De la especulación de capital financiero internacional, a la economía social
distributiva del ingreso nacional
Luis Fernando Hernández González.
Dispendioso le ha sido el costo para México mantener una estabilidad cambiaria frente a la divisa Norteamericana, toda vez que mucha de nuestra política monetaria y hacendaria tienen como fin unilateral el propiciar un ambiente de confianza y seguridad, a las fuerzas de inversión de aquellos capitales externos, que tiene como fin garantizar la valoración de sus utilidades financieras a costa de todo aprovechamiento social, productivo y comercial.
Bajo este esquema especulativo de economía financiera internacional, ahora a inicios de este año de 2012, el gobierno del presidente Calderón a hecho una aportación de 14 mil millones de dólares a efecto de soportar aquellas economías de países bajo situaciones de riesgo recomendadas por el Fondo Monetario Internacional, y no así, brindar un apoyo de 10 mil millones de pesos a las entidades siniestradas por la sequía en 18 entidades de nuestro país, todo por buscar a futuro un recurso anti contingencia de 100 mil millones de dólares en caso de que México lo necesite ante una gravedad crítica de su economía.
Las contradicciones que confrontan en este momento las distintas variables económicas de nuestro país, dan pie a un análisis de las estructuras que la integran, cobrando sensible sentido como lo señalan algunos expertos en la contracción provocada por la dinámica económica que prevalece hasta ahora en nuestra estabilidad cambiaria, la cual busca como fundamento de aplicación generar estabilidad y confianza para un sector financiero de carácter internacional, dotándole de mayores espacios para su inversión y hacer de nuestra moneda una divisa de fuerza confiable dentro de un mercado que se globaliza.
Más esta acción deja sus secuelas en el campo productivo y competitivo de nuestro desarrollo, al aplicar políticas restrictivas y carencia de reformas estructurales, por el sólo hecho de alentar el ingreso de capitales y de esta forma apuntalar la moneda y a su vez inducir al control de la inflación en el mercado interno.
Al pretenderse la estabilidad cambiaria se abandonó por completo el mecanismo sensorial que realizará los ajustes necesarios sobre las presiones que se ejercen en la balanza de comercio exterior, desalentándose de esta forma la dinámica productiva nacional, generando la pérdida de competencia de la producción nacional entre los precios de orden interno contra aquellos de carácter externo, es decir entre importaciones y exportaciones de mercancías, en donde su resultado en nada ha beneficiado al país, a su sociedad y a la inversión competitiva.
A nivel mundial , los países han pretendido dinamizar sus exportaciones a efecto de contrarrestar sus problemas deficitarios comerciales que tienen, para de esta forma generar recursos para el pago de la deuda, derivando estas exportaciones en contrarrestar la caída del mercado interno, en donde como bien lo sabemos la herramienta de ajuste de la política fiscal tiene como fin la suma de recursos para el pago de la deuda, ocasionando esta medida se restrinja el crecimiento de la demanda y de las mismas importaciones, que son las exportaciones de otras naciones, todo ello a provocado que algunos devalúen su moneda, para estar en condiciones de competencia a efecto de incrementar sus exportaciones y detener sus importaciones, cuyo último propósito es la dar beneficio a la producción local y mantener el empleo.
Para nuestro país las condiciones cambiarias le generan una desventaja en cuanto a sus importaciones, al enfrentar presiones que condicionan nuestro comercio exterior no petrolero, lo que hace inestable nuestro tipo de cambio ya que como se entiende ante cualquier apreciación de incertidumbre financiera, dejan de actuar las condiciones externas que le dan viabilidad para su estabilidad monetaria como ya se ha visto en la movilidad de equivalencia cambiaria frente al dólar.
De ahí el porque se examina como fin último, la urgente necesidad de contar con una banca central que brinde las garantías suficientes para el manejo de una actividad monetaria en donde los recursos fiscales, bancarios y el mismo ahorro nacional, den respuesta a los propósitos públicos que la nación mexicana dicte sobre ellos.
El mejor ejemplo especulativo de este modelo lo tenemos en el crack financiero realizado por los grandes consorcios industriales y financieros de los Estados Unidos de Norteamérica, lo mismo en Grecia y España en donde después de algunos años sus economías no a podido establecer condiciones de estabilidad y equilibrio que brinden aliento a su sociedad para su mejor desarrollo.
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