Veneno Puro
-Democracia con Handicap
-Las Huellas de Ratzinger
-El Fútbol y la Política
Rafael Loret de Mola.
Felipe Calderón tomó todas las ventajas posibles antes del arranque de las campañas por la Presidencia de la República. Sea cualquiera el resultado final, cuando menos debemos avispar a que el próximo mandatario cuente con la legitimidad de la que adoleció el actual quien llega a la recta final meditando acerca de dónde será su destino próximo, fuera de México por supuesto, al término de su gestión sexenal. Dijéramos que, en este sentido, guarda un excepcional paralelismo con Carlos Salinas de Gortari, usurpador igualmente, quien debió autoexiliarse al percibirse perseguido por los magnicidios cuyas autorías tocaban -todavía tocan- sus talones.
Calderón aduce que tiene derecho a preservar su seguridad tras los encuentros entre mafias incontrolables a lo largo del periodo; la realidad es que, con todo y bendición Papal -aunque Joseph Ratzinger no tenga el perfil ni el carisma de su antecesor-, tiene un miedo tremendo a enfrentar su futuro a partir de diciembre porque sabe a cuántos ha dañado, no sólo dentro de las bandas del crimen organizado sino también dentro de la estructura del poder, y la tendencia a señalar hacia él cuando se menciona el nivel de violencia alcanzado en nuestro país, el número de periodistas asesinados -mayor que el registrado en las naciones en guerra abierta-, los más de cuarenta y siete mil víctimas reconocidas oficialmente, inocentes en cuanto no pertenecían a los bandos enfrentados, y las secuelas de una penosa parálisis ejecutiva que apenas comenzó a salir de la inercia en los meses anteriores con fines exclusivamente propagandísticos, esto es para apuntalar las tesis sobre la necesaria “continuidad” política. Una auténtica parodia de inauguraciones para finiquitar un sexenio impregnado de autoritarismos, además de la torpeza operativa. Digamos que el de Calderón fue un lapso para condensar la folklórica y frívola actuación de Fox con la línea de barbarie hacia donde nos condujo Carlos Salinas en 1993 y 1994. Síntesis casi perfecta.
Veamos cuál ha sido el comportamiento de Calderón en los prolegómenos de la campaña cuyo arranque coincide con el Domingo de Ramos y la Semana Santa para no dejar duda alguna acerca de cuál cofradía -la de Los Pinos, por supuesto- se favorece abierta e ilegalmente:
1.- Su injerencia notoria para trocar las decisiones de la Suprema Corte de Justicia en torno al escandaloso caso de la francesa Florence Cassez, quien alega que la tal “banda de los Zodiaco” sólo la formaban ella y su novio, Israel Vallarta, porque se desconoce la existencia de otros sicarios, que no sólo ha enturbiado las relaciones bilaterales con Francia –en donde, por supuesto, no suelen ser muy blandos con los terroristas y secuestradores-, sino ha exhibido a México como un Estado en donde la ley se basa en interpretaciones discrecionales sobre la justicia, esto es sin atenerse a las reglas básicas de los procesos cuya contaminación es razón de nulidad en cualquier pueblo civilizado, en sentido contrario al vano discurso del presidencialismo autoritario extinto. Una falacia más por obra y gracia de la derecha manipuladora. Por esta misma razón, claro, la señora Isabel Miranda es candidata del PAN a la jefatura del gobierno defeño siguiendo la ruta del vía crucis de su hijo. No hace falta agregar más.
2.- Se ha infiltrado en el Legislativo para tratar de dividir a los partidos adversarios, copando o atemorizando a los coordinadores de las distintas fracciones; además, sólo sus iniciativas han progresado, consensuadas bajo concesiones de diversa índole, aún oponiéndose a criterios históricos que debieron ser invulnerables. Esto es, retornó al escenario del “gran legislador”, del que Fox huyó porque no pudo controlarlo, ampliando la injerencia del Ejecutivo en este otro poder supuestamente “autónomo”.
3.- Es notoria, descarada, su influencia en los órganos electorales, específicamente el Instituto Federal Electoral –aunque no dudamos que el TRIFE proceda con la misma actitud rigurosa contra las oposiciones-, cuyo consejero presidente, Leonardo Valdés Zurita, ha convertido a la institución en una nueva fiscalía para observar, bajo microscopio, a postulantes y partidos apergollándoles y negándoles la más elemental de las libertades: la de expresión. Los candados impuestos, aunque ayuden a la ciudadanía a no padecer insomnio por la verborrea excesiva, lastima profundamente el sentido de democracia elemental al reducir, y no ampliar, los espacios para el debate y el cruzamiento necesario de ideas y proyectos. En este sentido, retrocedimos una barbaridad si nos comparamos con otras naciones en donde la simplicidad es garante de limpieza.
Lo he dicho siempre y lo mantengo: a leyes electorales más complicadas, con repartos matemáticos de curules y escaños de acuerdo a operaciones matemáticas convertidas en imperfectas por las tendencias políticas, menor expectativa democrática para una nación que estuvo sujeta a una “dictadura casi perfecta” que se maquilló, sin cambiar, con otro tono y color... digamos azul. Las consecuencias están a la vista: un gobierno con miles de asesinatos a las espaldas, una guerra inútil que no disminuyó el tráfico de drogas, el desquiciamiento de casi todas las regiones del país y el agobio tremendo de cuantos viven con inquietud y temor ante la posibilidad de encontrase, cualquier día, con los facinerosos, los retenes -en combinación con los primeros-, y la violencia sorda en cualquier esquina. Como en el viejo oeste o la tierra sin ley.
4.- Durante la reciente visita del Papa Benedicto XVI sólo a Guanajuato, casi con sello de exclusiva aunque se invitara a los candidatos del PRI y la izquierda a la ceremonia religiosa con la que finalizó su estadía en tierra mexicana, empapada con la sangre de los Cristeros como consecuencia de los fanatismos desbordados entre jacobinos y beatos con sus sambenitos encima, fue evidente la cantidad de reflectores que exaltaron la imagen de los Calderón como una suerte de matrimonio irreprochable, devoto y, por ende, bueno. Nada más alejado de la realidad si consideramos la avaricia de quienes les rodean, en el círculo familiar, y los choques permanentes de la pareja que no vivirá junta a partir del finiquito presidencial. La simulación, eso sí, salió triunfante para disfrute de los grandes operadores del marketing político, todos españoles de origen.
5.- Y, en el mismo contexto, se espera dentro de unos días la visita del presidente del gobierno hispano, Mariano Rajoy Brey, franquista y gallego de cepa, quien obviamente negociará con Calderón el destino y la expansión de las firmas ibéricas sobre México para consumar así la reconquista. ¿A cambio de qué? Es muy obvio: de asegurar, a mansalva, el continuismo para poder seguir operando con las reglas soterradas, no exhibidas, con las que igualmente negoció, al principio del sexenio, el extinto Juan Camilo Mouriño, gallego de origen, madrileño de nacimiento y campechano por adopción. Sólo de lo último se salva como funcionario, que fue, mexicano.
Mirador
Preguntaba a los amables lectores sobre aquella percepción que me asaltó cuando corroboré, en el lejano enero de 1979, en ocasión de la primera visita de un Papa, Juan Pablo Magno, a México, la excepcional popularidad del personaje capaz de reunir, sin el menor contratiempo, a multitudes de más de un millón de personas.
Todavía hasta ahora, en buena parte de los hogares mexicanos -incluyendo el mío- existe, en lugar privilegiado, una imagen de aquel personaje inolvidable a pesar de los dos lacerantes pendientes de su Pontificado respecto a México: la tolerancia sobre el fundador de Los Legionarios de Cristo, el pederasta Marcial Maciel, y el escaso interés en las indagatorias sobre el crimen contra el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993. Dos omisiones, para muchos consideradas graves fallas, que heredó Ratzinger quien opta, al parecer, por mantenerse al margen, evitándose problemas como los que se creó antes de llegar a La Habana al descalificar al marxismo y asegurar que iba a Cuba en busca de “otras salidas” en contra de una soberanía defendida por los cubanos con los dientes.
Queda claro ya que el carisma y la devoción no surgen sólo de la investidura papal sino de algo mucho más hondo: la identidad con un líder espiritual capaz de remover conciencias, de emocionar cada que hablaba de la Guadalupana -sobre todo en aquella ocasión en la que subió a un saloncito para ver la tilma de Juan Diego-, y de levantar el espíritu de una nación, no para inducirla políticamente sino para dejar atrás la aviesa resignación hacia el estado de cosas que tanto posibilitó la manipulación del colectivo y su parálisis durante siete largas décadas. Otra cosa, muy distinta, es lanzar dedicatorias con destinatario preciso e interés evidente como si los electores mexicanos fueran unos párvulos o unos monaguillos sólo listos a tocar las campanillas para que la feligresía se arrodille. Grave, tremenda coyuntura.
Llegó y se fue, ya hace una semana, y sin embargo fueron más bien pocos quienes cayeron en el garlito; sólo los muy fanáticos, dentro y fuera de la Iglesia y del gobierno, cuyos razonamientos habilitan, cada vez, un número mayor de misterios bajo el alegato de que la mente humana no puede captar, por ejemplo, los intereses soterrados.
Por las alcobas
Allá en Madrid, mi pequeño hijo Julián, de cuya lealtad me enorgullezco, fanático del Real Madrid como su padre -cualquiera que sean las circunstancias, mi madridismo aumenta al calor de mi repulsión por los catalanes apátridas-, me dijo respecto a la posibilidad de asistir al Estadio Vicente Calderón en donde juega el Atlético y lo hará, próximamente, contra el Madrid:
--Yo allí no voy...
--Pero, ¿por qué? También allí jugará el Real Madrid.
--¿Ya viste como se llama el estadio? Vicente, como Fox, y Calderón, como Felipe. ¡Qué horror!
Miré hacia el cielo y di gracias a Dios por no haber arado en el mar.
Comienzan las campañas y cada vez estamos más bloqueados. Pero ya viene mi nuevo libro. Ahora si: Océano está dispuesto a cumplir con nuestro contrato. Un paso adelante.
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