Los Peña y los Calderón
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Mientras los Peña se preparan para instalarse en Los Pinos, los Calderón ya hicieron sus maletas, mientras tanto, los mexicanos en mayoría, festinamos el fin de este sexenio maldito que enlutó a cientos de miles de familias, nos endeudó hasta el infinito y vendió a la Iniciativa Privada y al extranjero, las enormes riquezas de nuestro México lindo y querido. Hoy esperamos en ascuas, el principio de otro que bien pudiese ser tan malo como el actual, aunque hay visos muy claros de que será mucho mejor, no bueno propiamente, pero si mejor que el todavía no termina. Lo será, ya que quienes nos gobernarán no son estúpidos. Aunque si, deshonestos como los que se van.
Cuánta razón tenía Paulina Peña cuando nos sorrajó en la cara que éramos prole envidiosa y pendeja, tres sentencias que no podemos negar. Somos prole -proletariado- porque trabajamos para otros. La plusvalía de nuestro esfuerzo, ingenio y trabajo es más en beneficio de otros que de nosotros mismos, que le vamos a hacer, es nuestro destino. Somos envidiosos. Mire… es común oír, cada vez que vemos a alguien en un auto de lujo, no falta quien diga: Mira qué lindo carro trae ese pendejo y que viejorrón se carga, mientras nosotros andamos a pata y traemos de compañera a la que tuvo a bien -por lástima o necesidad- hacernos caso. Mientras tanto, esos vivales dilapidan en lujos lo que a nosotros nos falta para vivir en la medianía o para salir de la miseria.
Y de que somos pendejos ¿Quién puede negarlo? Hemos soportado sin chistar, sexenio tras sexenio a runflas de vividores e ineptos que por su condición canalla y su mala fe, se aprovechan de las circunstancias que encuentran dentro de la administración pública, y se enriquecen desmesuradamente por “la vía legal.” Cuentan con la servidumbre de los legisladores, jueces y magistrados. Así, “legalizan” sus trapacerías con reformas y leyes secundarias que violan la Constitución, y eternizan la impunidad. Ellos tienen el poder, se imponen con la policía y el ejército y a nosotros sólo nos quedan las migajas de lo que no se alcanzan a robar.
Aparte del panorama que tenemos enfrente y que nos abruma, tenemos que soportar las sandeces y pronunciamientos del causante de nuestros males. El 14 de noviembre, Calderón dijo: “Podrán hacerse muchas críticas sobre mi trabajo pero también cambiaron muchas cosas para bien, la salud entre ellas” Fue en la inauguración de la unidad de Hemato-oncología del hospital infantil. Que cinismo y que poca progenitora. La diabetes creció del 10% al 18% en la población mayor a 25 años. El Cáncer en todas las formas se incrementó en el mismo lapso un 17%; la pancreatitis, males respiratorios y cardiovasculares, en los últimos cinco años se incrementaron más del 11% y no fue por culpa de los doctores sino de las políticas laxas y deshonestas de su gobierno. Causas… la comida chatarra y la extracción y envenenamiento que han sufrido los mantos friáticos de parte de industrias y agroindustrias, con consentimiento de su autoridad.
Por supuesto que la desnutrición es el principal factor responsable de la mala salud de los mexicanos, le siguen el envenenamiento del aire, suelo y agua, provocado porque no asumió la responsabilidad de controlar, en primer término, que los trabajadores ganasen lo necesario para proveer a sus familias de una canasta básica apropiada y no utópica como la que su secretario de Haciendo, el tristemente recordado Ernesto Cordero “estableció” como suficiente en el sentido de que con 6000 pesos mensuales, se puede comprar alimentos, pagar casa propia, abono de un carrito y colegiatura de los hijos en escuela particular. Si sumamos el desempleo, la realidad es terrible. En segundo lugar, su autoridad fue omisa en cuanto al otorgamiento de salud pública. Fue complaciente con industriales, agroindustriales y empresas nacionales y extranjeras que producen alimentos como refrescos, papitas y tanta chatarra que la gente consume.
Luego, hablar de que la salud ha sido atendida con esmero, es una burla hacia el pueblo y de colofón diremos que así como se incumplió en esos rubros, lo mismo sucedió con la seguridad social y la educación. En suma, su gestión fue pésima, el bienestar de los mexicanos no se estancó, retrocedió más de cuatro décadas, fue un desastre. O, ¿usted qué opina apreciable lector?
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