publicación Online 4 de abril de 2011
 
 
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Edición No. 265 , ABRIL 2011
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Mis sexenios (37)
José Guadalupe Robledo Guerrero.

A la mitad del sexenio mendocista
Antes de que la cronología de este relato rebase a Eleazar Galindo Vara es menester recordar una anécdota que viví. Resulta que al día siguiente de la aprehensión del ex alcalde fui temprano a su casa para investigar con sus familiares los verdaderos motivos de su encarcelamiento. Tenía claro que sus parientes se iban a negar a hablar, pero aún así lo intenté. Yo sabía por confidencias de Juan Francisco Guerrero Jiménez, director del programa “Tierra y Esperanza”, algunos pormenores del asunto. En una ocasión me dijo que estaban echando mano de los activos del programa Tierra y Esperanza “para financiar el funcionamiento del municipio, debido a que el gobierno estatal no nos entrega completas las partidas económicas del ayuntamiento”, pero no dijo más, ni respondió a mis preguntas, sobre todo lo que se refería al monto de las retenciones, y a las justificaciones que daba el gobierno estatal para escamotearle recursos al municipio.

Llegué a la casa de Eleazar alrededor de las 8 de la mañana, y no había ningún auto estacionado frente a la residencia, como siempre los había cuando Galindo Vara era el alcalde en funciones. Esto demostraba una vez más que: En política los amigos son de mentiritas y los enemigos de verdad. Eso revelaba también que el ex alcalde estaba solo para enfrentar a sus poderosos persecutores.

Me abrió la puerta la señora Angélica, esposa de Eleazar, quien se veía sola y abatida, pero con un rostro de dureza e impotencia. La señora tenía referencias mías, pero de todos modos me presenté y le dije a lo que iba. Me invitó a pasar a la sala de su casa y antes de que nos sentáramos a platicar sonó el teléfono, se disculpó para contestarlo y escuché lo siguiente: ¿Qué quieres?, le dijo a su interlocutor telefónico con suma dureza cuando supo quién hablaba. Por unos momentos escuchó lo que le decía, y de repente le dijo: “Eleazar está preso porque lo traicionaste, preferiste taparle las marranadas a Eliseo. Ve y chingas a tu madre y no vuelvas a hablar”.

Colgó el teléfono, durante algún tiempo se quedó pensativa y respeté su silencio. Al volver a la realidad se disculpó por su exabrupto y me dijo: “pues ya lo oyó, eso es lo único que sé. Eliseo es el responsable de lo que le pasa a mi marido, yo no puedo hablar pues lo expondría, lo único que le pido es que no lo dejen solo, los necesita”, terminó su petición a punto del llanto, pero no quiso decirme con quién había hablado. Me dijo que podía visitar a su marido, pero que comprendiera que no podía hablar mientras estuviera encarcelado.

Me trasladé al penal, pero me evitaron ver a Eleazar con un pretexto burocrático, al parecer estaba rindiendo sus declaraciones. Al día siguiente recibí un recado del ex alcalde que me pedía que fuera a verlo. Esta vez si pude entrevistarme con él. Estaba deshecho, abatido, los estragos del insomio se le dibujaban en su rostro. Sumamente alterado me dijo que tenía miedo que lo mataran, pues la noche anterior habían provocado un apagón en el penal, y él había pensado que iban a matarlo. No me dijo más, no respondió a ninguna de mis preguntas, prometiendo que me contaría todo una vez que saliera de la cárcel. ¿Tú comprendes, verdad?, me preguntó exhibiendo su miedo. Posteriormente, Eleazar salió de la cárcel pero no cumplió su promesa, nunca me quiso decir cuáles habían sido los motivos que lo llevaron a prisión, tampoco dijo nada de los acuerdos que había hecho con sus captores para recuperar su libertad. Seguramente se comprometió a guardar silencio y quedarse con la humillación de que fue objeto.

Para entonces ya se sabía que la prepotente y sádica persecución había sido ordenada por Mendoza Berrueto e instrumentalizada por “El Tesorito de Eliseo” Jesús García y Raúl Garza Serna, entonces secretario particular del gobernador. Con ese mismo abuso del poder se persiguió a Juan Francisco Guerrero, a tal grado que desde que huyó en 1990 no retornó a Coahuila, y hasta la fecha nadie sabe dónde está ni qué pasó con él.

Juan Francisco sabía todo sobre el dinero desfalcado, por eso Eliseo quería que lo detuvieran para que no hablara, ya que el fraude en “Tierra y Esperanza” era el hilo conductor para demostrar que el saqueo del erario coahuilense estaba organizado desde los más altos niveles gubernamentales.

A pesar de que todos conocían de la corrupción de Mendoza Berrueto y los mendocistas, pocos sabían que con los activos de “Tierra y Esperanza” se estuvo financiando el funcionamiento del ayuntamiento saltillense, debido a que el gobierno estatal le escamoteó, con la complicidad de Eleazar Galindo, el presupuesto al municipio de Saltillo. Días después de “escapar” de la “justicia”, Juan Francisco Guerrero se comunicó conmigo desde Guayabitos, Jalisco. Me pidió llevarle un recado a su esposa, y no volvió a tener contacto conmigo, a pesar de que prometió seguirme llamando.

La última vez que supe de Juan Francisco, fue días después que nos comunicamos, cuando llamó al programa radiofónico que Alfredo Dávila tenía tenía en la XEKS para decirle: “No huí porque me sentía culpable, pues soy inocente, sino porque tengo miedo que algo me pase”. Juan Francisco fue generoso con las lideresas de las colonias, por eso se ganó los aplausos y las porras que le prodigaron hasta la saciedad, pero lo dejaron solo cuando ya no tenía que darles y estaba en problemas. Así es la política clientelar.

Antes de terminar agosto, a unas cuantas semanas de las elecciones municipales, estaba claro que Abraham Cepeda Izaguirre sería el candidato del PRI a la alcaldía de Saltillo. A Abraham lo estaba impulsando el alcalde interino Mario Eulalio Gutiérrez y era obvio que la decisión de Mendoza Berrueto estaría a su favor, debido a que “El Amarrado”, Francisco de la Peña Dávila, había sido eliminado de la competencia a raíz de la denuncia por corrupción que hizo en su contra Francisco Navarro Montenegro en el Congreso de la Unión.

Los otros dos de la lista de Eliseo: Raymundo Verduzco Rosán e Higinio González Calderón también quedaron descartados, pues luego del acto político que Jaime Martínez Veloz y Francisco Navarro Montenergo le organizaron al Presidente Salinas, el mismo Navarro le dio su apoyo público a Abraham Cepeda, que de poco le sirvió ser el candidato priista, pues perdió ante la concertacesión que hicieron -con anticipación a las elecciones- EMB y los López del Bosque, para que el candidato panista Rosendo Villarreal consiguiera el triunfo electoral sin mayor esfuerzo. El panista Higinio González Calderón como Presidente del CDE del PRI estatal organizó y operó la derrota de Abraham Cepeda Izaguirre.

También es menester señalar la primera agresión que recibí del “gobierno” mendocista, cuando ladrones profesionales mandados desde el Palacio Rosa se metieron a mi casa a robar un lote de joyas de oro que vendiamos para sobrevivir. Esto sucedió poco después de que el Alcalde Eleazar Galindo Vara pidiera licencia a su cargo, para luego ser encarcelado.

Debido a la situación generada por las críticas a la corrupción mendocista, mi familia y yo no saliamos de la casa, pues temiamos que algo sucediera, pues sabía que Eliseo y sus mancebos estaban planeando hacer algo en mi contra. Pero cierto domingo nos animamos a salir a comer, volvimos hora y media después y nos dimos cuenta que nos habían robado. Los ladrones enviados dejaron constancia de su ingreso, al dejar en la cama de la recámara principal tres cadenas chapeadas de oro, que eran las únicas joyas que no eran de oro, porque así las había encargado una clienta. De nada sirvió que denunciaramos el robo, los ladrones habían sido de los mismos.

A mediados de agosto de 1990, le solicité una entrevista periodística al recién nombrado candidato del PAN a la alcaldía de Saltillo, Rosendo Villarreal Dávila, quien consiguió su candidatura tres meses después de haber ingresado a Acción Nacional. Rosendo se afilió al PAN luego de que Mendoza Berrueto le negó hacerlo candidato priista como era su petición.
Rosendo Villarreal aceptó darme la entrevista, y en ella señaló lo que sería su slogan de campaña: “Vamos juntos a rescatar Saltillo”, la que desde entonces ha sido la frase recurrente del PAN en los procesos electoreros. Otra de sus respuestas fue de antología: “Yo no violaría los principios cristianos, pues para mi la religión está por encima de la política”.

Pese a mi obvia animadversión al panismo, Rosendo fue diplomático conmigo, sus respuesta fueron francas a pesar de que fue evidente que algunas de mis preguntas le molestaron. Rosendo justificó su nueva faceta de político aldeano, y señaló lo que era vox populi: “Se ha perdido totalmente la confianza en las autoridades”,. “El PRI está lleno de ataduras, compromisos y vicios”. “Estoy dispuesto a buscar el bien común con principios cristianos”. “Los empresarios son apartidistas, pero no apolíticos”. “La administración de Mendoza Berrueto no ha sido erfectiva”.

Uno de los primero funcionarios mendocistas que criticó a Rosendo Villarreal como candidato panista a la alcaldía saltillense fue el director del programa estatal “Vivamos Mejor”, Jaime Martínez Veloz, quien en un acto público hizo referencia al neopanista señalando: “Rosendo se va a promover, vendiéndose como se vende un refresco, un par de zapatos o un jabón”. En ese momento Martínez Veloz, igual que todos los priistas, creía que el candidato panista no lograría su objetivo, seguramente porque ignoraba que su patrón Eliseo ya había concertacesionado la Presidencia Municipal de Saltillo con el PAN, por eso dudaban de la victoria electoral del hechizo político.

Por su parte el Presidente del Congreso, Félix Campos Corona, afirmó que: “Los candidatos fabricados al vapor de las luchas electorales (refiriéndose a Rosendo) por el PAN, no tienen la más remota posibilidad de triunfar en su objetivo”. Tampoco Félix Campos se imaginaba el acuerdo cupular que habían tenido Mendoza Berrueto y los López del Bosque, quienes habían impulsado las ambiciones electorales de su pariente político. Rosendo era cuñado de Isidro López del Bosque, uno de los propietario del Grupo Industrial Saltillo.

Por otra parte, el alcalde interino Mario Eulalio Gutiérrez, sufría las penurias de la falta de recursos en el municipio, y para salir de los problemas más apremiantes, el dócil cabildo le autorizó un préstamo bancario de cuatro mil millones de pesos. Este nuevo préstamo, sumado al pasivo existente de 25 mil millones de pesos, elevaba la deuda municipal a 29 mil millones de pesos, lo cual en ese momento era una enorme carga para Saltillo.

Poco antes de que Rosendo Villarreal Dávila fuera candidato del PAN, los diputados federales panistas había amenazado a Mendoza Berrueto de solicitar en la Cámara de Diputados un juicio político en su contra, pero por diversos pretexto los legisladores panistas nunca cumplieron su amenaza, la cual se les olvidó completamente cuando Rosendo fue convertido en candidato a alcalde de Saltillo, debido a ello era claro que EMB ya había negociado la alcaldía de la capital del Estado a cambio de que los panistas no solicitaran su juicio político.

En ese ambiente contaminado, y para conocer más lo que se estaba cocinando, a mediados de septiembre entrevisté a Humberto Gaona Silva, quien había vuelto a la función pública como director de Comunicación Social de la Presidencia Municipal de Saltillo en el interinado de Mario Eulalio Gutiérrez. Humberto Gaona había sido destituido de la dirección de prensa del Estado, allí estuvo sólo el primer año del “gobierno” mendocista, por eso me extrañó que en la entrevista defendiera a Eliseo.

En la entrevista periodística, Humberto Gaona dijo: “El periodismo debe ejercerse con ética y capacidad”. “No se puede tener una prensa perfecta por decreto gubernamental”. “En Coahuila sí se ejerce la libertad de expresión”. “Hay demasiados intereses oscuros en la campaña contra el gobernador”. “Con todos sus defectos y fallas, el PRI sigue siendo la mejor opción”. Nunca supe el por qué del cambio de Gaona, pues él se había sentido humillado cuando Eliseo lo despidió para nombrar a un personaje contrario: Gerardo Hernández González, pero seguramente su nueva actitud había sido ordenada por su jefe, el alcalde interino Mario Eulalio Gutiérrez, quien no cesaba de rendirle pleitesía al poder gubernamental, lo cual no era raro en el junior, pues siempre fue servil y lisonjero con el gobernante en turno. Hasta la fecha eso no ha cambiado, pero ahora los lacayos se han multiplicado.

Lo cierto es que las elecciones municipales reavivaron a los políticos aldeanos, debido a que Rosendo Villarreal entraba al proceso, disputando la alcaldía de Saltillo. Eso hizo que los priistas se unificaran en torno de Eliseo y del PRI, pero la victoria del panista ya estaba decidida y la derrota del priista Abraham Cepeda sólo era cuestión de semanas.

Es justo decir que Abraham Cepeda tenía lo suyo, su imagen de deshonesto y corrupto daba pie a la burla de los demás. Se decía, por ejemplo, que Abraham desde niño fue terrible, pues cuando le encargaron la cooperativa escolar, éste se había robado sus activos hasta que la hizo quebrar.

Abraham Cepeda, Carlos Román Cepeda y otros juniors son descendientes del ex gobernador Román Cepeda, quien se destacó como un gran ratero. Algún día le pregunté a Flores Tapia quién había sido a su juicio el gobernador más deshonesto (OFT no admitía la palabra corrupto), y sin pensarlo me dijo: Román Cepeda.

Por esos días reportaban desde Chihuahua a otro indeseable, el “SuperSubSecretario” de “El Diablo” de las Fuentes: Rodrigo Sarmiento Valtier. En ese entonces, “Sor Veneno” (otro de los apodos de Sarmiento) era director del Vanguardia de Chihuahua, que tuvo una corta vida, llena de acusaciones de extorsión por parte de las autoridades chihuahuenses...

(Continuará).
La otra mitad del “gobierno” mendocista...

 
robledo_jgr@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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