“Narigua: Al Otro Lado de La Cuenca”
Texto y fotos: José Flores Ventura
Cuando en 1568 Francisco Cano llegó a lo que hoy es la Villa de General Cepeda (La Florida) motivado por los relatos de los Cuachichiles sobre una gran laguna al norte de Mazapil, se topó con la cuenca lacustre la cual nombró Nuevo México, poco tiempo después se le conocería como Laguna de Patos igual que a la hacienda que se erigiría luego (Mazapil a Finales del siglo XVIII, Román, 2002, p.223). Tal vez los naturales de la región le hablaron apuntando al noroeste de un lugar “al otro lado de la cuenca” que en su vocablo se oía como “narigua”, con el paso del tiempo así se le conoció a esa región contigua al Patos, pero pasó desapercibida por mucho tiempo su riqueza arqueológica.
Paradójicamente a pesar de que Narigua es el único sitio arqueológico declarado por el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) en Coahuila nunca se ha hecho un estudio serio del lugar; por el contario, es bastante conocida por particulares en internet o publicaciones informales la mayoría de ellas de carácter descriptivo de sus formas iconográficas. Por otro lado, el INHA permitió declarar a la zona como turística, facilitando servicios para el que quiera visitar esta región en el semidesierto de General Cepeda (Dirección de Informes del INAH, 2012). Por cierto, labores de desmonte alrededor de las rocas con grabados es perjudicial para los mismos, ya que con las lluvias fuertes pueden rodar al carecer de sustento en el suelo como lo hacen los tallos y raíces de las plantas. El desconocimiento total de esta área se ve en algunos artículos del INAH donde aseveran que los petroglifos llegan a la cantidad de ocho mil, pero en un conteo reciente que hice contabilicé 730 a 750 rocas con grabados.
Los grabados se encuentran esparcidos en afloramientos de arenisca, roca que intemperiza en ocre oscuro sobre la falda poniente de un lomerío que se extiende 15 kilómetros desde el río Patos hasta el puerto de Narigua bajo el cual está el ejido y casco de la hacienda del mismo nombre. El lomerío da vuelta y retorna de nuevo al Patos haciendo una especie de potrero o cuenca cerrada cuyo centro es el valle del Mogote. Muchos son los lugares de este lomerío donde hay sitios con grabados como La Florida, Gavillero, La Puerta, El Mogote, Lagunilla, etc.
Las representaciones rupestres mayormente son de carácter abstracto geométrico, rigurosamente sobrias; elementales en el sentido de que forman composiciones básicas en ornamentación y distribución a través de la roca como se caracterizan las de la región lagunera de Parras a Torreón, con pocas representaciones de tableros (formas armoniosamente distribuidas en sentido geométrico en rocas grandes) y casi carentes de elementos lógicos de entender. Sorprende la poca semejanza a los de la Cuenca del Pelillal ya que aquí las representaciones carecen casi de elementos naturalistas o armamentistas.
Predominan por mucho las variantes de círculos: concéntricos, rellenos, medios círculos, discos solares, divididos, escudos, en cuentas verticales u horizontales, etc. Los discos solares están bellamente grabados y resaltan por su fuerza desde lejos. Las cuentas están formadas por puntos muchas en distribución horizontal, algunas verticalmente, muy marcadas y otras muy leves pérdidas entre la pátina de la roca pero hay un grupo particular que está enmarcada en círculos u óvalos que tienen algo de similitud a los de algunas regiones de La Cuenca del Pelillal. Estas cuentas encerradas son características de esta región y hacia el poniente.
Es de sorprender que casi no existan representaciones zoomorfas o antropomorfas salvo algunas huellas de cérvido, una garra de oso y dudosas formas humanoides. Por otro lado, las referentes a plantas o fitomorfas están caracterizadas por tallos con hojas extendidas como referencia al maíz, flores, algunas parecidas a las cactáceas y formas del peyote. Recordando los anales históricos que hicieron los primeros exploradores que vieron la abundancia de la región no es descabellado pensar que las formas geométricas entrelazadas y cuadrículas representen nazas de pescar, una de ellas hasta tiene la forma de trampa en uno de sus extremos mientras el otro es abierto como para que entren los peces en ella sin poder salir. Esta teoría se ve reforzada ya que en el mismo conjunto del grabado de la naza aparecen representados algunos arpones de pesca que hasta donde sabemos no se han encontrado en Coahuila, pero fueron y son muy usados de hueso y madera alrededor del mundo para tal efecto.
De las pocas formas familiares a otras regiones del desierto están las representadas a Venus o cruces enmarcadas (Zarate, 1976), su connotación astronómica nos queda claro ya que en varios grabados se asocian otras formas astrales como la luna, estrellas, cometas y hasta en una de ellas parece que emerge un sol de uno de sus brazos, un registro único de quizás un acontecimiento real en el pasado de nuestras culturas.
Los grabados históricos recuerdan una época donde la vida dependía en gran parte del arroyo que divide el puerto, fechas antiguas como 1863, cruces franciscanas, altares junto a alabanzas a Dios son observadas; ¿quizás habían comenzado ya las carencias? Un detalle observado en una de las cruces cristianas es precisamente de que no es una cruz, esta tiene forma de “T” como era la forma real y antigua de representación de la crucifixión en Israel en tiempos de dominación Romana.
Un rasgo digno de resaltar en comparación con la iconografía rupestre de La Cultura del Pelillal es la casi carencia de sobre posiciones, es decir grabados sobre grabados, aquí en Narigua los hay pero muy pocos, casi pasan desapercibidos, en cambio los del Pelillal resaltan en muchos de ellos por la imposición de las navajas y cornamentas.
Un último apunte sobre los grabados de Narigua es su deterioro, muchas de las rocas presentan rupturas que ha hecho rodar algunas partes fuera de contexto, otras están solamente cuarteadas y muchas presentan desprendimiento de la cascara (exfoliación) de la arenisca expuesta, un 40% del total de los grabados presenta algo de daño, si a esto le agregamos las visitas de turistas y actividades como las descritas arriba tal vez en un futuro próximo ya no tengamos mucho que ver.
La gente vieja del lugar todavía recuerda con nostalgia los lejanos tiempos de agua en abundancia, bajar por el arroyo principal y cuestas de los cerros a la distancia, regar las grandes parcelas que se extendían allende a sus colindancias. Los ricos vestigios prehistóricos también comprueban una época de esplendor que ha de haber perdurado por siglos haciendo de este lugar un foco de culturización hacia otras regiones. Este legado espera por parte de las autoridades la visita de la gente para fomentar el turismo, la gente espera que las autoridades hagan por fin un estudio completo por décadas esperado de Narigua, al otro lado de la cuenca.
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