Ser judío es una maravilla

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

Recibí una carta de un periodista español de nombre Sebastián Vivar Rodríguez, premio internacional de literatura. Reza en su evangelio que: “Caminando por la Rambla del Raval (Barcelona) Lo vi claro: Europa Murió en Auschwitz. Nosotros asesinamos a seis millones de judíos para importar veinte millones de musulmanes. En Auschwitz quemamos la cultura, la inteligencia y la capacidad de crear riqueza. Nosotros asesinamos a 6 millones de judíos, dice y, quemamos la cultura, la inteligencia y la capacidad de crear riqueza”… Aclaro: “Nosotros” es manada porque él como español y “Nosotros” como humanidad, no asesinamos seis millones de judíos ni quemamos la cultura, la inteligencia ni la capacidad de crear riqueza. Sebastián Vivar, de seguro obtuvo el premio literario en la categoría de cuentos, fantasías y mitos porque en Alemania a donde fui a estudiar –en 1985- el fenómeno del racismo, me encontré que en 1936 sólo había un millón y medio de judíos y en el resto de Europa, un estimado de seis millones, más otros catorce en EEUU, Australia, América Latina y otras naciones. ¿De dónde salieron los seis millones sacrificados en Auschwitz? Además ni un alemán se siente culpable de los hechos tal y como la judería lo dice vía La Mass Media.

Lo que atañe en general a la humanidad y a mí en lo particular es que en la II Guerra Mundial murieron 60 millones de personas, la mayoría (90 o 95%) cristianos y jamás he sabido que organismo cristiano alguno se puso a plañir como lo hacen ellos. ¿No será que exaltan sus cuitas para ocultar sus culpabilidades… y, o para gozar de las indemnizaciones por el racismo mostrado por la dirigencia política y militar germana?... Para entender lo que aconteció con los judíos en Alemania, habría que leer a Henry Ford y a Hitler en Judío Internacional y Mi Lucha respectivamente, luego darle una pasada al libro anónimo “Los Protocolos de los Sabios de Sion” para terminar con el refrito de los tres en “Derrota Mundial” de Salvador Borrego. Aclaro: La muerte de judíos, cristianos o musulmanes, por racismo y por otras índoles de bajeza, son lamentables, no más unas que otras porque el racismo es hoy en día como lo era en 1936-45, moneda corriente. Lo podemos ver en Arizona contra mexicanos, en México contra huicholes y otras etnias indígenas y sobre todo en Palestina, donde un pueblo está siendo exterminado y vejado por el peor racismo, el israelí/norteamericano, binomio racista en el que sus electores en los comicios, no votan por ver quién va a ser Presidente o Premier, sino, el asesino en Jefe. Además, los palestinos son sistemáticamente exterminados por judíos y no para su beneficio, sino del de los estadounidenses en cuestiones hegemónicas. Así las cosas.

Culmina Vivar Rodríguez diciendo que 129 premios Nóbel han sido para judíos y sólo 7 para musulmanes. O sea que los judíos son muy listos, entonces ¿Por qué lloran? Y lo que no dice el literato premiado internacionalmente es el método que se utilizó en el organismo Nóbel para premiar con el Nóbel de la Paz a tres carniceros asesinos desalmados y ladrones, como Izac Rabín, Menahen Begin y Simón Peres. Tengo una teoría de por qué este tipo de cartas se difunden de vez en vez. Obedece a que existen escándalos de crímenes de lesa humanidad perpetrados por judíos israelíes contra niños libaneses y palestinos o, porque hay algún escándalo financiero en donde los judíos son campeones del fraude y la usura.

Shakespeare no inventó de la nada al Mercader de Venecia y la ley en EEUU no condenó en balde a Bernie Maddox y a R. Allen Stanford -con 150 y 110 años de cárcel respectivamente- judíos que robaron entre ambos, más de 72 mil millones de dólares de los no judíos. Parte del hurto para sus haciendas personales y parte, para sostener al Estado Paria de Israel, un proyecto político fallido a más de 60 años de haber sido inventado por sus patrones, la clase WASP –Blanco Anglo Sajones Protestantes- para desgracia no sólo de los árabes sino de la humanidad, Noam Chomsky y Gunter Grass algo han dicho sobre esto, así que no lo digo yo.