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Abril 2012
Edición No. 278
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Vestigios rupestres en el sureste
coahuilense (III)


Rufino Rodríguez Garza.

No sólo dibujaron mamíferos, también reptiles. Los antiguos pobladores nos dejaron figuras de tortugas, tanto de agua como de tierra, serpientes y una gran variedad de lagartijas completas o en partes. En menor cantidad se localizan representaciones de aves, entre las que se logran distinguir águilas, pavos o guajolotes y otros pájaros. En lo que toca a insectos, se pueden identificar gusanos, arañas, alacranes y mariposas.

En otro tipo de grabados naturalistas se representaron armas como el arco y la flecha, proyectiles, navajas enmangadas y el extraordinario átlatl. Este instrumento consistía en una pequeña madera plana con un tope, una agarradera y uno o más contrapesos que daba por resultado una prolongación del brazo, lo que permitía arrojar un proyectil -un tipo de saeta- con precisión, fuerza y a una gran distancia. En muchos sitios de Ramos Arizpe como en el kilómetro 42 de la carretera a Piedras Negras, hay más de 200 representaciones de esta poderosa arma. Esta herrramienta lanzadardos fue cayendo en desuso al inventarse el arco y la flecha; se cree que fue alrededor del siglo V de nuestra era cuando se generalizó el uso del arco y desplazó al propulsor o átlatl. Ha sido encontrado en tumbas mortuorias y se puede admirar en varios de los museos mencionados anteriormente.

Alimentación
La principal preocupación de los cazadores-recolectores fue allegarse constantemente de alimentos, para lo cual cazaban, recolectaban frutos y raíces, y cuando lo permitían las condiciones, pescaban.

Los animales de que se componía su dieta eran aves, reptiles, mamíferos y peces. Entre la aves se contaba con el pavo o guajolote, que lo hubo en todo el Estado, aunque actualmente sólo existe en los municipios norteños, principalmente en los de Zaragoza, Acuña, Múzquiz y Ocampo.

Entre los reptiles más socorridos para la alimentación se contaba con toda la variedad de lagartijas que habitan en todo el territorio coahuilense. Prueba de ello son las buenas representaciones de este saurio en rocas y cuevas.

También consumían serpientes y tortugas. La víboras fueron representadas en algunos sitios del sureste del Estado. En cuanto a las tortugas, tanto de tierra como de agua, se encuentran en vestigios rupestres de Paredón, El Barril y otros sitios del municipios de Ramos Arizpe. De este animal aprovechaban su carne, y con el caparazón, debidamente tapados sus agujeros y rellenado de pequeñas piedrecillas, elaboraban un instrumento musical de percusión.

Dentro de su dieta tenían preferencia por los mamíferos. Pero no despreciaban ningún tipo de carne, ni la de los pequeños roedores ni la de los grandes animales. Todos podían ser comestibles, desde una rata, un conejo y una liebre, hasta un coyote, un puma, un venado o un bisonte. De toda esta fauna hay representaciones, tanto en pintura como en grabado, del animal completo o de una parte del mismo: una simple huella, sus astas, la cabeza. El más representado fue el venado. En Coahuila se cazaba el venado cola blanca, el berrendo, el bura y el elk. Las representaciones del venado cola blanca aparecen con una línea recta o una curva con puntos; de igual modo aparecen las del bura, pero con bifurcaciones en las puntas de la cornamenta.

Otro animal representado fue el borrego cimarrón, pues cuando menos en ocho sitios con petrograbados podemos identificarlo. También en algunas localidades con vestigios arqueológicos podemos ver huellas de oso y, en un sólo caso, de un felino, en las inmediaciones del poblado General Cepeda.

Practicaban la pesca cuando el agua permanecía algunos meses en lagunas o represas naturales. De ella sabemos por la existencia de material de piedra de lítica especializada, tales como arpones. En algunos ríos se utilizaron trampas como las nazas, algunas de las cuales se conservan gracias a las condiciones de escasa humedad en las cuevas, tanto habitacionales como mortuorias. En el área de Narigua hay cuando menos una representación de este artefacto o trampa que permitía la entrada del pez, pero bloqueaba la salida.

En el caso de la recolección, es exuberante también la flora de la que aprovechaban el fruto de algunas plantas. De la palma sacaban provecho a su flor. Del maguey utilizaban el quiote, que en rudimentarios hornos era cocido para consumirlo, del mismo se extraía el aguamiel que sabemos es rico en nutrientes. Otros frutos propios de zonas áridas son las pitahayas, granjenos, tubérculos, vainas del ébano y, por supuesto, el mezquite. Es posible encontrarlo en muchos lugares de Coahuila y se consume directamente al estar maduro, aún seco se machaca en los morteros, y hecho harina se conserva por mucho tiempo. Los antiguos pobladores de estas tierras rellenaban de harina las pencas de nopal, convirtiendo el producto en “mezquitamal” fruto rico en proteínas.

                         
             
                             
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