El esposo de Marta
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
El 13 de junio del año 2000, Vicente Fox por última vez pronunció en su campaña para la presidencia, las palabras tepocatas y víboras prietas para referirse a los priistas. Invitaba a la ciudadanía a votar por él para sacar a las ratas y tepocatas de Los Pinos. Lo demás ya lo sabemos, nos fue del carajo con Fox, él se enriqueció al igual que sus hijastros y el ex esposo de Marta y México se hundió en la miseria de las intrigas y el desgobierno.
La lengua larga de Vicente Fox y su mente acotada por sus prácticas de onanismo en su juventud primera, le hizo concebir en él mismo, un personaje enorme y de gran bonhomía que sacaría al país del atolladero en el que estábamos y en el que nos metieron 70 años de autoritarismo. Se vio ciertamente enorme y grandioso pero seguramente se habrá visto en el espejo de la bruja de Blancanieves, porque la realidad era que el de San Francisco del Rincón, paisano de Las Poquianchis y amigo de Los Amigos de Fox, era tan pequeño que hasta la pequeña Marta hizo de él su títere preferido y del país un soberano desgarriate.
El 8 de junio del 2006, siendo aún copresidente de México junto a Marta, culminó de poner el último clavo al ataúd electoral de López Obrador. Colaboró con “Su Granito de Arena” -él lo dijo- para llevar -al peor presidente que México hubo tenido desde que es un país independiente- a Los Pinos y a nosotros los mexicanos, a la miseria, a un baño de sangre y a un endeudamiento tal, que ni todos los ex presidentes, desde Guadalupe Victoria hasta Vicente Fox -sumando todas sus deudas contraídas- llegan a los 5 billones 400 mil millones de pesos. Cifra en la que Calderón por ineptitud o mala leche, nos deja para que tres o cuatro generaciones de mexicanos, si bien les va, puedan pagarla siquiera en parte o cuando menos los intereses y comisiones. Sobre este endeudamiento recomiendo a mis lectores no mortificarse porque cuando se pague el último céntimo. Si algún día se lograse liquidar, ya todos los mexicanos que actualmente tenemos vida, estaremos muertos. Para que preocuparnos.
Este 3 de junio, el mismo Vicente Fox, más viejo y más cínico, desde “El Centro de Inteligencia” de San Cristóbal, en San Francisco del Rincón, recula -como siempre- y se pronuncia por el voto a favor de las tepocatas y las víboras prietas, traducido al castellano, por Enrique Peña Nieto. Cualquier lector podría pensar que Fox es incongruente, pero no, no lo es, es el mismo Vicente Fox de siempre, el sirviente de la oligarquía y de los intereses de los de su clase, la coprocracia que se adueñó de México para enriquecer a unos cuantos y hacer miserables a la mayoría empobrecida.
Votar por Peña Nieto es la lógica de los vividores ante la inminente y repetitiva llegada al poder de la izquierda mexicana. ¿Qué caso tiene votar por Josefina si ya se ha hundido solita en el tercer lugar de las preferencias al sufragio? Mejor votar por quien garantice la continuidad de los despojos a la nación, para que los mega ricos continúen viviendo de los Infra pobres, la única constante y lógica que obedece a la política de Washington que impone a los tercermundistas su destino manifiesto. O, ¿usted qué opina apreciable lector?
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