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Octubre 2012
Edición No. 284
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Amén de todas las pésimas

Una Mala y Otra Peor



Adolfo Olmedo Muñoz.


Bien pude haber titulado esta columna como: “Fueron muy poco menos de 132… ¡131!”, para aludir no sólo a la fuga de 131 reos, muchos de ellos de alta peligrosidad, del reclusorio de Piedras Negras, Coahuila, sino también para establecer la extraña analogía en los perfiles de impunidad con la que la delincuencia, en todos sus órdenes, se desplaza ya por todo el territorio nacional, bajo la mirada, o muy imbécil o muy cómplice, de las autoridades en turno.

Pero más allá de la chusca ironía con la que el mexicano se burla de sus desgracias y las convierte en “anécdotas” jocosas, las coinciden- cias del cinismo, la perfidia, la burla, la socarronería y la ruindad de los actores, es cada vez más asquerosa y no creo que sea ya, prototípica de aquella legendaria jocosidad de una serie de chistes con la que el mexicano fabricaba verdaderas “editoriales” de corte social, cultural, político o filosófico. La más de las veces para mostrar su desapruebo a la inmoralidad.

Resulta más que irónica una cínica burla el hecho de que un saltimbanqui de carpa pueblerina, le haga un reconocimiento al gobernador Moreira bis, “por las acciones que ha impulsado en materia de transparencia y rendición de cuentas”.

Ni al maromero que se dispone a preparar el colchón para el regreso a “su” terruño y por ello rasura la escasa piocha del mandatario, ni a este último parece estarle importando esclarecer el grado de corrupción en el que no sólo navegan, sino auspician vía comisión por omisión.

Es una burla a la inteligencia, de los que la tienen, efectuar actos escenográficos montados por una camarilla de burócratas, que lo menos que desean es esclarecer los conductos por los que se discurre la corrupción de la que parasitan desde hace ya muchos años. Tanto los del sector público como los contrahechos parásitos de la mal llamada “Iniciativa Privada”.

Por qué no revisamos (por aquello de la transparencia y rendición de cuentas) el grado de responsabilidad del gobierno estatal no sólo en la fuga de los reos de Piedras Negras, sino en la secuela de apatía y “zorrera” negligencia a “posteriori” del bochornoso incidente.

No dudo que haya algún lambiscón que saliera al paso a decir que “la mayoría son reos federales”, lo cual no obsta para cubrir la irrespon- sabilidad en el manejo de los centros penitenciarios de la entidad, los cuales deberán estar PERMANENTEMENTE vigilados.

En lugar de ello, ha quedado claro el grado de perversión imperante en una entidad que cada vez le resulta más difícil mantener su prestigio. Y es que por donde se le vea, el hecho les bajó trusas y pantaletas a cuanto funcionario tiene relación con las condiciones en que se ejerce la administración pública.

No sólo debemos colgar del palo mayor a los custodios o al alguacil del centro penitenciario, que bien pudieran argumentar que fueron amenazados de muerte ellos y sus familias. Otros porque fueron corrompidos con dinero, mucho o poco, para ellos y sus sueldos infinitamente desiguales con los de los diputados y demás caterva de la clase política, daba igual. Aquí, y en casi todo el territorio nacional, ser honesto, es mucho más peligroso e improductivo. Se corre (acusan) el peligro de que (morales u honestos) rompan el “equilibrio” de la putrefacción y se puede (por una actitud ética y moral) perder hasta el derecho de “vivir donde uno quiera”.

Cabe una atenuante, que el gobernador en turno ignoraba las nefandas condiciones en que se hallaba el multicitado penal de PN. Sin embargo, ni le exime de su responsabilidad actual, ni pudiera ser pretexto para seguir tolerando el grado de promiscuidad, insania, perversidad y relajamiento de la moral, no sólo en aquel lupanar, sino con tanta vehemencia con la que se construyeron puentes y apantalladoras obras viales, y con la misma temeridad de endeudamiento por vías sospechosas, aplique los recursos necesarios para depurar, no sólo todo el sistema penitenciario en Coahuila, sino el aparato judicial, igual que el área legislativa en cuanto a la improductividad de mantenidos que bien pudieran ejercer funciones de vigilancia, ¡al menos!

Y desde luego, el aparato del sector ejecutivo, que encabeza, debiera someterse, ¡ya! a un serio auto juicio. Y depurar lo que haya que depurar, antes de que retornen los mega parásitos, que desde las “cámaras” de la “IP” denostaban (antaño cuando ladraban por un hueso) la política y a los políticos, hasta que fueron reclutados y llevados al paraíso de la “gran ubre”.

Retorno con el que amenazan ya, no sólo por la farsa montada por la Confederación de Cámaras de Comercio, sino por las cínicas manifestaciones de un vividor de la grilla, que pretende, a través de sus sobrinos, “sacar las castañas con la mano del gato”.

Y aunque me da un poco de pena comentar lo siguiente, pues descobijamos a doña Eglantina Canales Gutiérrez, quien con no poca ingenuidad, acusa al sector industrial asentado en Coahuila, de generar altos niveles de contaminación, lo cual tiene un alto costo en el corto y largo plazo.

Pero no sólo los industriales generan altos niveles de contaminación, muchos (en el sector industrial, según doña Eglantina, son el 90 por ciento) de los afiliados a las cámaras (algunas camarillas) de comercio también generan muy, pero muy altos niveles de contaminación, no sólo biológica.

Por qué no revisamos, en una jornada de depuración moral, el grado de complicidad de los llamados miembros del sector privado, para definir su grado de complicidad en la corrupción imperante, y se le compromete a revisar sus mecanismos de contacto con los corruptos, no sólo los de cuello blanco, sino de los beneficios que se obtienen en la relación con el dinero y tráfico de otros bienes y servicios para el crimen organizado.

¿Sería muy excéntrica la frase: ¡Empresa que este libre de dólares calientes que lance la primera denuncia!?

 
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