La exclusión de la niñez
y la juventud mexicana
Alejandro Robledo Flores.
En los últimos años ha sido más común escuchar sobre la situación de exclusión en la que se encuentra gran parte de la niñez y la juventud mexicana, lo que demuestra la precaria situación socio-económica actual que ha pauperizado las condiciones de vida de millones de mexicanos.
Lo anterior se puede constatar en dos indicadores: el primero, hace apenas un par de semanas se dio a conocer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) una investigación sobre la pobreza infantil en Latinoamérica. Dicho documento da cuenta de la situación de pobreza en la que viven 15.8 millones de niños mexicanos.
En dicha investigación se puede advertir que el 40% de los niños mexicanos viven en el umbral de la pobreza (multidimensional). De éstos 4.3 millones viven en la extrema pobreza, y otra cifra similar, carece de una vivienda adecuada. Estas condiciones de vida de la niñez inhiben su desarrollo.
Otros indicadores, igual de alarmantes, son los relativos al desempleo juvenil. Para darnos cuenta de la dimensión del problema de desempleo y de su graves consecuencias en la juventud mexicana, debemos observar algunos datos: los jóvenes representan el 30% (16 millones de personas) de la población económicamente activa en México (PEA) que es de 47 millones de personas.
Del total de la PEA, 17 millones de personas son subempleados o trabajadores informales incluyendo jóvenes, que no son tomados en cuenta cuando se mide el desempleo, es decir, “no entran” en la medición. Por ello la cifra de desempleados en nuestro país es de 2.6 millones de personas, de las cuales 1.5 millones son jóvenes, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Otro dato es que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala que en la crisis de 2008-2009 los jóvenes fueron los más afectados por la falta de empleos y la desocupación, y afirma que esto se ha vuelto una constante entre la población que apenas se incorpora a la vida productiva.
El organismo internacional prevee que de continuar la situación los próximos años, tendremos una generación de jóvenes perdida. Las condiciones actuales de desempleo se deben al bajo crecimiento económico y a un mercado laboral insuficiente, consecuencia de la nula política de desarrollo de los últimos años.
Para satisfacer la demanda de empleos se tendrían que crear un millón al año, para esto se requiere un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de entre 6% y 7.5% anual, según expertos. Las perspectivas no son muy buenas, en los 4 años del sexenio de Felipe Calderón se han creado tan sólo un millón de empleos, y el PIB ha decrecido.
Pero el desempleo juvenil no es el único problema, los jóvenes ocupados también están en desventaja; la Encuesta Nacional de la Juventud indica que el 60% de los jóvenes que trabajan ganan apenas entre uno y tres salarios mínimos; y sólo el 1.6% gana más de diez salarios mínimos. Otro dato preocupante, es que de los trabajadores jóvenes el 58% no tiene contrato, lo que les afecta en sus condiciones de trabajo pues no tienen prestaciones ni estabilidad laboral.
Por falta de estrategias públicas de largo plazo nuestro país está desperdiciando el Bono Demográfico, que es cuando la mayoría de la población está en edad de trabajar, es decir, que la población económicamente activa es mayor a la población dependiente, aumentando con ello el potencial productivo del país. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo) entre el año 2000 al 2030 en México se reflejará este aumento. Los jóvenes se encuentran fuera de la agenda pública del gobierno federal, por ello se está desperdiciado el bono demográfico, ya que no se han desarrollado políticas públicas y programas integrales enfocados a este sector de la población.
Para aprovechar la oportunidad demográfica y la acumulación de capital humano, se deben generar empleos en un mercado laboral con más dinamismo, que garantice a los nuevos trabajadores el acceso a los sistemas de ahorro, de seguridad social e inversión.
La situación de pobreza en la que vive una parte de la niñez mexicana y la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, no sólo afecta a sus familias, también impacta de manera negativa a toda la sociedad; hoy padecemos las consecuencias: drogadicción, crímenes, problemas económicos de los sistemas de seguridad social, aumento de la migración, cierre de empresas, etc.
La consagración de derechos específicos para estos sectores de la población también debe ser un compromiso del gobierno, para lograr mejores condiciones de vida y de desarrollo; pero sobre todo, es necesaria su inclusión, porque los niños y jóvenes son fundamentales para cualquier obra de transformación social…
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