Festival Internacional de las Artes,
recuperando espacios para la cultura

José Luis Carrillo Hernández.


Un programa corto tal vez, pero sin duda con algunos eventos de una gran calidad, es lo que nos presenta el Gobierno del Estado a través de su Secretaría de Cultura en su nueva edición del ahora Festival Internacional de las Artes, que se efectuará en Coahuila del 2 al 21 de octubre. Con esta muestra, sabemos cómo serán en lo sucesivo los festivales de octubre.

Esta versión que cuenta con el apoyo del CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) y el prestigiado Festival Internacional Cervantino entre otros, nos presenta una relación de artistas de gran atractivo y garantía de calidad, personalidades como Lila Downs, Totó la Momposina, Luis Eduardo Ahute, Ana Moura, el Colectivo Nortec, Café Tacuba, entre otros de no menor calidad como Fernando de la Mora en el caso de la apertura, hacen de este festival una propuesta basada en los contenidos de calidad y no en la popularidad de los invitados.

Por fortuna hoy no están presentes las pláticas, conferencias, lecturas u homenajes con y para las luminarias del “canal de las estrellas”, eventos poco o nada formativos para los reducidos públicos que solían asistir y que generaban un gasto importante de recursos públicos sin sentido, tampoco están presentes los grupos de la onda grupera y populachera que desata pasiones, gritos y empujones de los tumultos de la masa humana que es alimentada con la artes de la cultural engañosa, seductora y visceral de los medios masivos de comunicación.

Muy atinada la decisión del gobernador Rubén Moreira al darle una nueva dirección a este tipo de Festivales, recuperando espacio para la cultura y el diálogo que hay que establecer con el tejido social que hoy más que nunca -inmerso en la violencia- demanda medios que le permitan recomponerse.

El arte como la cultura son medios que trabajan con la belleza y las emociones, son herramientas que sensibilizan y armonizan, permiten crear espacios para el encuentro, el diálogo y la convivencia comunitaria. El arte en cualquiera de sus lenguajes es la gran ayuda para restablecer esos vínculos sociales hoy perdidos. Ojalá que con esta nueva visión se derramen intervenciones culturales en todos los barrios y colonias de las ciudades de la entidad, donde este proceso degenerativo de violencia recluta sus ejércitos y sus víctimas en esos espacios donde la pobreza y marginación consume muchísimos de esos hogares en esta larga historia de crisis, marginación, injusticias e ignorancia.

Pero esto no va ha suceder si el gobernador Moreira no tiene los cuadros adecuados para lograrlo. La Secretaria de Cultura, Sofía García Camil, se muestra como una buena gestora y un agente importante con los demás niveles de gobierno, organizaciones e instituciones no gubernamentales, para enlazar, atraer y dirigir este tipo de tareas.

Desafortunadamente amplios sectores populares del estado que son mayoría, permanecen al margen de estos festivales, y si estos festivales no van hacia ellos, esta sociedad no va a cambiar. La cultura con estas artes es la que debe tomar enseguida las calles, barrios y colonias; sorprender y alegrar, enseñar y transformar, pero para esta labor se requiere de promotores culturales no de frívolos burócratas, de artistas y creadores locales comprometidos socialmente y que tengan algo que aportar y compartir con su comunidad, pero fundamentalmente voluntad política de dar los primeros pasos en ese sentido y generar sinergia a la que se irán sumando muchísimos más ciudadanos, adultos, jóvenes, niños.

Es seguro que todos los sectores sociales participarían y patrocinarían este tipo de acciones culturales que permiten que el ciudadano común goce y aprenda en un sentido estético y lo traduzca en armonía social. También se estarían generando nuevos y mejores públicos para los teatros, galerías y plazas públicas, donde se desarrollan este tipo de festivales.