Desafío
-Temporales y Cacicazgos
-Infraestructura Política
-El Día que Invadimos EUA
Rafael Loret de Mola.
Los políticos juegan con los dramas a la justicia social, sobre todo cuando no tienen otra cosa que ofrecer sino sus condolencias. Recuérdense las secuelas de los terremotos de 1985 cuando el gobierno de Miguel de la Madrid, rebasado, no supo acudir a tiempo y con precisión a los centros neurálgicos del Distrito Federal en una devastación sin precedente. El entonces regente de la ciudad de México, el guanajuatense Ramón Aguirre Velásquez, alguna vez me confió que él estaba durmiendo, profundamente, cuando le avisaron del primero de los siniestros, el 19 de septiembre, y nada sabían todavía en la residencia oficial de Los Pinos en donde consideraban que, seguramente, no había pasado a mayores. Luego, la negligencia fue enorme al punto que la sociedad pudo organizarse con mayor eficacia para intentar los rescates. Las brigadas oficiales actuaron tarde y definitivamente mal; los “topos” civiles, en cambio, alcanzaron niveles de heroicidad excepcionales.
Aquel episodio, sin duda, perfiló a una administración calculadamente torpe, sobre todo para fingir así la tolerancia hacia el “boom” del narcotráfico que llegaba a altos niveles mientras se cedía soberanía y el mandatario se enjuagaba las manos sin poder siquiera controlar los excesos, de toda índole, de algunos de sus cercanos colaboradores, sobre todo el desbocado Manuel Bartlett Díaz quien pretendió “comprar” la Presidencia a golpes de chantajes y por poco lo logra; y, sin duda, hubiera sido candidato de no ser por una terrible sentencia del propio Ramón Aguirre:
--Bartlett es el político más perverso que conozco; y, de no ser candidato como espero, sería capaz de matar a quien sea nominado si él permanece en Gobernación.
Pero no fue así. La inteligente negociación de Carlos Salinas, el ungido al fin, con el matrimonio Bartlett -requisito exigido por De la Madrid en uno de los escasos momentos en que decidió tomar controles-, posibilitó la continuidad del siniestro personaje aun cuando tuvo arrestos y espacios para provocar el escándalo fraudulento signado por “la caída del sistema”... de cómputo, cuando éste comenzó a reflejar una tendencia en contra del PRI y a favor del Frente Democrático Nacional encabezado por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, tan celoso de la congruencia hasta hace muy poco. Ahora, Bartlett, aprovechando el tsunami político que dejó grandes vacíos de poder, es coordinador del Partido del Trabajo en el Senado a pesar de haber perdido los comicios en Puebla, su entidad adoptiva -es hijo de un ex gobernador de Tabasco que debió huir de Villahermosa disfrazado de mujer ante las protestas estudiantiles-como signo fatídico de la incoherencia palpable en la vida institucional del país.
El extinto cacique del sureste, Víctor Cervera Pacheco, cuyo grupo sigue asido al poder en Yucatán porque la torpeza operativa de los priístas inhibe cualquier posibilidad de encontrar alternativas -lo extraño es que los yucatecos, otrora tan peleoneros en los terrenos comiciales, han dejado pasar y hacer a los descendientes del “balo” a su antojo-, solía sentenciar, repitiéndose a sí mismo cuantas veces lo consideró necesario para mostrarse simpático ante los foráneos:
--¡Ay, Dios mío!¡Mándame siquiera un huracancito!
Y lo expresaba así sabedor de que la ruta de los damnificados beneficia notoriamente a quienes se mantienen en campaña permanente, mostrándose solidarios, mientras por detrás sus cercanos hacen los negocios y extienden compromisos que endosan, sin remedio, a las siguientes administraciones. Por ejemplo, el sucesor de Cervera, tras diez años de gobierno de éste, Víctor Manzanilla, encontró en su despacho casero decenas de micrófonos ocultos y se sorprendió cuando, entre las facturas rezagadas, se encontraba la de la compra de los aparatejos propios del espionaje en un almacén de Florida, con números y series coincidentes con los empotrados en su residencia particular. Esta es la forma heredada de actuar de la derecha más radical, la de calderón -con minúscula- por ejemplo, a través de la larga noche del panismo. Los extremos se tocan aunque Cervera se haya dicho priísta aun cuando fue casi siempre respaldado por el PAN. Tengo pruebas más que fehacientes de ello.
Entonces, siguiendo esta filosofía, los temporales más oportunos suelen servir de escaparate a los mandatarios en dificultades. Recuérdese a Zedillo, el gran simulador tan beneficiado por las multinacionales y sus alianzas con sus sucesores panistas, visitando los pueblos devastados de Oaxaca y Guerrero, durante su amargo periodo, y sonriendo al pronunciar un aserto temerario cuando la crisis tocaba a nuestras puertas:
--Los “tifones” asiáticos no llegarán a México; tenemos recursos para afrontarlos.
Mientras, la economía más poderosa del mundo, la de Estados Unidos, se preparaba para el sacudimiento que impactó negativamente a México aun cuando, en este renglón, la supuesta estabilidad financiera, basada en los auxilios del exterior y las consiguientes reservas monetarias, pudo darse gracias a la cesión de soberanía por parte de nuestro gobierno y para aprovechamiento de las poderosas empresas transnacionales que luego dieron cobijo al personaje; recuérdese, por ejemplo, el decreto de Clinton para asegurar, por veinticinco años -suficientes para asfixiar a México-, las reservas energéticas del Hoyo de la Dona en el Golfo de México.
Y, desde luego, quienes no han cumplido son los estadounidenses pero no hay quien les reclame ni siquiera le extraña desaparición de la Isla Bermeja, borrada del mapa con el fin de manipular los límites marinos y adueñarse de las riquezas de una enorme porción que correspondía a México. Todo ello forma parte, de acuerdo a los expertos de nuestra diplomacia ramplona, de los temas políticamente incorrectos; esto es, le han aconsejado al presidente electo, Enrique Peña Nieto, que ni siquiera los toque durante su visita a Washington. Así se las gastan los fuertes y sus entenados mexicanos, preocupados por sus propios reacomodos y no por los intereses del colectivo. ¿Desde hace cuánto tiempo?¿Siempre?
Es curioso, igualmente, que los poderosos norteamericanos no sepan cómo responder a las catástrofes naturales, como la reciente provocada por el huracán Sandy en algunas entidades del este, incluyendo Nueva Jersey, el Condado de Columbia y Nueva York, en donde se dice opera la capital del mundo por ser sede de la Organización de los Estados Unidos, al punto de parecer tercermundistas en esta materia y mucho más cuando los comicios estaban en juego y estancados en una especie de empate técnico. De allí la actitud de ambos candidatos, Obama y Romney, por llevar mucho agua a su molino mientras las inundaciones corrían hasta por las principales rúas de la capital de la nación y la urbe de hierro. Más parecía un adelanto de la catástrofe final del mundo, según los falsos y malos intérpretes de las profecías mayas -más bien cálculos con límites porque sencillamente hasta esta fecha alcanzó su visión científica, excepcional además, para su época-, que el paso de un huracán de categoría uno con vientos menores a los 135 kilómetros por hora, el límite para registrar el nivel de los ciclones.
Pero se trataba de poner la guinda sobre las urnas sobre el peso de los dramas de los menesterosos que nunca tienen refugios suficientes. Y, con ello, no había necesidad de mítines ni de discursos... sino de imágenes siempre oportunistas como la de un Obama, con impermeable, mojándose bajo la tormenta sin requerir paraguas, tan dramático como torpe. La política choca con la ciencia y, desde luego, combina con la meteorología. Casi igual que cuanto sucede con las religiones. ¡Dios nos libre de una blasfemia!
Debate
Siempre me he preguntado por qué, tras el paso de los ciclones devastadores, sea en algunas de nuestras penínsulas o en los litorales del Golfo y el Pacífico, se reconstruyen cuanto se cayó en vez de solucionar el fondo del problema. Un ejemplo palpable: las torres en donde se sostienen los cables eléctricos, muy frágiles ante los vientos, se levantan con gran inversión además... en vez de encontrar una solución definitiva y sencilla, acaso con un poco más de gasto pero definitivo: el cableado subterráneo. Y lo mismo respecto a las casitas de paja y adobe, o bajo techos de láminas que vuelan con enorme riesgo para quienes se las encuentre en el camino, en vez de cimentar mejor las viviendas llamadas de interés social y evitar así la reiteración de los daños humanos y materiales.
En alguna ocasión, el director de un diario yucateco, tras el paso del célebre huracán Katrina, llegó a decirme:
--Es una bendición lo que ha pasado.
--Pero, ¿cómo?¡Si están llenos los centros de refugiados y la devastación es enorme!
--Pues, sí; pero quienes tenían dos laminitas ahora tendrán tres para asegurar mejor sus casitas.
Extraordinaria filosofía que refleja las enormes distancias de clase en una entidad muy propensa a ellas, por desgracia. Y hablo como si estuviera haciéndolo en primera persona por cuanto mis vínculos con esa tierra entrañable y maravillosa en donde sólo los rencores políticos contaminan su “cielo inmaculado”. ¡Cuánto bien haría no hablar de ellos en el Mayab eterno, siempre cantado con aires de nostalgia!
La rutina no ha cambiado. Hasta los noticiarios sacan jugo: no hay fotos mejor vendidas que las de los mandatarios, o los reporteros, metidos en los lodazales hasta el ombligo. Y la opinión pública responde excesivamente ante estos alardes mediáticos. Lo de menos son las vidas que se cobran.
La Anécdota
A diferencia de la costumbre invasora de los Estados Unidos, el ejército mexicano logró atravesar la frontera norte, el 31 de agosto de 2005, tras el paso del huracán Katrina que destruyó Nueva Orleáns y ciudades de alrededor y llegó, con violencia, hasta Houston. Allí, a unos cuantos kilómetros de donde se alza la NASA, se colocó el campamento de nuestras Fuerzas Armadas, vitoreadas a su paso y listos a prestar ayuda. Y casi se logra hasta que los señores del Pentágono y las autoridades de salud de la nación del norte, se asomaron a las enormes cazuelas en donde se cocinaba arroz para determinar ¡que no llenaban los requisitos necesarios de higiene! Al gesto se correspondió con una ofensa.
Luego, el 25 de julio de 2011, la Secretaría de la Defensa Nacional debió emitir, con urgencia, un comunicado aclarando que un destacamento, “por equivocación”, se había internado en territorio estadounidense pero sólo como paso para sus patrullajes... o para proteger -eso lo subraya el columnista- algún “importante” cargamento non santo. Jamás se aclaró el punto. Pequeñas venganzas de la historia que nos salen, al final, demasiado caras.
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En la conflictiva relación con los Estados Unidos, las presiones siempre vienen por parte de los fuertes, mientras nuestros diplomáticos se conforman con meras cartas con simuladas disculpas, salvo la excepción contada, de aquí para allá. Sólo la razón puede contra la fuerza y es tal lo que nos blindaba -Recuérdese la Doctrina Estrada, contrapeso contra la invasiones desproporcionadas- antes de que la sinrazón de los torpes y demagogos se impusiera. Otro logro de la derecha.
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