Hallazgo mexicano

Eloy Dewey Castilla.

Lo descubrió un italiano y dice así:

¡Me vale madres!
¡A la chingada!
¡No es mi pedo!

Qué forma de evadir la responsabilidad y justificar la actuación, sobretodo de aquellos que ostentan un cargo ejecutivo y del que se esperan resultados.

En nuestro México hay cosas tan grotescas y por demás obvias, que por lo mismo nadie hace nada o muy poco para eliminarlas y quitarlas de nuestra cultura enfermiza para hacer algo mejor a lo que hemos tenido.

Simplemente no lo merecemos.

Ahí están los miles de ciudadanos inmersos en la economía informal y no se dan cuenta que existen.

Otros miles en la comercialización de drogas, mercancía ilegal o pirata y no los detectan.

Los beneficiados por la corrupción que “disfrutan” de sus “ganancias” pasan desapercibidos por quienes los deberían de vigilar.

Encuestas amañadas, votos comprados, propaganda al margen de la legalidad, exorbitantes gastos de campaña, voluntades amenazadas, etc. Esto se oculta para preservar la “credibilidad de la institución electoral” y la permanencia incólume de las instituciones.

No acabaría de señalar lo grotesco de nuestro México pero de antemano lo rechazo.

Es infantil que no se den cuenta de la realidad pero además que la ignoren.

Simplemente es un ¡me vale madres! Y ¡no es mi pedo! Y ¡a la chingada!

Es la única manera en que logran conciliar el sueño al recitar estas frases para que su sentimiento de culpa sea exonerado.

¡Cuántas cosas permanecen ocultas con el manto oscuro de la corrupción!
Escuché ayer a un periodista decir que les había echado mentiras a sus televidentes y lectores por 100 días. Lo confesó al aire y lo escribió.

Estamos hábidos de verdades. Cuando eso sucede, nos damos cuenta que hemos sido engañados por demasiado tiempo con trucos y mañas.

Que cada quien predique con su ejemplo de vida.