Carlos Fuentes y la comedia mexicana
“El pobre y miserable no tiene memoria, sólo guarda recuerdos...”
Constancia y otras novelas para vírgenes.
Fidencio Treviño Maldonado.
Si el francés Honorato de Balzac escribió en un solo libro “La Comedia Humana”, Carlos Fuentes (1928) y su prolífica pluma ha descrito nuestra Comedia Mexicana en cada línea de sus novelas. Fuentes a quien sabe por qué razón se le ha negado el Nóbel de Literatura, es sin duda el máximo exponente de nuestra literatura actual y aun vigente.
Fuentes, desde La Región más transpa- rente (1958) y El Espejo Enterrado hasta cualquier obra que se lea, es un pasaje a lo vivido en un pueblo en donde pasa todo, en donde los sucesos, son sólo una mexicolandia, desde el rústico campesino hasta el magnate y descarado lìder encumbrado. Un pueblo que va desde las casualidades hasta las circunstancias, pasando por las ambigüedades e inmerso en las utopías y el surrealismo.
Fuentes es creador, propietario, es alma, sus líneas son callos que al ambular sin fronteras calan así estén en la historia, en el tiempo, el espacio y la geografía. La Frontera de Cristal (Alfaguara 1997) libro con una melancolía que se tiene por obligación que leer de una tirada, máxima dos sentadas. Son capítulos que parecen cuentos, pero son novelas y a la vez narraciones o prosa en la pluma de este hombre que produce crónicas o tal vez sólo relatos de la cotidianidad.
Hace poco en una entrevista con Jacobo Zabludovsky le pregunta: ¿Cómo ve el país?, y dice el escritor: “Lo veo prometedor pero problemático, se ha roto el futuro de la ilusión y es cada vez mayor el abismo entre las tecnologías y el futuro político y social del pueblo mexicano”. Fuentes es el eterno caminante que jamás renuncia a su nacionalidad mexicana. Traspasa en sus diferentes novelas todas las barreras, las naturales, las míticas, cósmicas y se convierte en anatema de la crónica en Aura para darle vida y matar a un cacique en La muerte de Artemio Cruz.
En El espejo Enterrado, el escritor hace acto de la memoria del mexicano, una biografía de la cultura, la historia de Latinoamérica, desde el descubrimiento de América hasta el mundo hispano contemporáneo, la cultura indígena y su desaparición, resume la independencia y sus costos, pasa por la revolución y sus caudillos, la emigración, los líderes mesiánicos de un país urgente de creer en algo. En Gringo Viejo se ve el sello del machismo mexicano, y se demuestra y toma como una mancillación de parte de un extranjero al montar el caballo de un mexicano y por ese motivo, tanto el caballo como el extranjero son sacrificados.
Fuentes en su sello personal le apuesta a la libertad, al futuro elaborado a base de mestizaje, hace en cada libro una radiografía crítica, comprometida y apasionada. Carlos Fuentes muestra la intriga, la corrupción, la cara de bonanza que tanto ilusiona el político encumbrado en La hidra de mil cabezas, cuando relata cómo se comercia el petróleo en los grandes consorcios y el mexicano dueño de esta empresa ni cuenta, todo un manifiesto del destino nacional y nos tributa una riqueza expresiva rodada sin ningún tipo de excesos, con una gran modestia ya que su literatura es digerible para cualquier tipo de persona por su inmensa habilidad narrativa.
Sin embargo no deja de ser estremecedora y enternecedora por citar Los Años de Laura Díaz, una de sus últimas novelas, otra historia más de nuestra mexicanidad y de nuestra comedia nacional.
Cristóbal Nonato, Las buenas conciencias y La región más transparente, son obras inconmensurables que se pueden aplicar en cualquier tiempo, son la casualidad hecha realidad en nuestro diario y cotidiano vivir. La comedia mexicana que gracias a la clase política, a las creencias y a nuestra idiosincrasia están presentes en la virtuosidad de la pluma de Carlos Fuentes y podemos ver cada día.
“El día que se cumpla el precepto aquel de que nadie puede ser detenido sin ser juzgado más allá del plazo prescrito por la ley, México deja de ser lo que ha sido hasta ahora; el reino de la influencia, del capricho y la injusticia, se los digo yo, les cuadre o no les cuadre, me tienen que oír…”. (Prisionero de las Lomas, fragmento de Constancia y otras novelas para vírgenes 1989).
Carlos Fuentes sigue activo, sigue retratando al mexicano delirante, al paisano que aún ve alebrijes y que sigue buscando subterfugios para escapar de su propia miseria e ignorancia…
Una súplica para los jóvenes universitarios y público en general: Por favor lean a Fuentes: Gringo viejo, Agua quemada, La muerte de Artemio Cruz, Aura, El espejo enterrado, entre otras obras.
Nota: Este articulo de Fidencio Treviño Maldonado nos lo envió para su publicación días antes que muriera Carlos Fuentes. |