Mis sexenios (57)
José Guadalupe Robledo Guerrero.
La segunda etapa del sexenio montemayorista
El domingo 18 de agosto de 1996 con la solicitud de licencia del Salomón Abedrop López y los elogios de Montemayor al trabajo “eficiente y honesto” de su Director de Egresos, la incógnita quedaba despejada: Salomón sería el candidato del PRI a la alcaldía de Saltillo, y a pesar de que Abedrop López es pariente en segundo grado de los dueños del Grupo Industrial Saltillo, la familia López del Bosque le respondió al gobernador con otro candidato por el PAN: Manuel López Villarreal, hijo de Isidro López y sobrino del ex alcalde saltillense Rosendo Villarreal Dávila.
Después de Rosendo, los López del Bosque ya no se conformaron con el lugar privilegiado que les daban los alcaldes de Saltillo, los que incluso iban a acordar con los empresarios hasta sus oficinas corporativas, ahora querían imponerlos para que actuaran en favor de sus intereses económico-familiares.
Cinco años antes, Rosendo Villarreal intentó ser candidato por el PRI, pero al no lograrlo alquiló las siglas del PAN y ganó, debido al pésimo gobierno de Mendoza Berrueto, lleno de incapacidad, corrupción e inseguridad, y al manejo deshonesto y opaco del alcalde saltillense Eleazar Galindo Vara, quien no terminó su periodo porque fue encarcelado para que respondiera a las acusaciones de corrupción que le hizo ¡el gobierno de Mendoza Berrueto!
Igualmente, por su mal gobierno y corrupción, la historia se le repetiría a Montemayor. Su candidato y cómplice Salomón Abedrop López perdería frente a Manuel López Villarreal, y no hay duda que Montemayor ya sabía con anticipación el desenlace, por eso no lanzó a su favorito, a su pupilo neoliberal, el córporo Óscar Pimentel González. Sacrificó a Abedrop.
A pesar del parentesco familiar entre los candidatos del PRI y el PAN, el panista Manuel López Villarreal inició su campaña con volantes, acusando a Salomón Abedrop de haber mejorado su situación económica en la Dirección de Egresos de la Secretaría de Finanzas, de no haber terminado su licenciatura y de que provenía de una familia de banqueros amigos de Salinas de Gortari y causantes de la crisis económica de México.
Con todo ello, Manuel López rompía el compromiso de realizar campañas sin agredir a sus adversarios. Obviamente en lo volantes Manuel aparecía como el bueno y Salomón el malo. Las prohibiciones de hacer campañas negras hechas por el Comité Estatal Electoral eran letra muerta para el junior del GIS.
Mientras tanto la corrupción montemayorista seguía su curso permitida y fomentada por Montemayor y su gabinete. Por estos días se decía que el “Contralor” estatal Juan Antonio Cedillo Ríos se vio en la necesidad de suspender una auditoría que se le estaba realizando a la Dirección de Construcción de la Secretaría de Obras Públicas, debido a que se descubrió que una suma de 600 mil pesos aprobada para los Ceresos se había gastado en remodelar la casa de Antonio Karam Maccise (Secretario de Obras Públicas) y la casa de Juan Antonio Cedillo Ríos (Secretario de la Contraloría). Cedillo Ríos ordenó que se suspendiera la revisión contable, pues con tantos negocios que hacía diariamente, se le olvidó que la suma para los Ceresos se había desviado en su propio beneficio.
Para ese entonces se habían organizado cinco pandillitas en torno de Montemayor, compuestas por funcionarios ladrones, inútiles, déspotas y corruptos:
1.- La pandilla de “Los Invidentes” (porque no veían a quién fregaban), era comandada por el Secretario de Finanzas Antonio Juan Marcos Issa, y entre sus miembros destacados estaban: Ignacio Diego Muñoz, Baltasar Hinojosa Ochoa, Miguel Ángel García García, Óscar Olaf Cantú Ramírez, Salomón Juan Marcos Issa y otros beneficiarios.
2.- La pandilla de “Los Ángeles de Charlie”, supuestamente dirigida por el Secretario de Desarrollo Social Rogelio Ramos Oranday que desde entonces se le conoció como “El Roro”, e integrada básicamente por tres mujeres: Beatriz Flores Alvarado (la verdadera jefa del grupúsculo), Alba Celina Soto Soto y Adriana Moreno. Otro advenedizo que se sentía parte de esta pandilla era Ricardo Álvarez.
3.- La pandilla de “Los Bárbaros del Norte”, cuyo jefe máximo era el Secretario de Gobierno montemayorista Carlos Juaristi Septién, quien por cierto en ese entonces acababa de adquirir otra residencia en Saltillo. Esta banda tenía entre sus miembros al sedicente Procurador Humberto Medina Ainslie (a) “El Chucky”, al “Legioneta y Contralor” Juan Antonio Cedillo Ríos, a Benigno Gil de los Santos, a Claudio Bres Garza, al “Campesino Nylon” Ramón Verduzco González, y a otros especímenes semejantes.
4.- La pandilla de “Los Córporos”, a la que lideraba el Secretario de Educación, “El Córporo Mayor” Óscar Pimentel González, y tenía entre sus miembros notables a: su hermano Octavio Pimentel González, Héctor Gutiérrez Cabello (a) “El Peque”, Roxana Cuevas Flores, Germán Froto Madariaga, Salvador Jalife, Manuel Natividad Beltrán del Río, José Luis Dávila Flores y Alejandro Dávila Flores, quien ya había sido expulsado del gupúsculo por el “Córporo Mayor”.
5.- La pandilla de “Las artistas del PAN” era conducida por Martha Rodríguez, y sus adeptos eran la directora del Icocult Magolo Cárdenas, Mabel Garza, Armando “El Chino” Guerra y los satélites que giraban en torno de ellas.
Estos grupúsculos de chambistas eran reconocidos por los reporteros y periodistas, pero a decir verdad no eran los únicos, pero si los más visibles y actuantes. Faltaba considerar al grupúsculo de “Los Policías Federales”, a la pandilla de “La Chuma” Montemayor Seguy, conocidos como “Los Burreros”, en donde destacaban Marco Antonio Dávila Montesinos, Omar Fernández de Lara, Darío Martínez Álvarez, y otros de la misma calaña.
También falta considerar a la pandilla de “Los Libres” como el Secretario de Obras Públicas Antonio Karam Maccise, quien generosamente regalaba a sus jefes en turno diamantes que le compraba al joyero salinista de apellido judío: Goldman. También faltaban los protegidos de la pandilla de “Los Dinos”, como Fernando de las Fuentes Hernández. Tampoco se mencionó a la pandilla de “Los Oportunistas” en donde Noé Garza Flores era el ejemplo ideal de estos cortesanos, lambiscones y chambistas.
Estos fueron los grupúsculos, o pandillas como le llamaban los periodistas, a los que el 10 de noviembre de 1996 los coahuilenses les darían una lección, haciendo perder a los candidatos del PRI en Saltillo, Torreón y Monclova. Ese día los ciudadanos votarían en contra del mal gobierno que el montemayorismo y el neoliberalismo habían instalado en Coahuila. En Saltillo los votantes rechazaron al candidato de Montemayor, Salomón Abedrop, quien perdió por 2,800 votos; en Torreón repudiaron al hermano y candidato del Secretario de Finanzas, Salomón Juan Marcos Issa; y en Monclova apabullaron al candidato del Secretario de Gobierno. En aquella ocasión Noé Garza Flores volvió a ser acusado por enésima vez de traidor, pues se desempeñaba como Presidente del PRI coahuilense al momento de la derrota.
En aquella ocasión mucho se dijo en los corrillos políticos que el enriquismo había colaborado en la derrota electoral del montemayorismo, lo cual tenía visos de verdad, pues EMM estaba desde entonces preparándose para participar -en dos años más- en la contienda por la gubernatura de Coahuila. Martínez y Martínez sabía que Montemayor seguiría obstaculizando sus posibilidades gubernamentales, por eso necesitaba que RMS se debilitará, y qué mayor debilidad de un gobernante, que perder los tres municipios más importantes de Coahuila: Saltillo, Torreón y Monclova.
El 27 de noviembre de 1996, el periodista defeño Carlos Ramírez escribió en su columna: “La derrota municipal del PRI en Coahuila, abrió serias interrogantes para las elecciones para gobernador en 1999. Además que un tropiezo del gobernador Rogelio Montemayor, en realidad el reciente colapso electoral mostró también la declinación adelantada del PRI, pero frente a un PAN que ha sabido aprovechar los errores de los priistas. A menos que Montemayor pida licencia y llegue otro priista con mayor eficacia, la gubernatura de Coahuila se teñirá de azul. El principal problema fue la desarticulación del PRI, la pesada herencia salinista de Montemayor y desde luego los negocios familiares desde el poder”.
Por tal razón, días después de la derrota electoral del PRI montemayorista, se filtró a través de una “indiscreción” de Octavio Pimentel (hermano de Óscar) que Montemayor ya había decido que el candidato para la Rectoría de la UAC sería José María Fraustro Siller, quien por pura casualidad es de los amigos más cercanos de Enrique Martínez y Martínez. Días después, Fraustro Siller se vio obligado a confirmar la filtración y se autodestapó como candidato a la Rectoría, ya no quedaba duda que traía en la bolsa el apoyo del gobernador, pues de lo contrario no se hubiera atrevido a sacar la cabeza. Fraustro Siller sería el beneficiario de la estrategia que pensó Montemayor para neutralizar a EMM.
Pero Montemayor a quien nada le importaba la UAC, (hay que recordar que quiso modificar el Estatuto Universitario para quitarle el voto universal a profesores y alumnos, e intentó privatizar el Hospital Universitario de Saltillo), se decidió por José María Fraustro para sustituir a Alejandro Dávila Flores en la Rectoría de la UAC a pesar de violar doblemente el Estatuto Universitario, pues Fraustro era a la vez Administrador del Fidagua (Fideicomiso para el Agua) y Presidente del Foro de Profesionales y Técnicos adheridos al PRI, a los que debería haber renunciado un año antes de las elecciones como lo dispone el Estatuto Universitario. Para entonces a Fraustro Siller ya se le había pasado el tiempo de renunciar tal y como lo exigía la máxima ley universitaria, por lo tanto su arribo a la Rectoría sería violentando doblemente la fracción II del Artículo 25 del Estatuto Universitario.
También como resultado del fracaso electoral priista, a finales de noviembre Montemayor hizo un enroque en su gabinete, finalmente destituyó a Alba Celina Soto de la dirección de “comunicación social” y la envió a echar malas al DIF coahuilense, y para sustituir a “Hablasolina” se trajo a Jorge César González Villarreal del DIF estatal.
De todos modos, la sucesión gubernamental había comenzado con la derrota electoral del priismo montemayorista, y los grupos políticos estaban ocupados tomando posiciones. Para inicio de 1997, Enrique Martínez y Martínez ya estaba nuevamente en Saltillo. Para los primeros días de abril había conseguido -por segunda vez- la candidatura a diputado federal y se disponía ha hacer campaña. Dos meses antes, el 28 de enero, entrevistamos a EMM, por primera vez en años volvía a hablar para los periodistas coahuilenses. En aquella entrevista nos dio respuestas muy reveladoras: “Soy priista de convicción no de conveniencia, pero se confunde la disciplina con la sumisión”. “En política hay que prepararse mucho para ser, pero más para no ser”. “Los principios e ideales no tienen fecha de caducidad ni concluyen”. “El salinato enriqueció a 24 familias y empobreció a millones de mexicanos”. “La partidocracia es anticonstitucional y se contrapone a la democracia”. Refiriéndose al conflicto con Montemayor que se originó cuando le arrebataron la gubernatura para dársela a RMS dijo: “Lo que pasó hace tres años ya está superado, no guardo resentimientos”. Pero era sólo un decir. El tiempo mostraría que la simulación y la demagogia son un arte entre los priistas.
Lo cierto era que EMM y RMS estaban inmersos en un proceso de limar asperezas. Todavía no se sabía en qué terminaría el experimento, pero todo hacía pensar que Montemayor había tendido un puente de conciliación, dándole la Rectoría de la UAC al grupo enriquista y aceptando que Martínez y Martínez fuera por segunda ocasión Diputado federal por Coahuila.
A la mitad del sexenio montemayorista, el futurismo era una constante en la vida política del estado. Para estas fechas había ya dos políticos que querían la gubernatura de Coahuila: por un lado, Enrique Martínez y Martínez, “La carta local”; y por el otro, Humberto Roque Villanueva, en ese entonces Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, y creador de la “roqueseñal”, ademán obseno que hizo en señal de victoria por haber aumentado el IVA del 10 al 15 por ciento. Posteriormente, para invalidar las aspiraciones de EMM, Montemayor le daría entrada a su candidato, el cacique acuñense Jesús María Ramón Valdés. Pero esa es otra historia que ya contaremos en el momento preciso.
El 5 de abril de 1997 moría don Heberto Castillo Martínez, aquel político pro socialista con buena fama y mejor perfil: inteligente, culto, congruente, luchador, honesto, profesor universitario, líder social. Un gran mexicano.
Don Heberto era ingeniero civil egresado de la UNAM, inventor de la Tridilosa, un sistema de construcción que reemplaza trabes y losas de concreto reforzado, y que ha sido utilizado en México en cientos de puentes, porque produce ahorros de concreto y acero.
Heberto Castillo apoyó las luchas de ferrocarrileros, maestros y médicos, y por su apoyo e involucramientos en el movimiento estudiantil de 1968, fue encarcelado durante dos años. En 1994 se convirtió en Senador de la República por el PRD, pero no terminó su periodo constitucional porque la muerte lo sorprendió el 5 de abril de 1997.
Como Senador de la República, don Heberto Castillo fue integrante de la Cocopa (Comisión de Concordia y Pacificación del Congreso de la Unión). Fueron sus compañeros en la Cocopa, entre otros, don Luis H. Álvarez del PAN, y el coahuilense Jaime Martínez Veloz por el PRI .
Ya en el poder de los tres municipios más importantes de Coahuila, el PAN estaba preparando dos demandas por malos manejos en contra de priistas: Una contra el ex alcalde de Ramos Arizpe, Javier González Flores “La Aguililla”; y la otra contra el ex director del Simas-Saltillo, el montemayorista y córporo José Luis Dávila Flores...
(Continuará).
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