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Septiembre 2012
Edición No. 283
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Mis sexenios (54)


José Guadalupe Robledo Guerrero.


La segunda etapa del sexenio montemayorista
Se iniciaba 1996 y los escándalos estaban a la orden del día en el sexenio montemayorista. Lo mismo se conocían las desavenencias de Alba Celina Soto directora de “comunicación social” con Beatriz E. Ibarra Flores directora de información y favorita de Claudio Bres Garza, que se sabía de la repentina prosperidad de los empleados de Montemayor.

Por esas fechas se difundía que la Diosa Fortuna le sonreía al Director de Egresos de Finanzas, Salomón Abredop López, pues en corto tiempo había pagado una millonaria deuda bancaria que tenía y había adquirido un ranchito en la sierra de Arteaga. También se hablaba de otro saqueador: Mario Valdez Carreón, quien -se decía- era uno de los proveedores favoritos de Abedrop López, porque inflaba los precios y daba moche. Valdez Carreón vendía papelería, computadoras y equipos de oficina al gobierno estatal.

Otro de los señalados por ese entonces fue Jorge Alanís Canales, a quien Salomón Abedrop recomendó como Tesorero Municipal de Saltillo con Miguel Arizpe como Alcalde. Alanís nomás consiguió el cargo y le cambió la suerte. Se decía que estaba construyendo una casa en Ramos Arizpe, pero por falta de liquidez la obra llevaba cerca de tres años suspendida, pero a pocos días de tomar posesión de la Tesorería Municipal consiguió dinero para continuar la construcción.

La secretaria de Salud, Lourdes Quintanilla, era otra montemayorista que daba muestra de su repentina prosperidad al terminar su casa campestre en el Jaguey de Ferniza. Del “Procurador” Humberto Medina Ainslie ni qué hablar, no había duda que era otro de los suertudos montemayoristas que en poco más de dos años en la Procuraduría había realizado millonarias inversiones, entre otras se hablaba de Multivideos, restaurantes y bodegas de autoservicio. Con Medina Aislie todo estaba permitido, en la Procuraduría lo mismo saqueaba el subdirector de la policía ministerial Tellitu Schultz que el secretario particular del Procurador, Víctor Zamora.

Por su parte, Rogelio Montemayor no tenía empacho en señalar que su Cruzada por la Seguridad “ha tenido errores de buena fe”. 

rogelio montemayorPor aquel entonces Alejandro Dávila Flores, Rector de la UAC, padecía la grilla de los hermanos Pimentel González (Octavio y Óscar), quienes querían tumbarlo para poner a uno de sus incondicionales. En esa dinámica estaba también el inefable Germán Froto Madariaga que soñaba con llegar a la Rectoría.

Pero los pimentelistas decían que el “complot de los Pimentel” era un invento de Alejandro Dávila que veía moros con tranchete. “Alejandro no necesita que lo tumben, se está cayendo solo”, argumentaban los cortesanos. Además insistían en la ingratitud de Dávila Flores “pues Óscar Pimentel le ayudó a conseguir la Rectoría, y luego lo traicionó”.

Por otro lado, los hermanos Virgilio y Sergio Verduzco Rosán, dueños de la Constructora Server, eran señalados por los beneficios que obtuvieron sus propiedades con las obras del Centro Histórico que se pagaron con dinero de los saltillenses. Lo criticable del caso: Virgilio Verduzco era el Presidente del Patronato del Centro Histórico.

Pero estos trafiques no son raros. Los Verduzco Rosán por décadas han acaparado buena parte de la obra pública de los distintos gobiernos estatales, mediante la socorrida táctica de infiltrarse al primer círculo del poder, cortejando a la “familia real” en turno.

El mecanismo es simple: si uno no logra colarse, el otro lo consigue. Con Mendoza Berrueto fue Virgilio, quien siempre soñó con ser Presidente Municipal, el encargado de acarrear los contratos de obra. Con Montemayor fue Sergio quien hizo las tareas adulatorias para resultar favorecido, involucrándose incluso en la intriga palaciega para conseguir sus fines económicos.

Por ejemplo, antes que se definiera la candidatura gubernamental para Rogelio, Sergio Verduzco anduvo buscando periodistas que “atacaran” a Enrique Martínez y Martínez, porque era el competidor de Montemayor, a pesar de que EMM era socio de Sergio en empresas saltillenses. Esto demuestra que siempre habrá quien haga el trabajo sucio de los poderosos y que no solamente entre los jodidos hay mercenarios.

Sergio había infiltrado a la “familia real” en turno, a través de adular a Lucrecia Solano, a quien le prestó un céntrico local de su propiedad para que instalara las primeras aulas de la Universidad Iberoamericana, que fue uno de los entreteni- mientos de la señora en Coahuila.

Es cierto que estas actividades cortesanas tienen sus gastos, pero también es verdad que los constructores se “emparejan” aumentando el costo y bajando la baja calidad de las obras que realizan.

Para estas fechas no se sabía quiénes habían sido más corruptos, incapaces e inmorales si los eliseístas o los montemayoristas. De ese nivel estaba la situación en Coahuila.

El neoliberal de Montemayor siempre demostró su desinterés y falta de respeto por la historia heroica de México. Por ejemplo, el 21 de marzo, cuando se conmemora el nacimiento de “El Benemérito de la Patria”, Benito Juárez García, comisionó como oradora oficial a la diputada local, Lourdes Garza Orta. Nunca supimos el por qué de esta broma de mal gusto: o habíamos caído muy bajo o don Benito se había devaluado mucho.

Días después, en la más importante fecha coahuilense: el 26 de marzo, cuando se conmemora la firma del Plan de Guadalupe, Montemayor volvió a las andadas nombrando como orador oficial a nombre de los tres poderes de Coahuila al entonces Presidente del CDE del PRI estatal, el medianito, corrupto y traicionero Noé Garza Flores. Para entonces Noé cortejaba a Melchor de los Santos Ordóñez, pues le había conseguido la Presidencia del PRI estatal.

Noé es otro cuya táctica “política” preferida es infiltrar a los poderosos en turno, para conseguir chambas fáciles y bien pagadas, en donde pueda hacer negocios y quedarse con algo.

Para estas fechas, El Periódico... ya estaba abiertamente enfrentado con el gobierno montemayorista. Las cosas se fueron radicalizando de parte de Montemayor, debido a las críticas que le hacíamos a él y a sus corruptos e incapaces funcionarios, quienes insistían en que éramos parte de un complot en contra del gobierno estatal. Le hicieron creer a Montemayor que éramos un grupo que estaba conspirando para tumbarlo. ¡Qué imaginación! ¿Qué se metían en el cerebro estos pendejos?

Lo cierto es que la bala polveó en otro lado. El 18 de abril de 1996, luego de múltiples acusaciones de salinismo, corrupción y protección al narcotráfico, el gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo García renunciaba a su cargo 15 meses antes de terminar su gestión gubernamental. La gota que derramó el vaso: el asesinato del abogado Leopoldo del Real Ibañez.

Sócrates Rizzo renunció a su cargo luego de retornar de una visita a la secretaría de Gobernación, en donde despachaba Emilio Chuayffet Chemor, quien calificó la renuncia de Rizzo como un “asunto local”.

En sus más de cuatro años al frente de Nuevo León, Sócrates Rizzo había construido el Metrorrey, la Presa El Cuchillo y rehabilitó el Barrio Antiguo. Pero eso no le valió, la corrupción de su gobierno y la venganza de Zedillo en contra de los salinistas provocaron su dimisión.

Pero Sócrates Rizzo no fue el único gobernador priista que renunciara por órdenes del Presidente Zedillo. Otros tres también lo hicieron: Eduardo Robledo de Chiapas, Rubén Figueroa de Guerrero y Emilio Chuayffet de Edomex.

Eduardo Robledo Rincón renunció al gobierno de Chiapas el 14 de febrero de 1995, cuando todavía no cumplía tres meses en la gubernatura, luego de una elecciones polémicas en el Estado.

Rubén Figueroa Alcocer renunció al gobierno de Guerrero el 12 de marzo de 1996, días después de exhibirse el video de la masacre de Aguas Blancas, donde 8 meses antes -el 28 de junio de 1995-, policías estatales asesinaron a 17 campesinos con la anuencia de Figueroa.

Emilio Chuayffet Chemor renunció al gobierno del Estado de México el 2 de julio de 1995, antes de cumplir dos años en el cargo, para irse como Secretario de Gobernación, en el que duró poco tiempo. Tal parece que Zedillo lo llevó a su gabinete para que se deshiciera de Sócrates Rizzo y para que dejara la gubernatura en manos de César Camacho Quiroz.

En Coahuila, durante su historia postrevo- lucionaria, cuatro gobernadores tampoco termina- ron su periodo constitucional: Arnulfo González, Pedro Rodríguez Triana, Ignacio Cepeda Dávila y Óscar Flores Tapia.

Durante el mandato del Presidente Álvaro Obregón, el General Arnulfo González fue desaforado como gobernador el 31 de octubre de 1923, debido a que había protagonizado un gran escándalo en el lupanar “El Egipcio” de Saltillo. Gobernó Coahuila menos de dos años.

El gobernador Pedro Rodríguez Triana, fue desaforado el 15 de noviembre de 1941. Le faltaban dos semanas para que concluyera su cuatrienio constitucional. Rodríguez Triana fue un gobernante honesto, se había enemistado con el centro político del país, porque no apoyó la candidatura del General Benecio López Padilla, decidida en el Distrito Federal. Rodríguez Triana había alentado y apoyado la candidatura del Ge- neral Lucas González Tijerina, quien a pesar de haber ganado la elección, se la hicieron tablas por órdenes del Centro.socrates ruiz

Según Flores Tapia, a Pedro Rodríguez Triana no lo querían los ricos “perfumados” de Saltillo, porque era un hombre sencillo que le gustaba ir a los toros a los tendidos de sol, e iba al cine a galería.

A Ignacio Cepeda Dávila, el Presidente Miguel Alemán le pidió que renunciara a su cargo por conducto del doctor Héctor Pérez Martínez, Secretario de Gobernación. Debido, según Flores Tapia, a un chisme que le llevó al Presidente Federico Berrueto Ramón o León V. Paredes Vargas, en donde le daban a conocer que el gobernador Cepeda Dávila había desobedecido una orden presidencial, argumentando que “Coahuila era un estado libre y soberano”.

Posteriormente, en una visita del gobernador coahuilense al Presidente de la República, el mandatario nacional le diría (palabras más palabras menos): Señor gobernador del estado libre y soberano de Coahuila, si usted viene a tratar un asunto oficial, dirijase a la Secretaría de Gobernación, si viene a tratar un asunto personal con el Presidente, no tengo tiempo de atenderlo.

Sea cual fuere el motivo, el 22 de junio de 1947, Ignacio Cepeda Dávila se suicidó. Mucho se especuló que el Presidente Alemán había presionado a renunciar a Cepeda Dávila, para que lo sustituyera su amigo Raúl López Sánchez. Lo cierto es que el extinto gobernador había iniciado su mandato con el Presidente Ávila Camacho, por tal razón no encajaba en el alemanismo.

Óscar Flores Tapia fue obligado a renunciar a la gubernatura por el Presidente José López Portillo 107 días antes de que concluyera su sexenio constitucional, acusado de enriquecimiento inexplicable.

Aún cuando Flores Tapia nunca reconoció las acusaciones de corrupción que le hicieron a él y a su gobierno, la corrupción en el régimen florestapista fue un hecho que todavía se sigue recordando, más aún cuando se vuelve a mencionar a los personajes que lo rodearon: Por enumerar sólo algunos: Luis Horacio Salinas, Juan Pablo Rodríguez, Mario Guerra, Miguel Ángel Morales, etc.

Muchas de las penurias de Flores Tapia se debieron al autoritarismo y soberbia con que se manejó como Senador y luego gobernador. Algún día una periodista defeña me dijo: “Está jodido Flores Tapia al decir que lo criticamos en esa época, porque nos pagaba la Presidencia de la República. Muchos lo hicimos de gratis y con entusiasmo, pues Flores Tapia era un patán. Recuerdo que en cierta ocasión, en el aeropuerto de la ciudad de México, los reporteros de la fuente lo abordaron en la sala de espera y le pregunté por los huevos enlatados que quería producir en Coahuila, y grosero como era me respondió: Me agarras descuidado”.

Años después de su renuncia, Flores Tapia me dijo que la “persecución perruna” de que lo hizo objeto López Portillo se debió a que un día que visitó Saltillo la Secretaría de Turismo, Rosa Luz Alegría, de quien se decía era amante del Presidente, al negarle el apoyo para Coahuila, la funcionaria le dijo que mejor cambiara sus planes turísticos, porque no había recursos.

“Me enoje porque me dijo lo que debía hacer, y le contesté: Mira Rosa Luz, tú dedicate a cuidar al Presidente como tú sabes, de Coahuila yo me encargo, pues desde niño supe que iba a ser gobernador, por eso sé lo que debo hacer”.

Lo cierto es que Flores Tapia no concordaba con el amigo de López Portillo a quien haría Presidente: Miguel de la Madrid Hurtado, Secretario de Programación y Presupuesto; y por si fuera poco soñaba con ser Presidente de la República, seguramente porque algún pendejo de sus cortesanos le dijo que podía serlo.

Flores Tapia pertenecía a un pequeño grupo de gobernadores a quienes los periodistas chilangos le pusieron el mote de “Los cuatro jinetes del apocalipsis”: Rubén Figueroa Figueroa, de Guerrero; Enrique Cárdenas González, de Tamaulipas; Bernardo Aguirre Samaniego, de Chihuahua; y OFT, de Coahuila.

Seguramente estos gobernadores pensaron que podían disputarle al Presidente el poder de elegir a su sucesor, y se dedicaron ha hacer su grilla. Lo que no se ha dicho, es que Flores Tapia hizo mucha obra, por el apoyo que tuvo de los Presidentes Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, quien visitó Coahuila varias ocasiones, al igual que los Secretarios de su gabinete, por lo tanto trajeron recursos al Estado.

Con el paso del tiempo, el caso de Flores Tapia fue olvidado y de alguna manera OFT fue rehabilitado, pero nunca fue reivindicado en vida por su partido, PRI, tampoco Flores Tapia hizo algo por aclarar la situación, pues no podía, como no pudo retirarse de sus corruptos ex colaboradores, pues necesitaba sus adulaciones. Genio y figura...

(Continuará).
La segunda etapa del sexenio montemayorista...

 
robledo_jgr@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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