El pan y calderón
Renato Consuegra / *
El presidente Felipe Calderón quizá deseó convertirse en el soldado que protegiera al Partido Acción Nacional de la contaminación de intereses ajenos a los principios humanistas que le dieron vida allá por 1939, del que su padre Luis Calderón Vega fue uno de sus iniciadores. Quizá éste fue uno de sus mayores errores como titular del Poder Ejecutivo: no fue ni dirigente del partido como tampoco fue de tiempo completo Presidente de la República.
Ninguno de los tres presidentes que tuvo Acción Nacional durante la presidencia de Calderón funcionó. Carentes de oficio político, fueron arrollados por la lucha de grupos a la que fueron sometidos desde dentro y fuera del partido. De esta forma Acción Nacional pagó el precio de ejercer el poder y la negociación interna para poder mantenerlo.
El partido fundado por Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Adolfo Christlieb Ibarrola, Rafael Preciado Hernández y otros intelectuales afines a las ideas de la democracia cristiana, fue durante 50 años una oposición testimonial que incluso tuvo problemas para ponerse de acuerdo en su seno. Una de ellas, en 1976 cuando no presentó candidato a la presidencia de la República.
Años más tarde, durante las presidencias de Pablo Emilio Madero, pero sobre todo en la de Luis H. Álvarez, Acción Nacional fue un recipiente de líderes del sector empresarial que vieron en el PAN un frente desde el cual luchar en contra del libertinaje con el cual los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo manejaron la economía y finanzas de nuestro país y la inacción de Miguel de la Madrid ante un país vulnerable, quien apretó el cinturón a la clase trabajadora y por añadidura al sector empresarial.
Llegaron Manuel de Jesús Clouthier, Francisco Barrio, Ernesto Ruffo Appel, Vicente Fox, Carlos Medina Plascencia y muchos otros personajes ligados con el sector patronal. Fueron ellos, su dinero y liderazgos locales quienes sustentaron el impulso del PAN, ahora sí, a la lucha por el poder, pero a la par de esa apertura, hubo deserciones porque el PAN ya estaba mudando sus objetivos. Salieron del partido los integrantes del entonces Foro Democrático y Doctrinario, como el propio Pablo Emilio Madero, Jesús González Schmal y Bernardo Bátiz, entre otros.
Las causas: “el indebido y antidemocrático acercamiento con el gobierno y apoyo abierto a la política estatal; injerencia creciente de los empresarios en la vida del partido y autoritarismo interno, burocratización del partido e intransigencia con los grupos y opiniones divergentes”.
Además de que “en resumen, el PAN ya no es el partido de inspiración humanista que defendía los derechos humanos contra los abusos de la autoridad y que buscaba una justa distribución de la riqueza, que se oponía con valor y con espíritu de libertad e independencia al régimen y que movía voluntades con ideas, con principios y con programas propios, inspirados en su doctrina. Hoy el PAN es pro-salinista, pro-liberal y pragmático".
Ese nuevo PAN llevó a Calderón a su rompimiento también con quien consideran fue su maestro: Carlos Castillo Peraza, personaje que junto con Diego Fernández de Cevallos y Luis H. Álvarez impusieron la línea pragmática al PAN para convertirlo en un apéndice del PRI salinista, un partido al que llegarían cuadros desprendidos del PRI como también lo hicieron en el PRD.
En 1998, ya como presidente de Acción Nacional y montado Vicente Fox como candidato presidencial, en una entrevista con quien esto escribe reveló que en ese momento en el que las posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República aparecían más sólidas, el gran reto era “ganar la presidencia sin perder el partido”.
Luego del triunfo de Vicente Fox y los dos periodos de Luis Felipe Bravo Mena, Calderón se dedicó a ganar el partido que había sido arrebatado a los panistas doctrinarios. Y al ganar el partido, ganó también la candidatura a la Presidencia de la República; desplazó a uno de los cuadros del panismo pragmático: Santiago Creel, lo que motivó los ataques posteriores de Manuel Espino y Vicente Fox, que no pudieron completar la alternancia pactada en 1994, que entregaría la presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador.
Los cuadros del panismo, sin embargo, no sólo sucumbieron a la lucha por el poder interno, sino que, atareado Calderón por mantener el poder presidencial frente a los ataques de los poderes fácticos que lo pudieron a prueba, también se sintieron desprotegidos por el presidente y comenzaron a gozar de los “beneficios” de aliarse con los grupos priistas que detentan el poder económico, actitudes que desataron la división interna y la debacle electoral.
Por este motivo, fuera de la presidencia de la República, posiblemente Calderón buscará recomponer al PAN y volverlo a la doctrina demócrata cristiana de sus inicios para impulsar la candidatura de su esposa Margarita Zavala.
(*) Renato Consuegra es periodista, Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y director de Difunet y Campus México. Esta columna es publicada en el sitio http://www.ricardoaleman.com.mx/index.php/plumas-invitadas/renato-consuegra. |