Con la complicidad de López Obrador....
Huye a hurtadillas el régimen calderonista
Adolfo Olmedo Muñoz.
Aun cuando en los mentideros políticos se especula que Felipe Calderón regresará al ruedo político, en los primeros meses del año entrante, buscando el liderazgo moral de su devaluado partido, lo cierto es que en su encargo de mandatario ha tirado ya los arreos de labor y se dedica, en estos meses de tránsito entre la elección y la toma de posesión del nuevo Presidente de la República, a publicitarse para crear, precisamente, una imagen de político grande, lo cual ni físicamente lograría aun poniéndose tacones de plataforma. Entre tanto, de nada le ha importado el rumbo de la nación y viene propiciando un clima (mayor) de desgobierno donde se permite, a río revuelto, que pataleen los más cínicos.
Indiscutiblemente el mayor desvergonzado es el arcaico “Peje”, quien ya no halla la forma de justificar su estrepitosa derrota si tomamos en cuenta los años de precampaña y los millones de pesos que se han invertido en él. Capital no sólo económico, sino político, social y cultural, pues cuántos actores y actrices le regalaron tiempo imagen y prestigio.
Lo más que está logrando Andrés Manuel es a graduarse como el gran taxidermista de aquel monstruo llamado alguna vez “la orgullosa izquierda mexicana” que tenía influencia hasta en gringos de ideas avanzadas, y no se diga, el peso moral específico que se tenía en el resto del continente hispanoparlante y hasta en varios círculos del viejo continente.
De su puerilmente berrinchuda postura, seguramente los gringos le estarán muy agradecidos y seguirán “rápida y furiosamente” interviniendo en los asuntos de nuestro país, donde además por lo que se ve, es hoy más importante la secrecía (se puede leer sevicia) bancaria que la seguridad nacional.
Esos son los verdaderos parámetros con los que hay que medir a los sexenios panistas, donde se pretendió soltar la rienda indiscriminadamente al gran capital, que ha hecho lo que ha querido en cuanto a lavado de dinero, y en general una anarquía financiera favoreciendo a empresas correligiona- rias y a muchos particulares que de pronto se acoplaron en el sangrado parasitario de la ubre pública. Algunos de ellos, coahuilenses.
Pero la actitud de Calderón no puede pasar desapercibida. Como desde los primeros meses de su mandato, expusimos que “su” guerra contra el tráfico de drogas no era sincera; era y es, un parapeto para cubrir una ingénita debilidad política. El tiempo terminó dándonos la razón con la evidencia de los resultados en las urnas el pasado mes de julio.
Ya nada se puede hacer, por fortuna ya se va, aunque también por fortuna, fue tan evidente su cinismo siempre que nunca como ahora queda más clara aquella sentencia política que podía afirmar que “nada ayuda tanto a un Jefe de Estado (más si es de tendencias tiránicas) como una buena guerra. Le da su única oportunidad de ser un tirano y de ser amado por ello al mismo tiempo. Puede introducir las más despiadadas (y despistadas) reformas de control y enviar a la muerte a miles de sus seguidores (u otra carne de cañón), y, sin embargo ser saludado todavía como un gran protector. Nada estrecha más los lazos internos de un grupo, que una amenaza (que puede llegar rápida y furiosamente…) proveniente del exterior”.
El texto entrecomillado es del antropólogo norteamericano Desmond Morris, quien lo expone en su libro “El Zoo Humano”.
Lo cual nos ayuda a introducir la segunda parte de nuestro comentario de hoy que podemos reducir en una máxima filosófica que dice: “Homo sum; humani nihil a me alienum puto”: “Soy hombre, nada de lo humano se me hace extraño”, que si mal no recuerdo se le atribuye a Sócrates. Pero ésto debería tomarse en cuanta en esta tolvanera que vivimos en este tracto postelectoral, en un circo donde hasta los enanos quieren crecer.
En un fuego cruzado, disparan disparates sin que haya quien medie (Calderón se muere de miedo y un día dice una cosa y la desmiente al otro) y les recuerde que dada la veleidosa actuación humana, el mismo ser humano se inventó las leyes, recopiladas en códigos que a partir de Hammurabi -hace mucho más de tres mil años-, se han venido perfeccionando, pero que de una u otra manera, sirven de árbitro regulador de la voluntad humana.
Hoy don cualquiera pretende pasárselos por entre el arco del triunfo, y tirios y troyanos gastan dinero, tiempo, salud ambiental, imagen, pero sobre todo, gastan la fe de un pueblo que está a punto de perder toda esperanza, pues entre verdades y muchas mentiras, son bombardeados día a día (bueno, ha atenuado un poco lo de las olimpiadas) con las excrecencias que expulsan los “equipos de campaña” de los pasados contendientes presidenciales.
Cualquiera diría que ya no hay más que dos corrientes, perredistas y priístas, sin embargo, no dejan de jalar agua a su molino otras corrientes anarquistas, otras oportunistas, maniqueístas de algunos pelados, que como en Saltillo, asaltan el púlpito para arengas politiqueras, y hasta los faroleros analistas políticos han perdido tanto la brújula, que se discute ya en los círculos culturales, la necesidad de quitarle el epíteto “ciencias” a la carrera universitaria de “Ciencias Políticas”.
Precisamente por su alto contenido especulativo, que no les permite como antes, hacer predicciones y mucho menos meter la mano al fuego, ¡por nadie!, se percatan ¡hasta ahora! de que no puede, la administración de la “polis”, regularse con las leyes exactas de la física.
En la política todo es relativo, y para poder tener un criterio más cercano a los resultados, hay que conocer más de la condición humana, que tiene dos ámbitos, uno individual y otro social.
Este último es el que no acabamos de digerir, pues no hemos tenido el tiempo necesario para ver con cierta perspectiva las tendencias sociales, y los motores o resortes que la mueven.
Definitivamente el PRI ya no es el mismo de hace una década. Y nadie puede garantizar que vaya a ejercer el poder como antes, como tampoco se puede asegurar que vaya a ser un ejecutor al gusto de todos.
De la misma manera, la “derecha” o sea los estratos más reaccionarios o más precavidos si se quiere, tampoco pueden darle por más tiempo la espalda a los pobres que, en muy buena medida, ayudaron a depauperar sus antepasados, cercanos y remotos.
La izquierda, que van desde los románticos utopistas hasta los ácratas sinvergüenzas cuyos gazapos se amamantan del sistema que les da, y muy bien, de comer. No hablamos del comunismo puro, porque ese ya desapareció, aunque para algunos de esos politólogos insomnes, está por resurgir en el mundo. Pero ese es otro sueño guajiro. La doctrina marxista debe ser borrada del vocabulario. La estructura capitalista se dispone a exprimir globalizadamente a todo el planeta. Y es que “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Pero todo ese pesimismo no puede ni debe quedar ahí. Los politólogos, deben dejarle paso a otros especialistas. La política es un asunto tan serio, que no hay que dejársela a los políticos. Ellos tal vez la hagan produciendo mermeladas.
Pienso, de acuerdo a los signos indubitables de la actuación de los miembros del equipo del ganador de la contienda electoral presidencial, Enrique Peña Nieto, que si bien el mando estará tan sólo en una mano firme, la evaluación de los problemas y la determinación de las mejores opciones para el país, se verán apoyadas por un buen equipo de pensar.
Eso es lo científico de la política, el estudio sociológico previo, para conocer, no sólo de los anhelos de un pueblo, sino de sus posibilidades reales. De nada sirve bajar el cielo y las estrellas si no se es capaz al final, de ejercer de buena manera, el poder.
La política es otra, los partidos son otros, los medios de comunicación son otros, los grupos de presión son otros y los grupos de poder también; pero es cierto también, que las demandas sociales han variado, que las posibilidades se han encogido, y que las obligaciones cívicas también tienen que ser revaloradas y acatadas con disciplina, determinación y deseo de mejorar la escala social.
Esa es la única predicción que se puede hacer, la de que no hay predicción, todo está por hacer. Los pataleos pseudo “revolucionarios”, avergonzarán, más temprano que tarde, a más de dos (aunque no lleguen a 132) socialistas científicos, algunos de los cuales por cierto, han militado en las filas del Revolucionario Institucional, de manera discreta pero efectiva.
En el ámbito autóctono, si se quiere pretender ser un buen analista político, hay que ver resultados antes de aventurarse a hacer predicciones. Es muy elocuente el hecho de que se haya diversificado tan claramente el voto en Coahuila; la presidencial por un lado, y por el otro, el trato que la población le obsequió a algunos “priistas” que para acabarla de… amolar, lloriquea- ron luego de sus derrotas. La oportunidad es de quien la trabaja, no de quien la hereda.
Las estructuras políticas de Coahuila, por lo que toca al PRI, están urgidas de una remodelación, donde inevitablemente se sacudan de muchos, pero muchos bichos y muchos vicios. Seguramente ya no bastará la consanguinidad para obtener una gubernatura.
Por lo que toca a los “otros partidos” hay poco que prever. Al menos en Coahuila no necesitan “remodelación” pues en realidad no hay modelo, pero pueden continuar y asegurar la rentable práctica de ir llenando los huecos que, caprichos priistas dejan.
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