Las encuestas como expresión ciudadana
Luis Fernando Hernández González.
Todos los niveles de gobierno, los partidos políticos y la autoridad electoral tienen a su disposición como herramienta el uso de las encuestas demoscópicas, para el análisis de comportamientos de opinión que permitan incursionar sobre la posible indagatoria de criterio que influyen en la orientación de cualidades que valoran las personas ante una oferta de posibilidades por escoger, al asumir de esta forma una medición sobre aquellos puntos de interés que consideran debe de poseer determinado producto para satisfacer sus deseos.
En el terreno de la oferta política como consecuencia de ello, permite emitir una descripción de las personas y de la realidad del momento, se observa el conjunto de atributos y cualidades que exhibe ante la sociedad dicho producto, al definir sus caracteres, formatos, condiciones, actitudes, talantes, estilos y tácticas, bajo los cuales los ciudadanos y el público en general dispongan de una medición de propiedades que contenga tal o cual oferta, así lo vemos como a través de la mercadotecnia se busca aplicar esta función, mostrando cualidades de distinción, tanto de un partido político, como de aquellas particularidades de que dispone una persona que aspira a ocupar un encargo de orden electoral, mediante consulta de valoración popular emitido a través de la confianza del sufragio.
La medición de la opinión pública, por el momento que se vive en el país dentro del proceso electoral que se ventila en este tiempo de 2012, cobra vigencia toda vez que tenemos en puerta una elección con altos signos de competencia en donde se elegirán autoridades federales.
Algunas empresas especializadas en este ramo de actividad se prestan en muchas ocasiones para distorsionar una realidad de aprecio, al alterar caracteres que no corresponden a un escenario del sentir de las personas, proyectando de manera falaz resultados ajenos a toda objetividad, más si a favor de quien los contrata o buscan posesionarse dentro de una competencia de oportunidades. Provocando con ello, incongruencia, discrepancia y encono de factores tanto sociales como económicos, políticos y culturales de la población, como sucedió en recientes días con la incursión del Presidente en materia político electoral a favor de su partido, el PAN, al no pulsar la alta sensibilidad que en actitud tiene la población en este espacio de silencio decretado por la autoridad electoral.
De ahí el por qué, tiene un gran valor la encuesta silenciosa de evaluación natural del sentir de la gente que de manera precisa aporta los datos necesarios sobre aquellos sucesos y condiciones que demandan las circunstancias por las que transita el país, al mostrar con su carácter perceptivo lo bueno y lo malo de lo que acontece, de la responsabilidad de cada una de las autoridades, así como de aquellos factores imprescindibles que es necesario atender, como son seguridad, salario, pobreza, salud, empleo, medio ambiente y carestía en los productos para la vida, agregue usted falta de oportunidades y de impartición de justicia.
La consulta a los ciudadanos mediante encuestas, como ejercicio de análisis numérico, sirven como usted bien lo sabe para generar una medición lo más certero posible en torno a una realidad, pues denota, tanto la valoración como el aprecio que tienen los ciudadanos sobre aquellos temas de interés general, que por su mismo significado social o comunitario sirven para marcar las pautas de comportamiento, evaluación, corrección y superación de las tareas asignadas entre el ciudadano y la autoridad.
La encuesta publicada hace días por el periódico El Universal es más que demostrativa, cuando señala el criterio que existe entre los mexicanos para valorar con su apreciación el desempeño de su máxima autoridad nacional, como lo es el Presidente de la República.
Al contestar las personas encuestadas si aprueban o reprueban el desempeño de Felipe Calderón al frente de tan alta investidura en el gobierno, el 58 % aprecia que está bien, el 29 % define que ni está bien ni está mal y por último, el 11% aclara que reprueba el desempeño del ejercicio de su comportamiento al frente de su administración nacional.
En cuanto a la definición de que si nuestro país va por un buen o mal camino en la atención a sus problemas y necesidades, los porcentajes varían de un 35% que sostiene que va por mal camino un 34% apunta que va por buen camino y un 29% señala que ni por buen ni mal camino.
Mire usted, cuando a los encuestados se les pregunta que todos los gobiernos enfrentan problemas de diferente tipo y si el presidente Felipe Calderón tiene bajo su control los problemas del país, la respuesta cobra significado al indicar sólo un 30% que los problemas los tiene bajo control, un 58% muestra que los problemas lo han rebasado, y sólo un 12 % no sabe o simplemente no contestó.
Sirva esto para correlacionar y valorar a los partidos políticos nacionales y a las personas que aspiran a una oportunidad de representación popular en este proceso electoral, desde los aspirantes a la Presidencia de la República: Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador o Gabriel Quadri de la Torre, así como a cada uno de los candidatos a senadores y diputados que acudirán con nosotros a buscar el voto que los eleve a tan importantes responsabilidades públicas.
Sin duda alguna todos los ciudadanos evaluaremos las propiedades de su personalidad, elemento que nos permita conocer de ellos sus distintivos y virtudes que les definen, para ocupar tan altos encargos en donde se requiere carácter, aptitud, responsabilidad, eficiencia, aplomo, destreza, energía y fuerza de autoridad como atributos para un efectivo desempeño.
Bajo este tipo de parámetros de medición de personalidad seguramente usted como elector escogerá dentro de sus preferencias quien es la persona que necesita México para tal o cual puesto en disputa, al estar cerca de una crisis social, como se transita ahora a nivel nacional en medio de una monumental incertidumbre. |