otros seis años. Es tiempo de recuperar los sueños de prosperidad. Le corresponde a Rubén hacerlo.
La presencia de Humberto en el VI informe del gobierno de la gente, tomó por sorpresa a muchos. Fue ovacionado por la clase política que gobierna Coahuila. Sin embargo, fue evidente el contraste respecto al año anterior en Torreón. En aquella ocasión, se derrochó poderío y convocatoria; la clase política priísta nacional lo arropó y lo impulsó hacia las alturas. Su estrella brilló como nunca.
Moreira pudo convertirse en el mejor gobernador de la historia moderna de Coahuila. Lo tuvo todo: afecto de sus gobernados, aprobación a su trabajo y 180 mil millones de pesos de presupuesto sexenal. Nunca un gobierno coahuilense disfrutó de tal bonanza.
Ahora, políticamente golpeado y severamente dañado, seguirá enfrentando su destino cada vez más solo. Seguramente extrañó sus momentos de gloria.
Coahuila es otro y Humberto Moreira también es otro. |