El abandono de La Laguna
José María Mena Rentería.
Revocar es declarar nulo, poner fin a las funciones por medida disciplinaria, algo que debería implementarse en este país, para evitar daños como los causados por gobernantes y funcionarios públicos como los que impunes incurren en todo tipo y calibre de tropelías cuyo costo, invariablemente oneroso, pagan los contribuyentes inmersos en el remolino de un cuento de nunca acabar.
En tan agitados y perjudiciales vientos arrastrados van municipios como los de la Comarca Lagunera, donde ediles en funciones no lo piensan dos veces cuando se trata de desviar recursos; de “abrir un pozo para tapar otro” mientras tal desgobierno evidencia el estado de abandono en que se encuentran las ciudades de la región.
De hecho, regionalmente, no hay municipio al margen de las acciones que “distinguen” a los ocupantes de los despachos principales de las diversas casas consistoriales. En la de Torreón los malabares, en términos de manejo de recursos, han sido el “pan de cada día” desde el primer día de la administración en turno.
En el mismo tenor está el triste y exhibitorio estado de abandono en que, en lo urbano y rural, está el municipio de Matamoros desde la década de los años 80 del siglo XX, lapso abundante en sucesivos presidentes que llegaron, vieron y vencieron duchos en el “arte” de llevar agua a su molino importándoles menos que poco, hasta hoy día, la calidad de vida de sus conciudadanos.
Lo mismo acontece en Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias mientras en el de Viesca sus habitantes hacen lo que pueden para sobrevivir.
Vuelta a la página; Mientras tanto, la disponibilidad de agua alumbrada del subsuelo es menor cada día, su extracción, en el campo regional, se mantiene inalterada en tanto la clausura reciente de más de 70 pozos profundos por parte de la CNA nada significa ante el hecho de que en la región se perforan otros y más de 2 mil 500 son los que extraen agua día y noche.
En medio de tal caos, técnicos del Simas, recomiendan, en lo urbano, ¡no dispendiar el líquido!, como si los causantes de un desastre que ya se anuncia fueran los laguneros y no los “hidrodráculas” que instalados en el agro lucran con el recurso.
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