Llegar tarde
Fidencio Treviño Maldonado.
Octavio Paz, conocido por muchos, pero leído por unos cuantos dice en su “Laberinto de la Soledad”: Llegamos tarde a todas partes, llegamos tarde hasta en la vida, nacimos cuando otros países ya se habían ido y apagado las luces. Ha sido por décadas el llegar tarde a donde vamos y, aclarando que también llegar temprano o a la hora señalada es un pecado, e implica incomodidades, sobre todo a las fiestas. Los extranjeros que llegan a este país -me contaba mi primo Rodolfo, quien por años trabajó en grandes compañías- se sorprenden cuando se les cita a una reunión o entrevista sobre todo si son con algún grupo o funcionarios políticos, porque los reciben no una hora después, sino cuando les pega la gana, en ocasiones hasta con dos horas de retraso y lo peor, sin disculpa alguna. La maldita costumbre de los políticos es demostrar que tienen el poder y por esa razón siempre llegan tarde a los actos, de antemano con la bola de pendejos esperándolos, esto es fácil de entender, comprender o razonar, si así lo hacen cuando andan en campaña ya nos podemos imaginar cuando estén en funciones.
Es incomprensible que en campaña los candidatos de todos los partidos, desde un pinchurriento puesto hasta para la Silla del Águila, tengan a los presuntos votantes esperando en el sol o bajo la lluvia o en el frio, parados o sentados o en camiones acarreados. No queremos entender que somos nosotros los ciudadanos los que supuestamente los llevaremos con el sufragio a ocupar esos puestos, esto es el colmo. Sin embargo así sucede, ellos los candidatos son los que nos necesitan, son los que requieren el voto, los que deberían andar sudando la gota y gastando la suela detrás de nosotros para llegar a ocupar el puesto y no la inocente y pobre ciudadanía andan como pendejos detrás de estos mequetrefes que al final de cuentas ya sentados les importará madre quién votó o no votó, sólo algunos líderes, parientes, compadres o bufones tendrán el derecho de hablar y saludarlos, tomar café o hacer otra cosa ya en siendo funcionarios, esto sucede en este pobre y miserable país, miserable por la ignorancia que presentamos cuando se nos invita a un mitin, “a ver al candidato”.
Pobres acarreados de los que muchos sinvergüenzas y perversos líderes y jefes de seccionales se aprovechan, para arrimar, manejar y llevar gente con el triste fin de demostrarle al candidato “X” que lo están apoyando. No cabe duda que los jefes del IFE y recuas que les acompañan y demás institutos que vigilan el proceso, o son muy pendejos o se hacen “mientras” ya que esto también es un delito y es gastar en camiones, lonches, refrescos y otras cosas mucho dinero, lana que para variar también sale de alguna dependencia gubernamental, sobre todo en donde gobierna el partido para el cual se organiza el mitin, pero más allá de esto está la espera de un largo tiempo de estas gentes, con niños, ancianos, hasta que el “señor candidato “ y su onagros o asesores se dignen presentar.
Una breve historia de un político: Cuando fue gobernador en Veracruz, López Arias, aquel que en los años 60’s se decía estaba más feo que el Presidente Díaz Ordaz. El primer día de su gestión citó a las 10:30 en el Teatro de la Ciudad de Xalapa, se invitó a Presidentes Municipales, diputados locales, regidores de los diferentes municipios, y desde luego su nuevo gabinete y funcionarios del Estado. Por ser la primera reunión les dio de plazo otros 10 minutos más de la hora señalada y mandó cerrar las puertas del recinto, fueron más de la mitad los funcionarios que se quedaron fuera en esa primera reunión, a la segunda reunión celebrada tres meses después, también puso la hora y la cita fue a las 09: 00 horas, ese día para las 08:00 ya estaba lleno el recinto y la reunión comenzó a las 09:00 como estaba prevista, pero eran otros politicos y aunque el partido era el PRI si había algo de decencia y sobre todo puntualidad.
Ahora los del PRD, los PANistas, los petistas y otros están iguales con más de una hora o mínimo media hora de retraso, aunque hay que aclarar que el retraso de nuestra clase política no es cuestión de tiempo, en muchos es cuestión de retraso cerebral, aunque también en algunos ciudadanos se nos da este retraso. Hubo otro político más chingón de nombre, Gonzalo N. Santos, cacique y jefe por muchos años en San Luis Potosí, él puso y dispuso de Presidentes Municipales y diputados en su Estado por décadas. Este cacique tenía por costumbre reunir a los Presidentes Municipales y diputados locales o federales de su Estado cada vez que iban a comenzar sus funciones, en esto desde luego se podía incluir al nuevo gobernador, pues bien los juntaba en uno de su ranchos en la Huasteca Potosina y una vez reunidos y todos bien sentaditos tomaba la palabra don Gonzalo y comenzaba su discurso o consejos de esta manera, les decía: Miren si no son pendejos me vana a dar la razón... bla, bla, bla, y ni quien se le moviera una pulgada ni de los asientos, ni de sus funciones... ¿Qué no existirá en el país alguien que ponga a los políticos en su lugar, aunque sea para que sean puntuales?
Dicen que la impuntualidad es cosa de cultura de los mexicanos, eso sin duda lo dice el flojo, el que tiene la costumbre de levantarse tarde, el que piensa en la cultura como una bendición del Supremo, el mismo que tira la basura por cultura, el que no lee por cultura o porque así es la costumbre del mexicano, toda una idiosincrasia, o los atavíos tribales acomodaticios que nos conviene.
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