Con un PRI evidentemente renovado...
Golpe de timón en la política mexicana
Adolfo Olmedo Muñoz.
Con cierta frecuencia he manifestado que la cultura mexicana se basa mucho en una comunicación indirecta, connotativa, parabólica, interpretativa, simbólica. No porque el pueblo mexicano pueda ser calificado de “sacón” para hablar claro; craso error de quien así lo considere, pues se revelará como un improvisado y mediocre “pastichero” o aprendiz de epígono de otras culturas cuyo analfabetismo funcional, no les permite hablar más de lo muy, pero muy poco que saben, aunque tengan la presunta erudición, no sólo para hablar de temas que desconocen, sino la osadía de descalificar lo ya registrado por la historia como hecho consumado.
Valga esta gorda introducción para iniciar mi comentario con un dicho que consigna la sabiduría popular: “En la forma de agarrar el taco se conoce al que es tragón”, aludiendo esta vez, a la figura “presidencial” de Enrique Peña Nieto que mostró desde la noche del domingo cuando se dieron a conocer las tendencias de la votación que horas antes había llevado a cabo el pueblo de México, en una muy encomiable jornada cívica, y de la cual se perfilaba ganador.
Tuvimos los mexicanos oportunidad de dar una lectura, más allá de la literalidad de las frases, que justo es decirlo, fueron de un magnífico discurso con el que se consumó el lapidario mentís a aquellos que, al inicio de las campañas, pretendieron encasillar a Peña Nieto como un inepto para hablar.
Más allá de las palabras, se cimentó un elocuente diálogo corporal, no de triunfalismo, y mucho menos de arrogancia, con el que, otros detractores, pretendieron estigmatizar al excandidato del PRI a la presidencia, al grado de considerarlo, o “una cara bonita”, o “un figurín” de los medios de comunicación, principalmente Televisa.
Patrañas que hoy han quedado atrás a pesar de la tozuda y licenciosa -amen de caprichosa- actitud del “hermano lelo”, abanderado de “las izquierdas” mexicanas, que dicho sea de paso, también se cuecen aparte en el concierto geográfico de la política universal. Me refiero al ahora tristemente célebre, Andrés Manuel López Obrador, quien ha vuelto al estribillo de “voto por voto, casilla por casilla”, pretendiendo tapar con un dedo la luz del sol.
El pueblo se ha percatado ya de que no es más que un “pleito ratero”, con aquello que la voz popular califica a las actitudes de leguleyos que sabiéndose perdedores en un juicio, arman revuelo en espera de, por cansancio, desmerecer su castigo o su derrota.
Y es que el castigo no se hará esperar. La historia consignará al sepulturero de la otrora digna y reconocida izquierda mexicana, que fue capaz de soportar felonías como las que sufrió Valentín Campa y muchos, pero muchos que por respeto a que pudiera yo no mencionar alguno en particular, no expongo una larga lista, en la que el excandidato perredista e incluso el propio gallardete de esa “novo izquierda”, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, serían arribistas, pues ambos fueron egresados de las filas del PRI.
Hay mucho que hablar de la piltrafa a la que queda reducida esa corriente denominada de “las izquierdas”, poblada de revisionistas, burgueses o neo burgueses, oportunistas, maromeros, saltimbanquis, alambristas, ladinos y algunos despistados o trasnochados idealistas del siglo antepasado, pues no se han percatado de que, el capitalismo echó abajo el dogmatismo fanático que configuró el comunismo, al grado de que ya no hay un solo país en el mundo que sustente ese ideario. (Y que conste, ¡malhaya! si yo me proclamara defensor del capitalismo salvaje imperante en el mundo).
Las eufemísticamente llamadas “izquier- das”, en nuestro país, se sujetan hoy con “ligas”, con “bravatas”, con “plantones”, con acarreos, y más de 123 maniquís. Sinceramente, por el respeto que llegué a tener por aquel idealismo social, siento vergüenza ajena, contemplar ese despojo. Muchos de mis seres queridos, sé que desde hoy me considerarán su “ex fraterno”, pero ni modo ese es el escenario que veo luego de la jornada electoral. Ya en un comentario anterior me cuestioné: ¿Qué hubiera sido de la lucha electoral, y de esa llamada izquierda mexicana, si Marcelo Ebrad hubiese abanderado una coalición?, no lo sabremos, triunfó la estulticia de un mesiánico “encanta culebras”.
Pero incuestionablemente los errores del oponente también juegan, por lo que el PRI tiene que agradecer la deplorable actitud de López Obrador, pues su tozudez consolida el institu- cionalismo de un nuevo Partido Revolucionario Institucional.
Y lo digo no como un slogan, pues no tendría nada que ver con el partido en cuestión. Simplemente como analista, se percibió en el discurso del presunto Presidente, el aire de cambio. Así como alguna vez percibí de inmediato en su discurso, la ruptura de Luis Donaldo Colosio con un sistema inacabado, al cual un “nuevo” PRI tendría que sacar adelante, a pesar del férreo presidencialismo de entonces, hoy Peña Nieto marcó con precisión meridiana, que el pueblo le ha dado a su partido, y por qué no decirlo, a su propia personalidad, una “nueva oportunidad”.
Tarea en la que, también fue evidente el aire de cambio, habrán de participar viejos y nuevos baluartes de ese partido.
El discurso de Peña Nieto denota que hay rumbo y que éste no será el de los privilegios, de los abusos, de las componendas, ni siquiera de los compadrazgos, sino del verdadero juego democrático, que, dejó ver, no será difícil alcanzarlo, siempre y cuando, se cumpla con el pacto social.
Los sofismas y las simulaciones irán terminando más pronto de lo que se cree. El pueblo, y de entre ellos, el priísmo, ya no son los mismos. El pasado ya se fue y el PRI del último tercio del siglo pasado ya murió. Sería muy estúpido, y temerario, no entenderlo así.
El PRI del pasado ya cubrió su cuota en la evolución de la sociedad mexicana; a contra pelo la más de las veces y con traición de conducta de muchos seudo revolucionarios, pero se fue creando una sociedad democrática que hoy puede jactarse de que se llevó a cabo una elección limpia, ordenada, copiosa, cívica y transparente, verificable como lo propusiera aquel Secretario de Gobernación don Jesús Reyes Heroles, cuando el propio PRI emprendió en los años setentas, los cambios tendientes a una mejor democracia, que hoy podemos celebrar su arribo.
Desde luego que habrán muchas otras lecturas, pero, la más importante, en mi criterio, es la manifiesta voluntad de cambio hacia el interior del Institucional; la plena consciencia de que la sociedad le está brindando al PRI una última oportunidad, y sobre todo, la firmeza de integrar, con los mejores elementos, un equipo de trabajo a la altura de la necesidad de modernización que la sociedad mexicana reclama ya, de muy variadas formas. Una de ellas, fue darle la mayoría del voto a un candidato que representa ese cambio que el priísmo no ha olvidado, el del cambio por el cambio mismo: El cambio evolutivo; el cambio verdaderamente revolucionario.
El cambio con rumbo para superar, su propia historia, y para rectificar aquel “golpe de timón” de hace doce años.
La jornada electoral, en el ámbito legal, lamentablemente, aun no termina pues luego de quedar súpito el domingo primero de julio, López Obrador presentó el martes tres, un recurso ante el “Trife”, solicitando el recuento de todos los votos, casilla por casilla. Por respeto a un régimen de derecho que se pretende superar cada vez más, no se le lanza una simple trompetilla y se le envía a seguir “boteando” o “pasando la charola” entre sus “correligionarios” y otros incautos que son los que en buena parte (otra ha sido el propio sistema democrático vía partidos) lo han sostenido, y no sabemos si lo seguirán sosteniendo otros seis años para volverlo a intentar…
Una actitud mucho más madura, y digna de registrar en los análisis científicos de la política, es la actitud que ha asumido el Partido de Acción Nacional, que ante la evidencia de que la suerte está echada -alea jacta est- Felipe Calderón convocó el mismo martes tres de julio, una reunión que se llevó a cabo en un bello y elegante salón de Los Pinos, acompañado de la crema y nata de lo que queda de su partido. Reunión a la que no fue invitado, o por lo menos no estuvo presente, el expresidente Vicente Fox, quien brindó a ese partido albiazul, la oportunidad de probarse en las grandes ligas de la administración pública. El aun Presidente (confirmando, una vez más, su desaseo en el quehacer político, pues se supone que él sigue siendo Presidente de TODOS los mexicanos) discutió con sus pares de partido, el posible destino del panismo que presuntamente representa a “las derechas”, la otra quimera que parasita mientras se mantiene de la pobreza extrema, de la ignorancia, de la inseguridad, de la inequidad de oportunidades para los jóvenes, etcétera.
Hay mucho por hacer y Peña Nieto ha dado ya muestras de que quiere, a la mayor brevedad, emprender ese cambio. Habrá que tirar muchos lastres; también en el PRI se agazapan una gran cantidad de inmorales, ladrones y oportunistas. ¡Con inteligencia!, volviendo a la limpia tarea política de prevenir los males sociales, en lugar de padecerlos y tener que combatirlos en guerras desgastantes, tendrán que “limpiar la casa” y barrer una infinidad de vicios, que definitivamente el virtual Presidente, no desconoce y evidentemente reprueba.
Otra vez, podría apostarlo, a que con Peña Nieto en la conducción, la renovación del Revolucionario Institucional es un hecho. |