La lección de la elección...
¿El crimen perfecto?
Arnulfo Favila Izaguirrre.
En un mensaje grabado, no sé cuantas horas antes; Felipe Calderón Hinojosa reconoció anticipadamente el triunfo de Enrique Peña Nieto en la elección presidencial del primero de julio. Seguramente -al igual que en 2000-, no se grabó ninguna otra versión del mensaje, es decir, en ningún otro sentido. Como lo hiciera Ernesto Zedillo en su oportunidad, Calderón sancionó por anticipado un proceso, por encima de los tiempos legales y en un franco abuso de su investidura sobre El Instituto Electoral.
La diferencia entre Zedillo y Felipe es una sola: Ernesto Zedillo jugó la sucesión a su modo; alineó primero a su partido, eligió al más débil como su candidato y al tiempo sorteaba también entre los panistas al más popular, falto de talento, inteligencia y doctrina. Felipe en cambio fue el juguete de quienes manejaron el proceso y decidieron quien gobernará México, y sobre todo, para quienes.
Zedillo veía en cada uno de los precandidatos la cara de Carlos Salinas de Gortari, nadie le pareció lo suficientemente leal y no confiaba en ninguno. Su traición a quien lo encumbró recalaba en la poca conciencia que le quedaba, y el consejo siempre perverso de José Córdova lo llevaron a iniciar ese licencioso proceso de selección del abanderado del PRI. Eligió a la víctima perfecta, Francisco Labastida; un político de la vieja guardia sin mayor agudeza, que se dejaría llevar por los cantos de sirenas y el aparato publicitario; por la famosa “Cargada”.
Una vez iniciada la carrera, desde Los Pinos se operaba en contra; faltaba el dinero, los apoyos de gobernadores y de la estructura no llegaron jamás. A la par, el hombre de las botas continuaba su campaña que ya tenía varios años caminando. Ofendía al sistema, al gobierno y a su partido, sin que nada ni nadie le reclamara siquiera. Prometió sacar la corrupción de Los Pinos encarnada por los priístas a quienes les comparó con todo tipo de bichos y bestias. Se dio la alternancia. Zedillo, impune entra y sale del país presumiendo sus empresas ferroviarias hechas con el saqueo de su gobierno y ha pasado a la historia como el Democratizador del México Moderno.
Por el contrario, Felipe Calderón no significó en la pasada elección más que una pieza más en el ajedrez; ni siquiera la más importante. Su vergonzosa tarea se limitó a asfixiar la campaña de la candidata Vázquez Mota, y a planear la entrega de la banda a Enrique Peña Nieto. Pocos recuerdan aquella entrevista pública disfrazada de encuentro ocasional en el Suntory entre Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Peña, con Gerardo Ruiz Mateos, jefe de la oficina de la presidencia (porlalibre.mx/17275.html) ¡Qué importancia cobra ahora!-, aunque sólo para el análisis y para desenmascarar a quien juró a su padre en el sepulcro: Jamás permitiría el regreso del PRI a Los Pinos.
Y bueno, una vez consumado el acto. Las lecciones pueden ser, entre otras:
Primera.- Existen en México miles y miles de jóvenes con mucha más dignidad que su Presidente, miles de estudiantes a quienes nadie -ningún gobernador- les llamó borrachos, inútiles o huevones; y sin embargo manifiestan su rechazo al desaseado proceso en el que Felipe se dejó ver como lo que es: Un hombre secuestrado por su propia estafa cometida hace seis años y en la cual el PRI condicionó avalar su adulterino mandato a cambio de lo que acabamos de atestiguar.
Segunda.- Si Josefina Vázquez había participado en aquella rebelde carrera de Felipe y luego la propia… ¿Por qué permitió la imposición de otro bebedor profesional como su coordinador de campaña? Es inexplicable que transcurrieran los días y padeciendo la asfixia provocada desde Los Pinos, la candidata continuaba soportando la presencia de aquellos enviados por Calderón con el único propósito de encajar hondo la puñalada trapera.
Tercera.- Si con menos de un punto porcentual hace seis años, no logró nada Andrés Manuel; hoy será imposible; el IFE tiene una mala copia de Luis Carlos Ugalde y en Los Pinos al rehén ideal.
Cuarta.- Con esos elementos, pudiera ser un crimen perfecto; por desgracia para los delincuentes electorales, no lo es. ¡Los vimos! Los vieron democracias extranjeras, los vieron los jóvenes, los vieron los medios libres, los vimos todos.
Quinta.- El súper mexicano (SORIANA) podrá ser el gran perdedor.
Sexta.- Coahuila se pintó de azul, sí. Ahora hay que ver si se va a aprovechar esa oportunidad o vamos primero de vacaciones, a disfrutar el triunfo casual, circunstancial, eventual y nunca planeado, o por el contrario trabajarán y se decidirán a iniciar el trabajo de reconstrucción urgente que requieren partido y procesos.
Séptima.- La primer factura se la entrega el pueblo saltillense a Enrique Martínez Morales, ¡Nada más justo! ¿Qué no fue precisamente su padre el que inició esta broma macabra?
P.D… Una sola falla quiso evitar FECAL en este proceso electoral… “La que tuvo el TP-06”. Es decir, que no fuera ahora en el TP-01.
P.D. II… El nicaragüense Miguel Ángel Wheelock piensa que una chequera y un cura son suficientes para convencer al panismo saltillense… al tiempo. |