Otra agresión oficial
José Guadalupe Robledo Guerrero.
La madrugada del pasado 10 de febrero, horas después de que había comenzado la circulación de nuestra edición anterior, enviados por no sabemos quién, los ladrones entraron a mi oficina, la de El Periódico de Saltillo, y se llevaron mi computadora. Ésta es la segunda vez, en menos de dos años, que los intolerantes del moreirismo hacen lo mismo.
La primera agresión fue el 30 de abril de 2010, y en aquella ocasión sospechamos, y lo dijimos publicamente, de tres funcionarios (humbertistas de hueso colorado): Marco Antonio Flores Cuevas, Jericó Abramo Masso y Javier Villarreal Hernández, quienes estaban molestos por nuestros señalamientos y críticas.
¿De dónde vino esta nueva agresión? No hay duda que de los mismos lugares: del gobierno del estado o de la Presidencia Municipal. ¿Por qué no denunciamos las agresiones ante las autoridades judiciales? Porque de nada sirve, salvo para perder el tiempo. En Coahuila la Procuraduría no actúa en contra de los delincuentes comunes, menos contra los oficiales, y ni qué hablar de los organizados.
En 2010, los encargados de la seguridad y de la justicia estaban ocupados en otras actividades más rentables, y ahora están preocupados por las investigaciones judiciales que está llevando a cabo la federación, para documentar el saqueo y la corrupción en Coahuila.
La primera agresión fue en el sexenio de Humberto Moreira, a quien no le importaba la seguridad de los coahuilenses, estaba ocupado en otras actividades más rentables, placenteras y exitosas. Nada más le importaba al gobernador, ni la quiebra de Coahuila, ni la violencia de la inseguridad que se instauró en su sexenio, ni el saqueo del estado que se hacía con su complacencia en todo el territorio coahuilense. Por eso no intentamos darle a conocer, no sólo el robo que habíamos sufrido, sino nuestro reclamo de que esa agresión había venido de los moreiristas.
Pero esta vez la cosa es distinta. Rubén Moreira es ahora el gobernador, por eso traté de entrevistarme, pues no confió en otro funcionario, porque conozco la incapacidad y el desdén de quienes mandan en las instituciones coahuilenses. Creí que no sería difícil ver a Rubén cinco minutos, al fin y al cabo habíamos platicado un montón de veces, y lo había entrevistado periodísticamente en cuatro ocasiones. Pero aún así, me fue imposible verlo.
Por eso desde este espacio le doy a conocer al gobernador que otra vez he sido víctima de la intolerancia de alguno de sus colaboradores o correligionarios, sólo por estar señalando los abusos y corruptelas que pusieron a Coahuila en un vergonzoso sitio a nivel nacional, situación de la que también es víctima su gobierno, no sólo porque se quedaron en la administración estatal muchos de los cómplices y saqueadores del sexenio anterior, incluso en posiciones privilegiadas, sino porque invalidaron sus proyectos de gobierno.
Por último, bueno sería que Rubén Moreira ordenará que se investigara la agresión que denuncio, cuando menos para que sepa quién quiere crearle problemas donde no los hay, en momentos por demás críticos... |