La difícil situación del gobierno estatal
Jorge Arturo Estrada García.
Desconfianza y desprestigio. Balaceras, ejecuciones y temor. Escándalos interminables. Gobierno estatal paralizado y a la defensiva. Los coahuilenses están molestos. Desconfiados y con actitud crítica, se mantienen al margen del nuevo gobierno. Pero ya no se perciben tan apáticos, están molestos y permanecen atentos.
El nuevo gobierno estatal está atrapado por el pasado. No puede arrancar. Por donde se mueve encuentra múltiples obstáculos heredados por el sexenio del derroche y del desorden, que lo antecedió.
No hubo plan de 100 días, ni arranques de obras relevantes. Cero lucimiento para el nuevo gobernador, y muchos discursos. Demasiadas palabras y excusas.
Los planes de la nueva administración estatal son ambiciosos, amplios y detallados, pero requieren en gran parte de la participación ciudadana, para que se cumplan a cabalidad. Así han sido planteados y diseñados. También requieren de recursos suficientes para alcanzar estándares de clase mundial.
Es una cuestión de gobernanza. Pero cómo sumar la participación de los ciudadanos a esa propuesta de gobernanza o buen gobierno, si no confían en él.
Cómo sumarse a un contrato social con un gobierno que no es capaz de brindar seguridad a sus ciudadanos. Sus policías son insuficientes e impreparados, además de poco confiables.
Cómo confiar en un gobierno que se niega a aceptar el daño que causó y que causa la megadeuda. Y que tendrán que pagarse 3 mil millones anuales durante 20 años.
Cómo confiar en un gobernador que ya prometió 800 mil votos para su partido en la próxima elección, y que para conseguirlo deberá mantener y ampliar a un costosísimo ejército electoral.
El mensaje es contradictorio. Y lejos de sumar, resta.
No se han generado expectativas. No generan adhesiones. Aún hay mucha irritación y polarización. Los coahuilenses quieren castigos para los autores de la megadeuda; quiere seguridad en las calles y hogares; y quieren progreso y bienestar para sus familias. Y nada de eso aparece. Parece que entró con el pie izquierdo.
Las mentiras, la opacidad y la negación nos llevaron hasta este punto. El daño fue enorme. Las palabras ya no bastan. Se requieren acciones contundentes y deslindes claros. No es posible repetir la misma fórmula y los mismos errores.
Los proyectos de Rubén Moreira corren en tres planos: corto, mediano y largo plazo. En el corto plazo, la desconfianza y la falta de recursos financieros limitan el despegue. En el mediano, la falta de participación ciudadana impedirá avances palpables en materia de seguridad y educación. Y en el largo plazo, quedaría en riesgo el éxito pleno de la transformación propuesta, si los ciudadanos no se adhieren a los proyectos. Y eso, sería el fracaso del sexenio y más daño para Coahuila.
La megauda existe, y se contrató con irregularidades y delitos. Los ciudadanos esperan castigo a los responsables. Existe un proceso federal paralelo y los contrastes se irán dando con el correr del tiempo. En tanto, en Coahuila se da un proceso light para un acusado VIP, como Javier Villarreal. Seguirán los escándalos.
Los implicados en las irregularidades poco ayudan. Ellos se pasean y vacacionan en el extranjero. Tanto los exgobernadores Humberto Moreira y Jorge Torres, así como Javier Villarreal y Vicente Chaires, son reportados en Estados Unidos y La Habana, disfrutando de la buena vida impunemente.
Mientras, los coahuilenses se escuchan molestos por el aumento a los impuestos y servicios estatales.
Esta actitud soberbia, genera más desprestigio para el nuevo gobierno y mayor agravio para los coahuilenses. Al permitir esas conductas se genera más daño e irritación.
Lo primero es recuperar la confianza. Nada se gana con esconder las cosas. Las palabras de la clase política suenan huecas. Ya nadie las cree. Las evidencias hablan de miles de millones de deuda. De oscuridad en el gasto del Gobierno de la Gente, Y de protección a los responsables de las irregularidades convertidas en delitos.
Es un hecho que 3 mil millones anuales se pagarán a los bancos por intereses y servicio de la deuda. Esos 3 mil millones serán extrañados en el rubro de inversión pública, que ya quedó limitado a sólo 4 mil millones este 2012.
Es un hecho que Coahuila tiene la peor calificación crediticia de su historia y que lo que se pagará de intereses en 6 años ascenderá a los 18 mil millones de pesos. La entidad fue obligada a aumentar sus impuestos para poder reestructurar la deuda.
También es un hecho que los 36 mil millones de deuda pública y los 20 mil millones de deuda a proveedores equivalen a casi dos años del presupuesto de Coahuila. Así que minimizarla, ya no resulta verosímil, ni rentable.
El discurso gubernamental tampoco se sustenta. Torres Charles e Ismael Ramos aseguran que el dinero entró a las cuentas oficiales. Los secretarios de finanzas, Víctor Zamora y Jesús Ochoa y los exgobernadores Humberto Moreira y Torres López aseguran que no se enteraron de la contratación de los créditos bancarios.
Pero, entre todos ellos se lo gastaron, porque ese dinero no está ya en las cuentas bancarias del gobierno. Serían capaces de gastarse un excedente presupuestal de más de 30 mil millones pesos y no darse cuenta. Difícil de creer.
Y cómo explicar, que además de gastarse todo eso, sin darse cuenta, aún se deban a provedores cerca de 20 mil millones de pesos.
En materia de seguridad, Rubén no tiene policías para brindar seguridad, sus planes tomarán tiempo concretarse. Dependemos de las fuerzas federales y militares. También pagamos por lo que dejó de hacer en 6 años el Gobierno de la Gente.
Para Rubén Moreira, ha llegado el momento de las definiciones.
Es el momento de actuar y dar congruencia a las palabras. O de plano, mantenerse a la defensiva, pecho a tierra, encapsulado, ocultando con retórica los problemas. Mientras, los escándalos estallan a su alrededor salpicando a su gestión. Impidiendo su despegue. Impidiendo las sonrisas.
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