El Mode
José Flores Ventura.
Deambulando por las calles del oriente de la ciudad, el hombre más cuerdo de todos los que ahí habitamos no se inmuta ante el extremo calor ni a las balas que casi a diario pasan zumbando por Otilio González y el periférico, sus lugares predilectos, bajo la sombra del puente. Con pantalón rasgado, a veces sin camisa, si tiene frío un suéter a un medidor de agua le quita, si necesita calzado más arriba al mercado visita, no faltan donantes que por él den algo y ni faltan lugares que no pueda llegar. Comiendo cuando el hambre le ha de llamar, trozos de melón y sandía en la basura del supermercado recoge hasta llenar.
Por su modo de hablar se nota que alguna vez fue culto y normal, aunque platicando con él me pregunto ¿de qué lado está el cuerdo? No cabe duda de que conoce de la vida y política además de las ciencias como pocos los hay, todo un Demóstenes de las calles. Los niños pequeños y señoras les da temor cuando lo ven pasar por su aspecto sucio y maloliente, a mi me dio curiosidad verlo leer a diario el periódico y vagar a todo lo largo de Otilio su calle preferida desde las Tetillas a la González hablando para sí, visitando los tianguis locales, aceras y rincones sombreados donde duerme por unos instantes.
“El Mode” le llaman, se para junto a los voceadores muy de mañana y entre tanto los periódicos venden arranca páginas de lectura las noticias frescas antes que nadie, es por eso que es un hombre enterado de las tragedias de la ciudad. Si le pregunto como vio las elecciones contesta sin mesura: “esto es pura basura, como aquel que le dieron a escoger cuatro formas diferentes para fallecer: ahorcado con la lengua de fuera, fusilado con la tripa de plomo rellena, electrocutado todito achicharrado o de hambre comiendo trozos de lo que halle. Cuatro elecciones obligados a escoger, yo por eso a ni uno le iba por más despensas podridas me dieran para comer, más vale vivir como yo, al rato más compañía tendré a como veo las cosas, ya los veré limpiando parabrisas”.
Si le pregunto del fin del mundo para finales del 2012 me dice: “le tengo más miedo a una devaluación con el cambio de la Presidencia que al mismo fin del mundo, si éste llegará sería lo mejor para todos, así acabarían las penas del todo”
¿Cómo vez la época violenta que vivimos? le pregunto con temor de enojarlo: “Las cucarachas cuando son muchas se comen unas a otras ante la escasez y reducido de su territorio, hasta que quedan muy pocas entonces su prole vuelve a crecer, por lo pronto hay que esperar a que casi se acaben pero nunca desaparecen”.
“Dígame usted quien es el loco, aquel que se preocupa de todos los días buscar trabajo, tolerar los aumentos cada mes como la gasolina, vivir a la espeta que no lo asalten sin poder reclamar, o aquel que sólo se preocupa de nuevas aventuras que día a día ha de tomar. Si tengo frío me cubro con ropa que halle, con el calor me quito la suficiente para no ser llevado por la poli, calzado hay mucho en los postes colgado”.
¿Y de tu forma de vida? “No es que la halla deseado, de niño quise ser ingeniero o licenciado pero las causas me obligaron a mendigar por infamias del pasado, pero fue lo mejor que hasta mi existencia he valorado ya que aunque me dicen el loco o indigente, la verdad es que no pago impuestos ni me preocupa el trabajo como la mayoría de la gente, y voy a donde me dicta mi conciencia conociendo calles y lugares hasta donde me llega la noche y no falta alguien que me regale cobijo, teniendo como techo las estrellas en la banca de una plaza arbolada.”
Al cabo de un rato de espontánea charla prosigue de subida por la calle hasta perder su desbaratada figura y sus palabras hacen eco en mi mente y mejor de compadecerlo me compadezco yo mismo.
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