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Abril 2012
Edición No. 278
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José Revueltas

Alfredo Velázquez Valle.

El 16 de abril se cumple un aniversario más del fallecimiento de José Revueltas, filósofo, escritor y adalid social que participó en infinidad de luchas contra el régimen; en especial, la emprendida en 1968 por los estudiantes de la UNAM y del Politécnico Nacional, lo que le costó el encarcelamiento por varios años en el palacio negro de Lecumberri.

A 36 años de su partida, su pensamiento revolucionario sigue vigente, y el tiempo transcu- rrido no ha sido suficiente para borrar las enseñan- zas que dejó. Lecciones que en estos tiempos de resaca, vuelven con el vigor de cuando fueron guía de una sociedad sumida en el autoritarismo de un sistema que aún sigue estando presente.

El Estado mexicano, tal como lo señala Revueltas, sigue su función como celoso guardián de las prerrogativas de los sectores privilegiados (empresarios, trasnacionales y políticos de élite) que impunes amasan grandes fortunas a costa de la expoliación y la marginación de millones de trabajadores mexicanos. Es el Estado mexicano quién ha permitido, por ejemplo, el enriquecimiento de Germán Larrea Mota Velasco, principal accionista del Grupo México quién, a costa de la explotación de los mineros ha concentrado una fortuna de 14,200 millones de dólares.

Según Revueltas: “El gobierno en sí mismo, no es sino la exteriorización jurídica de un poder real que existe y se ejerce al margen de las instituciones; el gobierno de este modo, se reduce a ser el instrumento formal institucional de la clase dominante”.

Es así como podemos deducir que las de- mandas del sector empresarial como la embestida de sectores conservadores que pugnan por una pretendida “libertad religiosa”, tienen siempre aseguradas sus ambiciones entre legisladores e ideólogos de los distintos sectores políticos que gravitan en la órbita del sistema económico del cual son vulgares testaferros y beneficiarios.

Que los señores diputados y senadores, como los procesos por los cuales son electos, forman parte de una estructura establecida a priori que garantiza las condiciones necesarias para la reproducción del sistema de privilegios es sumamente revelador; aún más, cuando corroboramos que instituciones que se dicen autónomas y soberanas, como el IFE o la CNDH, terminan claudicando por un lado o sancionando por otra parte al propio Estado opresor.

De ello se deduce con claridad que las demandas de los trabajadores no tienen representación verdadera entre las curules de las Cámaras ni mucho menos en los salones del despacho del ejecutivo nacional. Ante la embestida de empresas transnacionales, que acaban con recursos naturales y empobrecen los bolsillos, ante los permisos otorgados legalmente por los gobiernos que permiten el abaratamiento de la mano de obra que se contrata para empresas golondrinas, ante el acto cada vez más escandaloso de corrupción y despilfarro de recursos, ante las medidas injustas (despidos, reajustes) que los sectores de poder toman cuando las depresiones económicas tocan fondo, entre otros, demuestran que antes que el bienestar de la clase trabajadora están las comodidades y prerrogativas de una burguesía nativa y los intereses de los capitales extranjeros, en especial los norteamericanos, cobijados todos ellos por un sistema jurídico viciado y profundamente clasista.

En una sociedad que parece englobar tantos y tan encontrados conflictos de intereses, el pensamiento crítico de José Revueltas en torno al hecho de saber dónde estamos apostados y cuáles son, a partir de ello, nuestras verdaderas necesidades y aspiraciones, nos facilitará llegar al camino que conduce a las correctas directrices de nuestro quehacer en una nación tan profundamente desigual como lo es la nuestra.

Es también esta misma falta de claridad la que ha llevado a grupos de “ciudadanos destacados” a la inútil tarea de buscar consensos entre los candidatos a la Presidencia de la República en aras de un renovado sexenio presidencial que reduzca la pobreza y los vicios inmemoriales que nos devoran. Pecando de ignorantes, estos ciudadanos desconocen la opinión que Revueltas tenía de estos “profesionales de la política” a quienes calificaba como: seres de buen juicio que no creen jamás en el valor de las palabras, ni de las propias ni de las ajenas. Es esto un claro ejemplo de demagogia.

La toma de conciencia que como trabajadores tenemos en el funcionamiento del aparato productivo, de los medios de que disponemos para defender nuestros intereses de clase, de los peligros que afrontamos ante el embate de capitales nacionales o extranjeros y de las celadas reiteradas de partidos políticos y sectores retrógrados siempre dispuestos al engaño, resulta de una importancia capital para nuestra emancipación y dignificación social, dos cosas a las cuales Revueltas consagró su vida.

Hoy que estamos próximos a un nuevo proceso de “renovación de poderes” es pertinente volver la mirada a Revueltas quién, en 1958, ponía ya al descubierto los intereses que movían verdaderamente a los partidos políticos.

“México: una democracia bárbara” es el nombre del ensayo en el cual José Revueltas hace una radiografía del sistema político mexicano, poniendo al desnudo las ideologías que realmente sustentan los principios y programas de acción de estos aparatos que en aparente confrontación confluyen en su vocación de servicio al Estado.

La descripción que hace del proyecto derechista del PAN es altamente significativo en cuanto hace una certera descripción del mismo, y que sigue tan vigente que la apreciación no sólo abarca al PAN sino que engloba a todos los demás partidos contendientes por la Presidencia de la República que en esencia no son sino excrecencias, productos del propio Estado capitalista mexicano:

“…el anhelo de Acción Nacional sería que México constituyera un campo abierto al desarrollo y la prosperidad de los capitales extranjeros, sin cuyo impulso -según el propio PAN- nuestra economía está condenada a que los buitres le devoren las entrañas a causa de haberse revelado contra los dioses, en nuestro caso los grandes intereses del capital imperialista norteamericano. Esta aspiración, aparte la solidaridad económica y los vínculos que unen a los sectores que el PAN representa, con el capitalismo norteamericano, se basa en la creencia de que México no podrá jamás tener una economía independiente ni podrá jamás manejar sus propios destinos por sí mismo.”

 
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