Oscuras intromisiones en el caso Florence
Adolfo Olmedo Muñoz.
Nunca como en este sexenio, la hediondez de la política ha sido tan nauseabunda; su ejercicio, tan mediocre; su función tan inútil; su presencia tan vergonzante, pero también, tan peligrosamente débil e indefensa ante la voracidad siempre presente de fuerzas del exterior. Acosada la nación, la miope administración del estado ha puesto en peligro nuestros recursos naturales; ha permitido la humillación de nuestro pueblo en el extranjero, ha azuzado en lugar de resolver los problemas de inmoralidad, violencia y corrupción, ignominiosa-mente presente hoy más que nunca entre los sectores oficial, privado y social de nuestra sociedad, y ahora pretende atascar también al sistema de justicia.
Es cierta la dependencia de nuestro país, por múltiples y oscuras razones, de los mercados internacionales de armas y uno de los principales proveedores han sido los judíos. Pero también desde hace años -lo que se ha incrementado los dos lustros recientes- es que con ese pretexto y otros que propician la inepcia, infiltraron la “necesidad” de acompañar dichas compras con asesoramiento, en principio del uso de armamento, pero desde hace tiempo, se han infiltrado en cuestiones de seguridad nacional, con la complicidad -sospechosa- de altos mandos, sobre todo del Estado Mayor Presidencial, así como de funcionarios de la “procuración de la justicia”.
La guardia presidencial, cofradía que desde hace ya muchos años, pervive gracias a que el sistema se dio una sui géneris forma de autodefensa, previendo revueltas y traiciones como se dieron en el período revolucionario y postrevolucionario hasta la llegada del PRI.
Su reforma es urgente, antes de que se deteriore más y resulte irreversible el desequilibrio de los mecanismos del poder. Todo esto viene a colación, por la cada vez más evidente presencia judía en operaciones estratégicas, cobijados siempre por altas esferas de la delincuencia, pública y “privada”.
En el número 248 de este medio, comentamos superficialmente la sucia presencia judía merced a una sorda pero constante infiltración en la estructura militar del poder presidencial.
Tendrá que ser una de las más altas prioridades en la agenda de los aspirantes a la Presidencia de la república, pues el mundo ha cambiado tanto, que la brújula política en nuestro país ha caducado.
La “democracia a la mexicana”, forjada por políticos nacionalistas la mayoría, contempló la necesidad de establecer frenos y contrapesos, para que el poder público no volviera a desquiciarse de la función pública y no se apartara de los objetivos más nobles de la política social, y por ello se dio ese cuerpo de guardias de la Presidencia.
Con el crecimiento del poder presidencial, llegando prácticamente a estadios de despotismo con el salinismo, en nuestro país se engendró un malestar, que como todos los males dentro de una familia, se hablaron muy a soto voce y que tenía que ver con la discriminación entre las fuerzas armadas; Guardias Presidenciales por su lado y la simple tropa aglutinada en la Secretaría de la Defensa Nacional por otro, además de la “armada marina” que durante años fue objeto de desdén.
Todo ha cambiado. Aunque parezca que para bien, debemos alarmarnos por el nivel de ignorancia en que se mantiene al pueblo, de la sucia dependencia que del extranjero tenemos todos los mexicanos, merced a la mediocridad, estupidez o ignorancia de las generaciones “modernas” de políticos surgidos de escuelitas “patito”, tan ausentes de nuestros orígenes de luchas sociales por la libertad de la que hoy hacen dispendio.
Influidos por la abrumadora propaganda mundial, hemos dejado entrar al enemigo más pérfido y venenoso que depreda la economía mundial; los judíos, que no tienen patria pues como roedores errantes merodean por todos lados en busca de qué parasitar por medios lícitos o ilícitos.
En el mencionado número 248 de esta publicación comentamos la noticia de amañadas operaciones de un supuesto experto en seguridad, que se dedicó -no se sabe a favor de quién- a establecer una red de espionaje, que por cierto no se sabe a ciencia cierta en qué quedó todo el asunto pues ya -como siempre- no se le dio seguimiento. Lo cual no deja de ser sospechoso.
El sujeto en cuestión que responde o respondía -pues como algunos reptiles, se mimetizan con facilidad- al nombre de Yosef Sheva Porat, ha desaparecido -por arte de birlibirloque- de los despachos informativos de todos los medios y no sería extraño saber a la postre, que abandonó el país, pero con las talegas hinchadas de nuestro devaluado pero codiciado peso mexicano.
Han sucedido otros judío-escándalos en el mundo como el del degenerado Dominique Levy Strauss; los del lujoso Ghetto mexicano de Polanco, donde un orate (propio de esa etnia) insultó, golpeó y humilló a un mexicano trabajador, porque no le sirvió de gato, como él -un tal Miguel Sakal Smeke- quería. Y muchos otros, pero ahora quisiera mencionar que apesta más que muchos más. Es el caso de un socarrón sujeto que, vaya usted a saber con qué fines aviesos se puso el mexicanísimo nombre de Cuauhtémoc. Eduardo Margolis Sobol, un sujeto de 57 años que supuestamente sirvió para la nefanda agencia de “inteligencia” de Israel -el Mossad- y que ha venido a enturbiar el de por sí sucio estercolero del caso de la francesa Florence Cassez, al grado de que ahora si dudo de la culpabilidad de la francesa, debido a la perfidia del judío que, luego de haber tenido problemas serios con el hermano -Sebastien- de Florence, a quien al parecer defraudó, se esté vengando en ella con la complicidad de personajes del aparato de seguridad, de la administración de Felipe Calderón.
El caso se expone claramente en el número 1846 de la revista Proceso, por lo que obviaré una descripción más pormenorizada del asunto. Sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de abrir algunas interrogantes: ¿Hasta qué punto, los “hombres del Presidente” han manoseado este asunto a fin de esconder su ineptitud o quizá su corrupción?
¿Hasta qué punto existe una complicidad de las autoridades policíacas y políticas al más alto nivel para cometer una felonía?... ¿Hasta qué punto esta infiltrado el sistema de seguridad nacional de nuestro país, y por quién?… ¿Hasta qué punto el Secretario de Gobernación está enterado de los convenios de asesoría y suministro de armamento, por parte de qué proveedores y de qué nacionalidades o etnias? ¿Hasta qué punto la señora Isabel Miranda -mediática candidata del PAN al gobierno del Distrito Federal- está siendo una marioneta en el guiñol que tan suciamente ha montado el aparato oficial de la administración policiaca de “Felipillo” Calderón?
¿Desconoce el Presidente mexicano el nivel de infiltración en el sistema de seguridad nacional? ¿Desconoce el Presidente la red de tráfico de influencias que sus colaboradores del sector policiaco mantienen con el hampa organizada al más alto nivel nacional o internacional? Si lo desconoce todo y otras “fruslerías”, puede deberse a varias razones, pero, de las más importantes son: debido a su improvisación como estadista.- A una perversa complicidad.- A que es más estúpido que su Secretario de Gobernación, quien como ministro del interior en la administración pública de nuestra nación, debe controlar y sancionar en caso necesario, cualquier condición que ponga en riesgo al país. (Cuánto se añora aquella Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de SEGOB. Se sabía de política).
De cualquier manera, el estercolero ha explotado y salpicado hasta el Poder Judicial, pues a ciencia cierta no sabemos a favor de qué o quién estará en realidad el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien ha puesto al filo de la navaja al sistema jurídico a la mexicana, tan aderezado del ingrediente político.
Es tiempo de poner brida a la veleidosidad de la administración de la justicia y se determine si se optará por el “dura lex, sed lex” la ley es dura pero es la ley-; “Jus est ars boni et aequi” -El derecho es el arte de lo bueno y de lo justo- o del supremo y humanista principio de la equidad.
De cualquier manera, la posición que adopte el cuerpo colegiado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no dejará satisfechos a todos los sectores, por tanto, es oportunidad de oro, para iniciar una nueva era de impartición de justicia, libre de presiones internas o externas; liberarse de nefastas influencias políticas o mercantilistas y revaluar el respeto a su honorabilidad.
De la Clase política actual, no esperamos ni siquiera capacidad para esclarecer quién o quiénes tienen las manos metidas en el desquiciamiento de la paz social en nuestro país, y con qué fines se azuza esa paz. Los políticos, inmersos en la cloaca que quizá alcancen sólo a balbucear: “¡No hagan olas!”.
Y como la cereza en un “mojón” de excremento, no podemos dejar de comentar otra… tontería. Sin ningún empacho el “presidentito”, dio muestra el pasado 28 de marzo, de pretender homologar la perfidia y mañosería de aquel Carlos Salinas de Gortari de quien, por fortuna, todo podrá alcanzar, menos la preparación intelectual del orejón. ¡¿Se imaginan?! Feli-pillo Calderón, no se echó incienso durante más de dos horas en un discurso, en el que “dio a conocer los avance logrados durante su administración”.
“A otro hueso con ese perro” (SIC). La realidad es que inició desafiante y desaseadamente la campaña presidencial, ni siquiera a favor de Josefina Vázquez Mota la cual está seguro poder controlar en el futuro, sino a favor del continuismo del PAN en un poder que como perro peleará a fin de no volver a dejar el jugoso hueso de la “Administración Pública”.
El “demócrata” no predica con el ejemplo. Todo el sexenio se hizo un uso mediático, sofistico, mentiroso, falaz, hipócrita, retrechero, con la complicidad de algunos “medios de comunicación”, para engañar al pueblo.
Creo que menosprecia la inteligencia de los mexicanos, igual que Vázquez Mota, que por ignorancia o mala leche, menospreció a la institución de educación pública superior de habla hispana, más importante en el mundo.
El discurso del Presidente, no fue el de un estadista, sino de un simple “palero”, que constituyó incienso para unos cuantos, pero repugnante vómito para más del 80 por ciento de los mexicanos.
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