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Enero 2011
Edición No. 275
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Retrocesos en el Conaculta
“Ojos que no leen, corazón que no siente”

Luis Eduardo Enciso Canales

En los últimos diez años México a enfrentado una serie de retrocesos en diferentes áreas fundamentales para el desarrollo de un país, entre ellas una que desde el punto de vista del apuntalamiento de una sociedad representa el elemento vital por el cual deberíamos transitar hacía un crecimiento que permeara a otras esferas del progreso, me refiero a la cultura, tan en boga en los últimos años pero que se encuentra en una de sus peores crisis debido a una nula articulación de políticas y acciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el cual es el órgano que debiera ser el rector de la vida cultural. Ya que las políticas culturales actuales se alinean con las del anterior sexenio que sólo en el discurso plasmó algunas ideas interesantes, pero que se quedaron en buenas intenciones en el Programa Nacional de Cultura 2001-2006 (PNC) que se enmarcó en el Programa Nacional de Desarrollo 2001-2006 (PND). Mismas que no se reflejaron en las acciones y en ningún avance en materia cultural.

El objetivo central del PNC fue acrecentar la equidad e igualdad de oportunidades de desarrollo cultural a partir de la preservación y difusión del patrimonio cultural en toda la variedad de sus manifestaciones tangibles e intangibles, pasadas y contemporáneas, y del estímulo y el impulso a la educación, la creación y la difusión artísticas y culturales, y ponerlas al alcance de todos los mexicanos, ilusiones que se volvieron quimeras. En el actual sexenio la arenga cambió de plan a programa nacional de cultura, pero el nuevo PNC representa una continuación, en líneas generales, de los últimos dos sexenios en materia de cultura.

Durante muchos años la cultura llevaba el discurso del nacionalismo, y las políticas culturales eran centrales para el desarrollo del país. En cambio ahora de acuerdo con diversos analistas la gran desventaja que enfrenta el desarrollo cultural acrecentada en este sexenio es que la cultura no es una prioridad para el actual gobierno, como no lo ha sido tradicionalmente para los gobiernos neoliberales y de derecha en el mundo, y es que éstos pretenden vaciar la cultura de sentido público a permitir que otros agentes privados asuman ese espacio.

Pomposamente como corresponde a todo acto de gobierno, el Presidente Felipe Calderón de la mano de la entonces secretaria de Educación Pública y hoy posible candidata del PAN a la Presidencia de la República Josefina Vázquez Mota, presentaron en diciembre del 2007, a inicios de la actual administración, el mencionado programa de cultura conjuntamente con el presidente del Conaculta Sergio Vela, quien durara poco tiempo en el cargo y que fuera sustituido por Consuelo Sáizar, a lo que devino una cascada de cambios de directivos y mandos medios en las diferentes áreas de la estructura del consejo, sustituyendo a personal especializado por gente que no tenía la más mínima experiencia en este tipo de cargos, el resultado de las erráticas políticas y criterios para la aplicación de acciones en cultura conlleva hoy en un desolador paisaje en la educación y la cultura en el país, y para muestra basta un botón.

Gabriel Zaid difundió recientemente en su ensayo La lectura como fracaso del sistema educativo publicado en la revista Letras Libres, donde señala el galardonado escritor que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el 18 por ciento de ellos (1.6 millones) nunca ha puesto pie en una librería. Luego de mezclar cifras y trazar constantes, el lacónico Zaid concluye:

La mitad de los universitarios (cuatro millones) prácticamente no compra libros.

Luego dice que en 53 años el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18 en la culta capital. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores. Esto demuestra algo realmente inaudito por lo ilógico, es decir, en México la clase ilustrada es aún más ignorante que la clase iletrada.

Otras estadísticas que provienen de la OCDE y la Unesco, en el estudio Hábitos de lectura le otorga a México el lugar 107 en una lista de 108 países estudiados (el país que se ganó el lugar 108 ni siquiera es mencionado). Según esos estudios, el mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca pública por cada quince mil habitantes. El 40 por ciento de los mexicanos nunca ha entrado, ni por error, a una librería. Existe una librería por cada 200 mil habitantes. En todo el país hay solamente 600 librerías.

La falta de lectura es una de las principales causas para que el rezago educativo prevalezca y no disminuyan los indicadores tan desafortunados que nos colocan en desventaja internacional, por lo que debe replantearse una estrategia con modelos más adaptados a nuestro bagaje cultural y no a modelos alienados. Estas cifras han cubierto a México de vergüenza. Lo bueno es que como en este país no se lee, ni siquiera nos hemos enterado de que estamos cubiertos de vergüenza.

Ojos que no leen corazón que no siente.

 
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