La cultura, tarea pendiente de la UAC
José Luis Carrillo Hernández.
Las próximas elecciones en la Universidad Autónoma de Coahuila (UAC) son una oportunidad para reflexionar sobre lo que ahí sucede, y no hablo de política, más bien hablo de la Declaración de Principios y de sus fines; y de uno en especial: la difusión de la cultura, la técnica y sus beneficios.
La UAC es una institución que en su existencia a pasado por una serie de procesos que hace de ella una institución con muchos altibajos en la realización de sus tareas sustantivas, sin embargo en ninguna administración la divulgación de la cultura ha dejado de estar sujeta a este va y ven de la difícil vida institucional, donde los gustos de los rectores o su poca cultura define lo que será el cumplimiento de este noble fin.
Así la Universidad ha tenidos rectores que su ejercicio lo han usado como trampolín político, o bien con serias dudas en su currículo académico. Todos escogidos y ungidos desde el gobierno estatal, contaminado los fundamentales fines de la Universidad .
En los setentas -ya con su Autonomía- la Universidad se convirtió en el Promotor por excelencia más importante de la cultura en la entidad, la UAC fue foro, tribuna y escenario de una amplísima y variada actividad cultural y artística que se derramó extramuros, pues se intentaba ser consecuentes con esa Declaración de Principios que justifica su existencia, ya que hasta ese momento la divulgación y promoción de la cultura en el estado y los municipios era una simple dirección o jefatura que más se dedicaban a eventos y aniversarios cívicos, hoy al contrario cuentan con un aparato burocrático amplísimo y bien pagado para cumplir con estas tareas, en cambio la divulgación cultural en la Universidad se fue en retroceso, de bien a mal y de aquí a lo peor.
La difusión y la extensión cultural no debe de entenderse como un conjunto de acciones de beneficencia social al estilo de los boy scout, o raquíticas y frívolas acciones artísticas al interior de la Universidad o fuera de ella, la Declaración de Principios de la UAC es muy clara al señalar:
La Universidad Autónoma de Coahuila… está comprometida ante la sociedad a cumplir los objetivos que justifican sus existencia fomentando y preservando la cultura, promoviendo la realización de los valores que distinguen a la humanidad y haciendo suyos los principios de la ciencia y del arte y lo que se derive de su ejercicio en tanto favorezca a la formación integral del hombre.
Actualmente, los vínculos que la Universidad tiene con los educandos y la sociedad se dan únicamente en el aspecto científico y técnico y con muy serias deficiencias, mientras tanto el arte y la cultura como vínculos de formación integral y transformación social son casi inexistentes.
Quien confunda esta parsimonia de la vida universitaria con una tranquilidad producto de la calidad académica, sin duda se equivoca, esto sin dejar de reconocer los pequeños segmentos, escuelas o facultades que han logrado elevar y mantener su nivel académico.
La tranquilidad en la Universidad se da por un especie de autismo colectivo, por la falta de conexiones entre el conocimiento científico-técnico, el espíritu humano y la realidad social. La sociedad de consumo, de mercado libre y globalización nos han arrastrado a esta lamentable situación con la complacencia de la clase política coahuilense que bajo un supuesto régimen democrático y la terrible corrupción que han generado, permitieron este subyugamiento cultural y pobreza social.
La Universidad estatal no está cumpliendo a cabalidad con sus compromisos, ni está rindiendo frutos a la altura de los que la realidad le exige, su rendimiento es mediocre, no está sirviendo a todos los sectores, pero si ha servido a los corruptos y simuladores, a los grupos políticos y al poder, pero al estar los universitarios desvinculados de su propia institución es muy fácil ser manipulados por deshonestos personajes, desde dentro y desde fuera por alguien que carece de genes universitarios, es decir sin haber crecido y formado en sus recintos, o bien en su proceso histórico como el movimiento de Autonomía y aquella lucha de 1984: el movimiento Pro Dignificación de la UAC.
La tarea que tiene por delante la próxima administración sin duda es restablecer esas conexiones que forman el tejido universitario y conectarlo con el tejido social, pues ambos requieren intervenciones urgentes, y no puede hacerse más que con una nueva administración de universitarios honestos que cumplan fiel y escrupulosamente con su Declaración de Principios. Pero las elecciones son como las catafixias de Chavelo con el voto escoges una caja u la otra, y la realidad es que el universitario no sabe si elige entre un estuche de monerías o la caja de Pandora, ¡suerte!
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